Acaba de cumplirse el cuarto aniversario de la presentación en sociedad del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad, el IDIS. Allá quedaron 18 meses de conversaciones previas entre los principales operadores del sistema sanitario privado, aseguradoras y grupos hospitalarios, para definir qué era exactamente lo que queríamos promover, concluyendo el proceso constitutivo con la conformación de la única institución sanitaria que existe hoy en día que promueve, por encima de cualquier interés particular, la búsqueda de un sistema sanitario mejor para todos, más eficiente, sin complejos ante los delirios demagógicos y ajenos de los intereses individuales de los distintos grupos de presión que existen fuera y en ocasiones también dentro del propio Instituto.
Durante estos años, todos los que lo conformamos, sabemos que IDIS no es el lugar al que se pueda llamar para reclamar solo los intereses propios del sector sanitario privado o de alguna institución en particular, puesto que para pertenecer a él, hay que tener un espíritu con amplitud de miras, en beneficio del interés común y social, lo que incluso ímplica que toque en alguna ocasión posicionarnos en contra de nuestros propios intereses, si eso supone una mejora evidente para la globalidad del sistema.
Por mucho que quieran disfrazarlo, IDIS no defiende solo los intereses del sector sanitario privado por encima de los del sector sanitario público y así lo entendieron personas con todo tipo de ideologías, ámbito profesional y condición; de tal forma que uno de los grandes apoyos iniciales que obtuvimos fue el del entonces secretario general de Sanidad con el PSOE, José Martinez Olmos, o nuestro querido y admirado Albert Jovell, cuya clarividencia y devoción por los pacientes le llevó hasta el final de sus días a hacer de este planteamiento su modus vivendi y, como tal, pudo entender que el hecho de ser un gran defensor del sistema sanitario público no era excusa para dar la espalda al sistema sanitario privado y, por supuesto, a los pacientes que también hacen uso de él.
Hoy, todo el mundo lo da por hecho, pero hace 4 años, nada se sabía, por ejemplo, del gasto sanitario privado, del número de personas que voluntariamente tienen un seguro de salud, de lo que estos ciudadanos ahorran al sistema sanitario público o de la aportación que hace la provisión hospitalaria privada al sistema sanitario en tecnología o en investigación.
Para tranquilidad de aquellos que vivían del sector sanitario público y no querían ni oír hablar de que algo pudiera poner en riesgo ese status, a la sanidad privada, todo el mundo, incluyendo las personas que utilizan los servicios del entorno sanitario privado de provisión, la identificaban con el modelo Alzira, el cual tan solo es un modelo de gestión del sector sanitario público, de externalización de la gestión, y campaban a sus anchas los tópicos que ha sufrido y con los que ha sido calificado el sector privado durante todos estos años, del tipo: la sanidad privada vive de la pública, la sanidad privada sólo atiende a pacientes leves, la sanidad privada no tiene calidad ni tecnología...
Todos ellos han estado al orden del día para satisfacción de aquellos que entienden que todo lo que es crecimiento del sector sanitario privado es una merma para el sector sanitario público, porque sólo en él está la clave del sostenimiento y la garantía del sistema de bienestar sanitario y social de nuestro país.
Hasta la llegada de IDIS ninguna institución pública o privada en España se atrevía a publicar resultados sanitarios y fue sólo tras la llegada de nuestra institución y la publicación de los informes de resultados en salud en el sector privado (RESA), del que en las próximas semanas publicaremos el tercer informe, cuando alguna administración pública, como Cataluña o la Comunidad de Madrid han empezado a hacerlo.
En estos 4 años hemos emitido más de una decena de informes con rigor, transparencia y objetividad con el fin de saber cuál es la realidad en nuestro sistema sanitario y de la aportación de valor de la iniciativa privada en su conjunto. Además, hemos destacado la aportación del sector privado desde una perspectiva que no se contemplaba, como es la generación de riqueza para nuestra sociedad en términos de empleo y contribución al PIB. Hoy ya no se puede decir que no hay datos que hablen de la aportación o de la eficiencia del sector sanitario privado, se podrá simplemente no querer ver la existencia de esos datos porque son patentes.
A día de hoy, nadie discute que para el mejor aprovechamiento de los recursos es imprescindible la unidad en torno al paciente tanto del sistema sanitario público como del privado; y ahora que la sostenibilidad del sistema está en entredicho,es más que evidente que el sector privado es ya una referencia en innovación tecnológica y en investigación, aspectos clave de los que nuestro país no puede dejar de lado, ni olvidar, ni perder.
Sigamos avanzando en la línea de integrar los dos sistemas, el público y el privado, para que entre todos demos la máxima cobertura sanitaria a toda la población. Con ello ganaremos todos, dado que tratar hoy de mantener al sistema sanitario privado en el ostracismo es el mayor error en el que podría caer el sistema público de salud.
Para finalizar un apunte: ya son más de 85 instituciones las que se han unido a nuestra institución, con independencia de sus intereses y de sus objetivos directos; solo con la finalidad de sumarse a un proyecto que trata de promover e impulsar un sistema sanitario mejor para todos.