El fútbol femenino ha conseguido varios hitos fundamentales en pleno verano y sus resultados han perturbado sobre manera la tranquilidad supuesta del descanso veraniego de las bien pensantes cabezas de la media de la población española.
Clásica y mayoritariamente se nos presentaba el fútbol femenino como algo menor, no tenía tanto relieve como el fútbol de siempre, el de los hombres. El apoyo mediático y económico hacia el fútbol femenino era testimonial, era algo de aficionadas, no eran profesionales ni se las esperaba. De forma, un tanto condescendiente, se les toleraba. Pero consiguen tener su liga con mucho trabajo y tesón. Lucharon por conseguir un convenio laboral con regulación de horarios, bajas por enfermedad y lesión, descansos… Así se profesionalizaba, por fin, su actividad e iban obteniendo cierto reconocimiento profesional.
De forma simultánea, algunos equipos como el Atlético de Madrid y como el Barcelona inician su andadura europea, consiguen tener resultados razonables y hasta el Barcelona se alza con la Champions femenina en Europa, su jugadora estrella, Alexia Putellas, es reconocida con dos balones de oro en años sucesivos y el segundo se le otorga a pesar de estar lesionada gravemente. En las etapas menores de 19 y de 17 años, las chicas consiguen éxitos fantásticos a nivel internacional y la selección consigue ser finalista de la competición europea.
A nivel mundial, la selección española de fútbol femenino solamente había competido en dos ocasiones previas y la del presente año era la tercera vez y las candidatas al trofeo eran muchas y acreditadas por todo su recorrido como Inglaterra, Suecia, Japón, USA y Alemania. España llegaba con su ilusión y tras un año muy duro como consecuencia de un levantamiento de las jugadoras, las denominadas “las 15”, en contra del seleccionador nacional y el consiguiente enfrentamiento con la Real Federación Española de fútbol (RFEF). La selección masculina de fútbol lleva participando en los mundiales desde hace más de 80 años, su participación siempre se saldaba con mucha ilusión de la población española a la que seguía la gran decepción con la que se finalizaba convocatoria tras convocatoria, todo ello a pesar de la publicidad, de los derechos de imagen y los millones que cobraban los futbolistas hombres, en comparación con las mujeres.
Este mundial femenino se celebraba en Australia y Nueva Zelanda, en nuestras antípodas. Los horarios eran muy especiales, aún así la gente ha respondido y los partidos de la selección de fútbol femenina tenían audiencia y se constituían como los programas con más telespectadores y sitúan a la cadena pública como la más vista en este periodo.
Y como por encanto estas mujeres recién llegadas al fútbol profesional, que jugaban solo su tercer mundial, llegan a la final y la ganan, haciendo un fútbol que encandila a los telespectadores y a la crítica futbolística. Ya son campeonas del mundo, han superado todo tipo de dificultades, incluida la desconfianza, un tanto machista, de los comentaristas profesionales. Todo es excesivo en la celebración, incluida la presencia y los saltos de la reina y de la infanta de España. Todo es alegría y mundo happy, happy. Así iban las cosas hasta que…
Salta a las redes sociales un par de actos protagonizados por el Presidente de la RFEF, persona que toma el protagonismo y se lo sustrae a quienes se lo merecían por méritos propios. En uno de los actos, recuerdo que son actos, no son opiniones, ni interpretaciones banales, son actos constatables por imágenes que han sido rodadas desde ángulos diferentes y, con posterioridad, ampliamente difundidas. En el primero de ellos el gesto, tan “usual”, de llevarse la mano derecha y coger sus testículos para señalar que se ha derrochado valor y ganas, según explica el propio sujeto. Se recuerda: Palco presidencial, con la presencia de la Reina y la Infanta de España. Luego se reparten las medallas, se impone la medalla a las campeonas españolas, pasan por las autoridades y las abrazan con respeto y cariño, hasta que… toca el turno a Jenni Hermoso con el Presidente de la RFEF y lo que se ve, de forma muy evidente, que el Presidente de la RFEF toma la cara de la jugadora, la sujeta con las dos manos y le planta un beso en los labios y luego una palmotada al marchar.
A partir de aquí ya empiezan las opiniones y los debates en la prensa española e internacional, en los medios televisivos, en los debates y otros círculos de opinión, incluidas las redes (in)sociales del uno al otro confín. Reuniones y asambleas de la RFEF, versiones rocambolescas por parte del presidente de la RFEF que no se corresponde con las imágenes y el posicionamiento de los “opinadores” de siempre y los advenedizos y oportunistas.
La asamblea de la RFEF fue surrealista: solo una muy pequeña parte testimonial son mujeres, y la gran mayoría son hombres que reaccionaron, mayoritariamente, con un sesgo machista de relevancia a tenor del momento en el que interrumpían el discurso “justificativo” del sujeto, unas interrupciones hasta con vehemencia. Aplausos con tintes de “tripa agradecida”.
Con estos eventos se mezclaba las reuniones del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), del Consejo Superior de Deportes (CSD) y la sanción preventiva de la FIFA desposeyendo de oropeles y representatividad al sujeto de la acción. Así que: ¿es o no es un abuso sexual? ¿es falta grave o muy grave? De la respuesta a ambas preguntas depende el devenir ¿Qué les parece si vds y este articulista nos acercamos a contestar esas preguntas desde una visión diferente: el criterio científico-técnico? ¿Qué dice la evidencia científica sobre el concepto de abusos? Es fácil, basta buscar respuesta a las preguntas habituales qué es, cómo se presenta, quién los realiza, dónde se llevan a cabo.
El qué es: Lo que se realice debe poner en evidencia un acto con un significado sexual, por ejemplo, tocamientos “intencionados”, besos más allá del saludo social y el final consiste en el forzamiento hacia la violación. En la mayoría de los actos abusivos casi nunca existen restos biológicos susceptibles de investigar la determinación de ADN, lo que es muy importante para determinar el concepto, el hecho se suele reducir a “palabra contra palabra”, salvo que existan testigos concretos o pruebas gráficas que lo evidencien, por ello la justicia se muestra muy reacia a catalogar la importancia de los abusos/agresiones sexuales, incluso con imágenes demostrativas, como es el caso que nos ocupa.
Cómo se presenta: Tal como se ha expresado con anterioridad son variadas las formas de presentarse, a veces se consideran como actos de baja intensidad y se les resta tanto la importancia como el impacto que originan en la víctima, mientras que el perpetrador de esos actos consigue su satisfacción y, sobre todo, comunicar su posición de dominio. Pueden presentarse de forma aislada o con una cierta secuencia que van minando la resistencia de la víctima, buscando/imponiendo el “secreto” bajo una amenaza implícita o explícita a la víctima en el caso de desvelar los hechos. Un componente claro que se realiza sobre estos actos, cuando existe un predominio de la cultura machista, consiste en realizar una inversión en la carga de la prueba, de tal suerte que se culpabiliza a la víctima y el sujeto se auto-victimiza, atrayendo hacia sí un buen número de complicidades de la propia cultura machista.
Quién los realiza: En estos casos la investigación es bastante clara, los actos los realiza una persona con poder y dominio real sobre la víctima, con un ascendiente real sobre ella, sea de la índole que sea (laboral, docente, familiar, social). Son jefes o “jefecillos” del ámbito laboral, profesores directos de la víctima o miembros del cuerpo docente, sujeto con un cierto “prestigio” o relevancia a los ojos de la víctima. Este hecho es capital para el concepto de abuso/agresión: el puesto de poder del sujeto en relación a la víctima, este poder se infiltra en los propios actos abusivos, de tal suerte que sorprenden y pueden llegar a paralizar, en ese hecho concreto, a la víctima; en ocasiones se puede acusar a la víctima de consentimiento por la inacción, cuando es sorpresa e imposibilidad de defensa por lo que representa el sujeto, este mecanismo tampoco suele ser evaluado en esta acepción por el sistema judicial. Una conclusión conceptual fundamental: para considerar un acto como abuso/agresión es crucial y determinante que el sujeto que lo perpetra tenga una posición de poder y/o dominio sobre la víctima, lo que comporta que la realización de ese acto sea la expresión de un abuso de poder en sí mismo.
Dónde se realizan: Lo habitual es que se realicen en el ámbito privado, pero no es extraño que cuando son actos del tipo “micro” o “low” actos, pueden pasar desapercibidos menos para la víctima. En el caso que nos ocupa, se hace en público, en la línea de las autoridades y trasmite el poder sobre la víctima y sobre la situación, cabe la comunicación implícita: estamos en público ¿cómo va a llevar mala intención? Pero este contenido se hace explícito cuando se distorsiona el contexto y la secuencia de los hechos, aportando una explicación de “normalidad” para el sujeto. Lo cierto es que, en este caso, existen imágenes muy claras y determinantes, aquí el poder de los ocurrido y los pasos sucesivos que se han desarrollado.
Los medios más conservadores y los grupos más machistas suelen realizar una crítica destructiva y demoledora con todo lo que realiza la víctima tras ser abusada, ponen una lente de amplificación muy clara sobre ello, aparece entonces un segundo abuso: condenar a la víctima a que se encierre, a que sufra, no puede salir ni buscar relaciones que compensen ese impacto. Hay que considerar que la reacción de la víctima, en muchas situaciones, no es inmediata, precisa un tiempo para dar un sentido a lo que ha pasado y al alcance personal que tiene. En este sentido el Magistrado Joaquín Bosch lo explica con la claridad habitual con la que explica las cosas: “En los delitos contra la libertad sexual, es frecuente que la defensa cuestione actos posteriores de las denunciantes, como en los casos de la Manada o Arandina. Si hay pruebas directas, los tribunales son reacios a dar relevancia a hechos posteriores que no alteran lo sucedido”. Efectivamente, que la víctima se vaya donde quiera y pueda no resta ni un ápice de realidad a lo que ocurrió, siendo actos reprobables y punibles en su presentación y allí donde ocurrieron.
Ahora vds, lectores y lectoras, podrán comparar los datos que se aportan desde la perspectiva científico-técnica y los hechos que se han desarrollado tras la final del campeonato del mundo de fútbol femenino y que ganaron las jugadoras españolas. No obstante, voy a emitir una opinión clara desde esta perspectiva científico-técnica: el Presidente de la RFEF realizó actos impropios, el beso a la jugadora Jenni Hermoso debe incluirse en un abuso rotundo y claro de poder por parte del sujeto, que los pasos posteriores solo hacen que confirmar esta situación, sobre todo por el afán en culpabilizar a la víctima y victimizarse él mismo.
La reacción de la prensa nacional (mayoritariamente), y de la prensa internacional (casi de forma unánime) es inequívoca y solo el TAD se ha mostrado totalmente dubitativo y tendente a la minimización de lo hecho, utilizando razonamientos peculiares que reinterpretan las clarísimas imágenes que se ven.
El conjunto de las jugadoras, tanto del equipo campeón, como del conjunto de la liga femenina española, han sabido actuar con templanza y con prudencia, de tal suerte que su carta, firmada por 81 jugadoras, es fundamentalmente la restitución de la dignidad como jugadoras y, sobre todo, como mujeres. Este punto es crucial porque el acto realizado atenta contra la línea de flotación de esa dignidad como jugadoras, como mujeres y como personas individuales y sociales.
Es el tiempo de desterrar estos comportamientos tan machistas del fútbol en particular, pero del deporte en general. Debemos reconocer con sinceridad y orgullo que el deporte femenino español ha sabido mantener el listón alto en competiciones internacionales sectoriales y en las olimpiadas, donde las mujeres consiguen, igualar o superar, la consecución de triunfos y puestos de pódium a los hombres. Esa es la supina dignidad que se debe reconocer al deporte femenino, todos tenemos el deber de saber reconocerlo y salvaguardarlo.
Se abre un espacio y un tiempo para que se obre con sensatez y con severidad, no puede quedar en entredicho la dignidad de las jugadoras. La jugadora de la selección española y del Barcelona, dos veces balón de oro: Alexia Putellas, fue rotunda con una frase que se ha generalizado: “Se acabó”, nunca dos palabras adquieren tanto sentido de lucha y de dirección hacia la dignidad.
Una de las jugadoras españolas campeonas del mundo de fútbol femenino, también ha sido elegida como la mejor jugadora europea por la UEFA, en la ceremonia de recogida del trofeo, la ganadora: Aitana Bonmatí dijo algo clave: “Como sociedad, en una relación laboral no podemos permitir abuso de poder ni falta de respeto”.
Ahora… al rincón de pensar.