Es lo que se concluye con objetividad, al sacar "el periscopio a navegar" entre el mar de publicaciones propias que tiene el sector sanitario y ver, que tan pronto se ve una crítica sobre los riesgos de la "privatización" o la renegación que de ella hacen todos los partidos políticos de cualquier ámbito electoral como si se tratara de "la peste", como se puede ver en cualquier evento científico o de carácter menos político, a través de la necesaria participación o concurrencia del sector privado para poder atender de una manera completa las necesidades de los pacientes.
En esta ocasión y solo a modo de ejemplo sobre el necesario papel que ejerce el sistema sanitario privado, - a fin de no contribuir más a hacer eco de las críticas infundadas, no voy a poner ejemplos, que desgraciadamente los hay muchos porque estamos en periodo electoral, de cómo se reniega por los políticos de todo tipo de partidos del sector sanitario privado -, voy a destacar lo acontecido en el pasado III Congreso de Semergen sobre atención de los pacientes crónicos, en el que se concluye, entre otras cosas, que "ante la falta de cobertura en el sistema sanitario público los pacientes con Ictus se ven obligados a recurrir a la privada para su rehabilitación".
Desde el Idis, hemos hecho hincapié últimamente en el papel que tiene el sector privado en nuestro sistema sanitario gracias a la descarga, en costes y en recursos, que suponen los más de 7 millones de usuarios que de forma suplementaria a la cobertura del sistema sanitario público deciden contratar un seguro de salud. Y este dato es de enorme importancia, porque sin duda alguna ante un panorama de recortes en el sector público y con la finalidad de que el sistema llegue lo máximo posible a todo el mundo, cualquier aportación voluntaria extra al sistema es de agradecer y se debe de promover. Pero no hay que olvidar, que en un entorno en el que debe de reinar un sistema sanitario público, que por Ley (Ley General de Sanidad 1986) debe de cubrir la máxima cantidad de prestaciones en condiciones de igualdad, el papel del sector privado debería de tomar protagonismo, fundamentalmente, para las prestaciones que no estén cubiertas – como complemento - y no tanto como alternativa para aquellas que se supone que si lo están - como suplemento -.
Desde el año 1986, es verdad que por los aciertos del sector privado y los desaciertos del sector público o su falta de adaptación a la realidad, se ha producido un hecho a todas luces aparente; que el sector sanitario privado cobre casi tanta importancia por ese papel suplementario, que por el complementario. Y si esta inversión en su papel no se ha producido ya totalmente, ha sido porque todo lo referente a necesidades socio-sanitarias - las referentes entre otras muchas a la atención de los pacientes crónicos y dependientes, como por ejemplo el tratamiento rehabilitador que necesitan los pacientes que han padecido un ictus -, en vez de afrontarlas como se debe hacer, es decir, asumiendo al menos la cobertura de las prestaciones de los casos más necesarios a cambio de renunciar posiblemente a algunas prestaciones sanitarias, directamente se descartan de la cobertura a fin de no tener la obligación de afrontar su gasto.
En el año 1986, ni prácticamente existía dependencia, ni prácticamente existían pacientes crónicos y similares y todas las prestaciones socio-sanitarias estaban integradas dentro de la seguridad social sin discriminación alguna. Afortunadamente en todos estos años, vivimos mucho más y eso condiciona que cada vez haya más pacientes crónicos y más pacientes dependientes, de cuyos cuidados las administraciones públicas “se han puesto de perfil” para no tener que darles cobertura y haya cada uno se las apañe. Y la prueba es que más del 70 por ciento de la financiación del sector socio-sanitario, insisto más del 70 por ciento, es privado y si no cambia nada seguirá aumentando porque cada vez hay más pacientes que pasan del sector sanitario al socio sanitario.
No se puede desgajar el sistema sanitario del socio-sanitario y quedarse con la conciencia tranquila porque mantenemos un sistema sanitario de carácter público, universal y "gratuito". Esta segregación no se puede hacer, primero porque no es verdad y tan necesaria es la cobertura que puede necesitar un paciente crónico como un paciente con un proceso agudo, pero sobretodo porque, en mi opinión, no es justo ya que esto afecta mayoritariamente a la población que ha contribuido toda su vida, con su trabajo, al mantenimiento del sistema social que pretendemos tener hoy y que en realidad les abandona.
Y mientras tanto el sector sanitario privado cada vez es más necesario para afrontar la demanda sanitaria de nuestros pacientes, aunque haya muchos que no quieran verlo.