“Hay que proteger a las buenas causas de los malos argumentos” - Daniel Innerarity (2022)

Parece ser que vuelve a cambiar el ministerio de Sanidad, en cinco años, cinco ministr@s. Algo querrá decir. Sí, circunstancias externas: ataques personales, elecciones y pactos, nuevas elecciones y nuevas elecciones. La Sanidad no debiera estar sometida a estos cambios contínuos. El tema es importante porque: iniciamos un año electoral, la sanidad está que arde, la sanidad no gana elecciones, pero la sanidad hace perder elecciones.

Cuanto más se tarde en realizar el cambio en Sanidad, peores repercusiones tendrá. Se recuerda: año electoral y asuntos, quizá demasiados, pendientes en la gestión sanitaria.

Se piensa que el Ministerio de Sanidad tiene escasa utilidad, habida cuenta que está transferida la gestión a las comunidades autónomas. La pandemia, entre otras cosas, evidenció que el Ministerio de Sanidad tenía importancia. Las labores de planificación y coordinación para la homogeinización del sistema en su conjunto son fundamentales.

En mi modesta opinión existen seis áreas de trabajo a realizar hasta las elecciones que resultan prioritarias e inaplazables:

1. Reordenar la organización del SNS, agrupando las tareas de la cogobernanza, fortaleciendo el Consejo Interterritorial del SNS y avanzando hacia una organización de tipo corporativo, con el fin de fortalecer la estructura y la organización del SNS, reforzando las interacciones a los diversos niveles administrativos y organizacionales del SNS. El objetivo fundamental: redimensionar e incrementar el sentido de pertenencia a la organización, conociendo por dentro el SNS y el mundo sanitario, se sabe que el sentido de pertenencia, sobre todo en los profesionales, está bastante dañado y debilita el funcionamiento del conjunto del SNS.


"La inversión sanitaria per cápita debe ser más homogénea"



2. Contener la tendencia a la dispersión y atomización del SNS. Se ha referido el gran papel que cumple un nuevo hito para la cogobernanza del SNS, pero además se encuentra obtener una financiación adecuada y suficiente, estudiando la posibilidad que en la transferencia presupuestaria a las comunidades autónomas exista un presupuesto finalista para la Sanidad. No se puede olvidar que en las comunidades autónomas los presupuestos sanitarios alcanzan el 30-40 por ciento del total de los presupuestos, por lo tanto, es la partida de mayor relevancia para las comunidades autónomas y esta relevancia debe ser tenida en cuenta para que la inversión sanitaria per cápita sea más homogénea, evitando que comunidades ricas se sitúen a la cola de la inversión sanitaria, como ocurre en la comunidad de Madrid.

3. Redefinir las tareas, tanto en las formas como en el contenido, reforzando el trabajo en equipo y con equipos profesionalizados y experiencia en el campo de la gestión sanitaria. En esta labor existe una tarea absolutamente prioritaria: retomar las estrategias que ya están formuladas y publicadas, con el fin de establecer la coordinación adecuada de los diferentes programas y que sean un tema fundamental en el campo de la cogobernanza. Un ejemplo palpable es el de la Atención Primaria, nivel asistencial en una crisis muy importante que originó la formulación y publicación en el BOE de una estrategia específica que sigue sin implementarse, con el resultado de conflicto en varias comunidades autónomas, cada una con sus características específicas y que requiere una atención muy especial y una recanalización de inversión sanitaria que se vaya acercando al 25 por ciento que recomienda la OMS en este sector.

4. Priorizar las tareas a desarrollar en el curso del año electoral. En efecto, para ello hace falta conocer muy bien el sector sanitario para poder tener un criterio adecuado a la hora de priorizar las diferentes acciones y políticas. La labor de planificación y coordinación exige esta priorización de los programas y tareas para este año, por ejemplo: elaborar un mapa de profesionales sanitarios y de especialistas, de cara a realizar la propuesta pertinente a Universidades para la dotación de plazas en las facultades, con vistas a que ser muy conscientes que en los próximos diez años se jubilan casi la mitad de los profesionales en muchas comunidades autónomas.

5. Decidir, una vez priorizadas las tareas y programas a desarrollar se debe tomar una decisión, flexible pero firme, para su cumplimiento. Lo más sensato se puede definir como: lo más concreto hacerlo primero. Efectivamente, porque se consigue ver el resultado en un corto periodo de tiempo, las tareas complejas se pueden formular y orientar, pero a la hora de tomar decisiones, se precisan ver resultados de cara a ese año electoral. Las tareas a desarrollar, en esta toma de decisiones, deben ser claras y sencillas, formuladas de forma adecuada y con objetivos muy precisos.

6. Programar, es importante que la priorización y la toma de decisiones se realice en base a un programa concreto de problemas identificados y de tareas a desarrollar, mucho más allá de las propias de la pandemia y sus consecuencias, aunque integrándolos. Programar significa que se concretan las necesidades y, por lo tanto, se puede realizar un tempograma claro, identificándose el compromiso con esa identificación de los problemas y compromete al conjunto del SNS al abordaje de estos temas, con el fin de adecuarlos a la mejora del SNS. En este campo se puede señalar la política de digitalización, la nueva visión de la salud mental, la adquisición de bienes y servicios, la farmacia y el precio de los fármacos, la investigación y su dotación presupuestaria, la formación de postgrado y la formación continuada, estos y otros temas fundamentales tienen un gran interés.


"Necesitamos que el próximo ministro sea nombrado cuanto antes, para que otorgue de seguridad en la gestión"



Estas seis áreas son prioritarias de tomar en consideración, es evidente que para ello se precisa un conocimiento serio sobre el sistema sanitario y su funcionamiento interno. Necesitamos que este quinto responsable político-administrativo sea nombrado cuanto antes (no sería buena idea esperar hasta las elecciones autonómicas y municipales, dicho con el máximo respeto) para que otorgue seguridad en la gestión y realice acciones rigurosas con efectos adecuados de cara a que en el periodo electoral se
pueda aportar resultados a la población.

Una clave de primera magnitud consiste en que desde Sanidad se debe insistir, ante los departamentos ministeriales económicos, que el presupuesto sanitario es una inversión que contribuye de forma directa en la cohesión social y la cohesión territorial, que facilita y atrae conocimiento y talento para investigar, tanto en la biomedicina como en los aspectos tecnológicos, y obtener nuevas opciones de trabajo especializado y
cualificado.

Hay modelos de gestión político-administrativa en la sanidad que se han demostrado desafortunados. El tiempo no soluciona los problemas. La solución parcial es un parche que, a medio y largo plazo, se demuestra ineficiente e inefectivo. La gestión a la zaga solo hace poner en crisis la propia gestión. El claro desconocimiento del sector sanitario, en el momento actual pasa a ser un lastre. La insuficiencia en la actitud gestora provoca agravamiento de los factores de crisis. Recordemos: la sanidad no hace ganar elecciones, pero las hace perder.

La sanidad precisa dejar de ser la “hermana pobre” de la gestión político-administrativa y tomar la importancia que tiene y la población le otorga. La sanidad es un sector fundamental y pilar básico del Estado de Bienestar, no se le puede banalizar.