Deseo remitirme a las noticias publicadas en Redacción Médica los pasados días 4 y 5 de enero de 2016 acerca del fallecimiento del profesor José María Segovia de Arana. En definitiva, quiero escribir unas palabras de agradecimiento y condolencia ante tamaña pérdida.
Lo recuerdo por su figura en la sanidad en sus comienzos, por entonces en mi residencia de Barcelona, como el secretario de Estado de Sanidad del cambio, de la evaluación de los servicios médicos por medio de controles de calidad y de realizar una ejemplar y grandísima obra; y no solamente por el programa MIR, el FIS, y hechos similares tan evidentes e importantes, sino por saber elegir la excelencia y separarla de la vulgaridad; apostar fuerte y mantenerse en su obra con perseverancia.
No por su edad ha dejado de impresionarme su fallecimiento, pues debo confesar que siempre le he tenido gran respeto, admiración y aprecio. Y mucho más desde la perspectiva de la universidad, la sanidad y el desarrollo de la profesión médica, en los que ha sido un gran maestro, un médico ejemplar, con grandes dotes de gestión, visión científica de los acontecimientos, apuestas importantes y cargado de humanidad.
Ha sido, en fin, un hombre de bien, y muy relevante al que no le han faltado enemigos. Ya nos gustaría haber tenido muchos hombres como él en las instituciones, sociedades científicas, Colegios de Médicos y Organización Médica Colegial…
Me embarga una gran pena porque necesitamos líderes como él que nos saquen de la pérdida del valor del médico ante la sociedad, y que nos protejan de los avatares que acechan a nuestra profesión. Mis condolencias a sus familiares, y mi pesar como médico porque fue un gran hombre además de médico.