Estos días por los
hospitales de Madrid se vive una tensión ambiental infinitamente menor a la vivida la semana pasada. Esto se explica por varios factores:
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los datos, que son tozudos en manifestar que en Madrid empieza a disminuir la intensidad de la epidemia
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por otra parte, el conocimiento cada vez mayor del curso de la enfermedad implica mejor manejo conllevando menor ansiedad
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porque la organización en este periodo ha sido fantástica y elogiable
Todo esto aporta, como no puede ser de otra forma,
menos tensión del personal implicado en la primera línea de tratamiento del Covid-19, y se percibe.
Una mañana me comentaba el
Dr. Cesar Casado, jefe de Servicio de Cirugía Plástica y Quemados del Hospital La Paz, que en su y mi hospital han pasado en las urgencias de 40 pacientes de media al día, antes del coronavirus, a 3-4 en la situación actual. Me decía que parece que la gente ya no se secciona tendones cortando jamón o cualquier otro producto, ya no hay quemaduras, no hay accidentes domésticos por electrocución …etc. Añadía que esto es evidente, y sugería que
una explicación podría ser, que estando en casa los padres se tiene más cuidado con los niños y con los mayores, que los adultos están menos estresados, que se deja pasar los pequeños accidentes en su domicilio aunque ello implique que las medicinas no las cubra el seguro, por
miedo a contagiarse.
Esto que es, sin duda singular, no ocurre solo en esta especialidad y así han disminuido o casi han desaparecido las
anginas de pecho, los infartos, los ictus, las colelitiasis….. tanto que los
códigos ictus e infarto son casi simbólicos. ¿Cuál sería la explicación a estos hechos? Son muchas, variopintas y seguro que discutibles, pero los datos son los datos mal que nos pese.
En todas las
especialidades médicas y quirúrgicas la situación es superponible y por tanto algún denominador común debe de existir para que se de esta situación de precariedad de
enfermos 'no covid' en todas ellas. Entre las causas posibles que se me ocurren, probablemente a todos los lectores, es que la situación de
trabajar desde casa supone para “todos” los trabajadores una disminución obvia del estrés que supone el trabajo presencial, que implica,
atascos, retrasos, fichar, relaciones humanas no siempre agradables…… es decir que
el teletrabajo podría ser efectivo en disminuir ostensiblemente esta lacra de las sociedades industrializadas actuales que se llama “estrés”.
¿Esta situación de teletrabajo es mantenible fuera del estado de alarma? Sería la gran incógnita. Yo me atrevo a pensar, incluso a manifestar que
un tercio de las empresas que han tomado la decisión de dejar a los empleados en sus domicilios de forma impuesta o por iniciativa propia podría seguir haciéndolo, más hoy día con el desarrollo tan imponente que ha ocurrido en el mundo de las comunicaciones.
A modo de ejemplo, para obviar las fórmulas más conocidas mayoritariamente evitando su colapso (correo electrónico), aunque existen otras muchas, así pues:
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para gestionar proyectos con método ágil (Trello, Asuna, Kanbanchi y Jira...)
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para mantener conversaciones individuales y en equipo (Google Hangouts, slack...)
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para planificar las comunicaciones online grupales (zoom, discord, Skype...)
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para trabajar seguro, sin riesgos de las distintas conexiones (open VPN, Jumpcloud...)
Es decir,
estar comunicados desde casa tanto o más que en la oficina o lugar de trabajo hoy es posible. Se me ocurren que los locales de
coworking, compartir el local de una oficina de forma organizada… permite una conexión del personal esporádica y reglada suficiente para obviar los problemas que supone el día a día y que enumeramos anteriormente y lo más importante
evitaría el estres y falta de tiempo que supone la actividad presencial.
Creo que es el momento de hacer una reflexión seria de esta posibilidad de teletrabajo y
sería deseable que desde la administración se fomentara con bajada de impuestos o subvenciones especiales… Sin duda contribuirían a la
disminución de la contaminación ambiental con la aportación clara al cambio climático, a la disminución de enfermedades, a la
restricción importante de prestaciones sociales no menores (transporte público…), y cómo no, mejoraría infinitamente la conciliación familiar.
En esta balanza artificial de beneficios y perjuicios (menor fiscalidad…) estoy seguro de que la balanza se inclinaría en
ahorro para la administración de forma nítida. Espero que esta desaparición de enfermos 'no covid' en esta pandemia nos aporte
conclusiones positivas y deseo que se sepa valorar e implementar adecuadamente.