Otra vez atiza la Dama del Alba, que teatraliza Alejandro Casona, disimuladamente, a su ritmo y cumple con su misión de guadaña de la vida. Por la tarde recibo una llamada:
“Acaba de fallecer, en el Hospital Puerta de Hierro, Federico Mayor Zaragoza”. Algo se encogió en mi interior y se revolucionaron todos los recuerdos y evocaciones. Sin decir nada me dirigí a mi sillón de pensar, para ordenar ese maremágnum mental.
La noticia estaba clara:
Fallece a los 90 años Federico Mayor Zaragoza,
ex Director General de la UNESCO durante dos elecciones; anteriormente había sido
Ministro de Educación en el Gobierno de la UCD; había sido
rector de la Universidad de Granada; es uno de los dos-tres científicos que perteneció a las cinco academias más representativas de la ciencia en España y siendo muy joven había conseguido la
cátedra de bioquímica en la Facultad de Medicina, que desempeñó en Granada y la Autónoma de Madrid, donde crea el laboratorio de biología y genética molecular. Varios nombramientos de
Doctor Honoris Causa por universidades a lo largo y ancho de nuestro mundo y conferenciante incansable.
Todo lo anterior es cierto, pero eso solo es la descripción de un curriculum vitae conocido y que será divulgado decenas de veces en estos días,
para mí, Federico Mayor, es más, mucho más.
Con ocasión de cumplir los ochenta años Vicente López-Ibor, la familia decide hacerlo de forma científica, me encargan la coordinación de una obra en la que se invitó a participar a unas 20-30 personas para elaborar un texto de actualización de la Psiquiatría de la infancia y adolescencia en España.
En esa obra participaron tanto Federico Mayor como su hijo, a la sazón Catedrático de Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid. Coordinar a estas dos personas fue lo más fácil de toda la obra, disciplinados, coherentes y muy colaboradores. Como coordinador puedo decir que el Prof. Mayor Zaragoza cumplía a rajatabla el axioma que
a mayor nivel científico y profesional, más fácil es de coordinar.
Hablar con Federico Mayor Zaragoza era una delicia,
una persona cercana, afable, accesible, con una conversación fluida y llena de interés, su sonrisa le hacía más cercano y su mirada, con sus ojos azules, era directa y penetrante, pero llena de comprensión y que estimulaba la intervención. Una persona culta, había realizado mil viajes y tenía un millón de anécdotas llenas de agudeza. Hablar con Federico
era tener temas y temas a desarrollar, con humor lacónico tipo inglés.
Fue testigo y padrino en la constitución del “Aula de formación permanente en trastornos mentales de la infancia y la adolescencia Dr. Vicente López-Ibor Camós” sita en el Hospital la Luz de Madrid y de la que me nombraron director del aula. El acto de constitución fue emocionante y lleno de cariño por parte de Vicente y de Federico.
Cuando fue Ministro de Educación fuimos a verle para intentar conseguir la especialidad de Psiquiatría Infantil, nos apoyó claramente y salimos contentos, pero al cabo de unos meses nos llamó de nuevo para decirnos: “no me lo explico, pero hay una “mano negra” en sanidad que lo paraliza y no lo da paso”. Hemos tenido que esperar hasta 2022 para que la especialidad fuera reconocida. La alegría de esa gran familia fue muy importante, más allá de sus propias titulaciones académicas, siempre estuvieron por esa labor desde el lugar en el que estaban, pero la “mano negra”...
Federico Mayor en una entrevista formuló una frase llena de contenido:
“La labor de los científicos debe ser hacer de voz de los que no tienen voz”, magnífica máxima para comprender la función social y el compromiso social de los científicos.
Federico Mayor así lo hizo. Cuando finalizó su mandato en la UNESCO,
creó la Fundación para la paz, tuvo su compromiso con el movimiento “No a la guerra”, firmando manifiestos por la paz y en contra de la invasión de Irak, fue un apoyo para la retirada de las tropas españolas por parte del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, fue su compromiso social con su fundación, cumpliendo con su propia máxima, relatada con anterioridad. Decididamente,
prefiero el curriculum vital de Federico Mayor que el curriculum vitae, por mor que estos días se va a airear éste en detrimento de aquél.
Federico
es una persona irrepetible por su dimensión científico-técnica, por su personalidad, por su faceta humana, por el ejercicio político y su repercusión social. Vamos a echar de menos esa visión cauta y a la par crítica, a sus intervenciones respetuosas y llenas de rigor.
He querido dejar un último comentario para su hermana Juana, una persona clave para comprender el cemento familiar. Juana, no quisiera olvidarme de darte un abrazo fuerte y profundo.
Al resto de la familia de Federico, su hijo Federico y su sobrino Vicente, en los que personalizo el abrazo y las condolencias para toda la familia. Por mi parte, salgo de mi sillón de pensar,
la emoción se anuda en mi garganta.
Hasta siempre Federico Mayor Zaragoza, que la tierra te sea leve.