Recientemente finalizaban en Madrid, con un rotundo éxito, las 34 Jornadas de Enfermeras Gestoras impulsadas por la Asociación Nacional de Directivos de Enfermería (ANDE), y cuyo lema ha sido 'Generando confianza. Líderes de la transformación'.

Elegida minuciosa e inteligentemente, esta consigna refleja a la perfección y más que nunca, la necesidad estratégica en los sistemas de salud sobre el posicionamiento de enfermeras expertas en los niveles más altos de la administración sanitaria para la toma de decisiones.

Las organizaciones necesitan y desean líderes fuertes, con capacidad de gobernanza, de independencia y de crítica constructiva. Que no construyan su gestión sobre anhelos parciales y eviten frustraciones, que materialicen el avance clínico para mejorar la vida de las personas y profesionales. Los mensajes claros y los hechos, en especial esos últimos, son la mejor inspiración para el liderazgo.

Todos, absolutamente todos los Directivos de la Salud, tras un recorrido laboral se han preguntado: ¿merece la pena pelear pese a las dificultades y sinsabores que en ocasiones conlleva una vocación de servicio en este sentido?

He tenido el orgullo de asumir la responsabilidad de un puesto directivo, y reflexiono sobre ello, sobre las dificultades, desafíos y luchas personales. Como diría nuestro ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, “como no estás experimentado en las cosas del mundo, aquellas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles, confía en el tiempo que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”.


"Necesitamos líderes que dediquen en sus agendas tiempo para pensar en la complejidad, que se adelanten a los cambios en la diversidad y permitan procesos de co-creación entre las personas"



Con humildad y virtuosismo, este último en el sentido de estar entrenado para lo arduo y valioso como afirma Alfred Sonnenfeld en su libro 'El Arte de la Felicidad', los directivos de la salud debemos poner en valor la profesionalidad y la mirada enfermera, retener el talento actual y fomentar el que ha de venir con una visión de una década cuento menos , sin olvidar el carácter universal del cuidado y su gran potencial asociado al crisol de valores implícitos en nuestro mismo ser.

Estamos llamados a avanzar con determinación y paso firme, con el objetivo de consolidar el respeto social y político al colectivo, sin olvidar a mi juicio dos cuestiones cardinales: la primera es que nadie nos valorará si no lo hacemos nosotros mismos y con ello ya tenemos una tarea transcendente, y la segunda, las enfermeras necesitan pasar de las palabras a los hechos, es decir, un viaje certero y valiente con la vista puesta en el desarrollo profesional efectivo de la mano de líderes transformacionales.

¿Cómo reconocer a los líderes en Sanidad?


Estos líderes a los que me refiero y que, ni muchísimo menos son una novedad, son fácilmente reconocibles porque abrazan con valentía los nuevos retos sociales, comportándose como verdaderos motores de impulso y con mentalidad de cambio. Son profesionales que, en ocasiones, trabajan sin demasiados aspavientos y llamando poco la atención, con discreción, forjados en valores como el trabajo en equipo, ejemplares en su forma de ser y estar, ambiciosos, pero también con humildad, responsabilidad, iniciativa, respeto, coherencia y consistencia. Tienen, aunque no lo saben en muchas ocasiones, el gran cometido de influir decisivamente sobre el desarrollo de los otros, fomentando la inteligencia colectiva, siendo inspiradores mediante su personalidad, pero también con cortesía y amabilidad.

La tarea más importante para cualquier directivo es “decidir” porque a través de este sencillo pero a la vez difícil verbo, se es capaz de transformar los problemas en soluciones, implicando a las personas que se dirigen. La mejor de las decisiones es sin duda la prudente, y la prudencia es más necesaria que nunca. Las decisiones deben ser tomadas tras el análisis concienzudo y la reflexión sosegada. Necesitamos líderes que dediquen en sus agendas tiempo para pensar en la complejidad, que se adelanten a los cambios en la diversidad y permitan procesos de co-creación entre las personas.

Llegado este punto, pareciera que no existiesen este tipo de personas y más concretamente enfermeras. “Gaudeamos” (del latín, que nos exhorta a la alegría), alegrémonos pues, porque las hay. Existen experiencias en varias Comunidades Autónomas que han hecho una fuerte apuesta en este sentido, posicionando a enfermeras con liderazgo efectivo. Son profesionales influyentes y fundamentales en las más altas decisiones sanitarias, con conciencia organizativa y orientación de servicio público y que han logrado catalizar desde la creatividad y la participación el cambio con valentía, honestidad y generosidad.

Tanto los políticos como todos aquellos que han sido elegidos por motivos diversos para la toma estratégica de las decisiones que afectan a los ciudadanos en las diferentes Consejerías de Sanidad, tienen la obligación, con la suficiente reflexión valiente, de amplificar y tornar su mirada al colectivo de las enfermeras. Para nombrar, no solo ya directoras y directores de Enfermería de los tres ámbitos asistenciales, sino gerentes en Atención Primaria, Hospitales o Servicios de Emergencias como ya ocurre en el presente en este país.

La experiencia habla por sí sola, tan sólo hay que tener interés por conocer el denominador común de todos los ejercientes en puestos de alta dirección.  La motivación inspiradora, la observación precisa de la oportunidad, el respeto a los rebeldes porque con ellos se crece, movilizando a todos los colectivos dentro de la organización para el bien común, generando optimismo y confianza. A ellos les gustan los retos, crean cultura y entienden que la necesidad compartida es la base para generar valor a través de la colaboración multiprofesional, bajo un novedoso modelo humanizado que dé respuesta a las necesidades de las personas. Su ente de razón, se centra de manera singular en la circunscripción por hacer cosas que importan, cosas buenas y que merezcan la pena: es su legado. El legado es la clave, construyendo con visión.

La Gerencia de Enfermería o Cuidados, ya creada por ejemplo en Madrid, es acertada y un gran paso dado hace tiempo. Más acertado aún sería su inclusión en la estructura del SERMAS, tras el reciente nombramiento de Dña. Elena Fernández Cano y a quien aprovecho para felicitar. Esto confirmaría la valentía y apuesta real por la visión del cuidado enfermero, que ojalá se materializara en una Dirección General de Cuidados como ya ocurre en otras Comunidades autónomas. Si se quiere, se puede.

En un nuevo tiempo, donde todo es ruido, y en el que pareciera que la meritocracia no está suficientemente valorada, no puedo estar más de acuerdo con Mario Benedetti cuando afirma “tanta gente con talento sin contactos y tanta gente con contactos sin talento”. Debería hacer pensar sobre la correcta designación de visionarios, respetando los principios de mérito y capacidad.