“La pandemia ha supuesto un paso adelante en el impulso definitivo de la digitalización de la sanidad. Sobre todo, en determinados aspectos y especialidades, acceso a terapias específicas y en relación con el seguimiento de patologías crónicas y educación para la salud, por ejemplo. Unos procesos que han recibido la valoración positiva de los pacientes. Según el estudio 'Covid-19 Global Impact' elaborado por Cigna, casi el 60 por ciento de los españoles optaría por acceder a consultas online si pudiese hacerlo, un porcentaje muy superior al 48 por ciento registrado en enero del año pasado.

Antes de analizar el impacto y el posterior desarrollo de la digitalización de la sanidad en los profesionales, los pacientes y en el sistema sanitario en su conjunto, he de decir que, a pesar de que término ‘telemedicina’ es el más utilizado (incluso por la OMS), voy a referirme a la ‘telesalud’ o ‘telesanidad’, que es la denominación que se emplea en el ámbito anglosajón (telehealth) y que es la más exacta, dado que recoge todo el amplio proceso asistencial que recibe el paciente, a nivel de los diferentes profesionales que intervienen en el proceso, y en lo referente al ámbito clínico y social.

Hechas estas salvedades, lo primero que hay que tener en consideración es la evidencia positiva que ha tenido la tecnología aplicada a la práctica clínica y del cuidado, tanto para pacientes como para profesionales, en un momento en el que los procesos asistenciales han tenido que reconvertirse en tiempo récord y sobre la marcha. Queda por ver cómo afecta, a largo plazo, al acceso de los pacientes al sistema sanitario, como también, a la calidad y la seguridad de la atención. No olvidemos que la pandemia también ha evidenciado la dificultad de una parte de la población para acceder a las nuevas tecnologías, bien por no conocerlas suficientemente, o directamente, porque carecía de ellas.


"La pandemia ha evidenciado la dificultad de una parte de la población para acceder a las nuevas tecnologías"



Estas variables hay que valorarlas en el marco de actuación que tenemos por delante. Por un lado, una población longeva que necesita cada vez más cuidados específicos durante más tiempo. En paralelo, una población joven que ha hecho de la tecnología un ‘modus vivendi’. Todo ello, en el marco del hogar, que durante la pandemia se ha erigido como el gran ‘refugio’ para todos nosotros. Y dentro de un país que tiene grandes bolsas de concentración de población en determinados puntos, junto a otros semivacíos. Ambas situaciones dificultan la asistencia sanitaria. Por lo tanto, parece que la telesalud puede ser un punto de partida en el que puedan armonizarse todas estas variables.

Ahora bien, debemos tener siempre presente que la tecnología debe ser una herramienta complementaria que facilite la continuidad y seguimiento de la atención y los cuidados, al tiempo que se gestionan mejor los recursos sin prescindir de una atención personalizada, cercana y humana. Como también, que la telesalud representa una excelente oportunidad para el empoderamiento del paciente y reforzar su implicación en todo el proceso. Como, por ejemplo, ayudarle a preparar el encuentro, evaluar sus conocimientos tecnológicos, proporcionarle información para que se familiarice con todo el proceso y por supuesto, considerar la opción de una consulta presencial combinada con una telemática, en función de sus necesidades específicas. Puede ser una herramienta extraordinaria también para mejorar sus conocimientos en el cuidado y promoción de su salud y la de su entorno.


Colaboración de todos los agentes implicados


Dicho esto, la consolidación de la telesalud solo tendrá éxito si se cuenta con la colaboración de todos los implicados, desde los diferentes perfiles profesionales, hasta pacientes y cuidadores, sin olvidar a la sociedad en su conjunto. Es fundamental que todos participemos en esta transformación, que no debe ser sustitutiva de la atención y el cuidado presencial, pero que puede resultar un complemento excelente, que, sin escatimar esfuerzos, ni recursos humanos ni tecnológicos, sí que sirva para ahorrar costes superfluos, agilizar listas de espera, además de facilitar la conciliación laboral y familiar de profesionales y pacientes.

Podemos concluir diciendo que la pandemia ha dado lugar a la rápida adopción de la tecnología en la prestación de los servicios sanitarios, al tiempo que ha facilitado su aceptación por gran parte de profesionales y ciudadanos. Pero, a pesar del innegable progreso que se ha logrado, es importante proceder con cautela, especialmente, porque cuando los cambios se producen a este ritmo, existen posibles riesgos. Uno de ellos es dejar atrás al que no tiene posibilidades de acceso a la tecnología. Por ello, es imprescindible que asimilemos que el desarrollo de una óptima telesalud necesita de la participación de todos los agentes. De este modo, trabajaremos en la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario, su cuidado y preservación, facilitando una relación fluida entre profesionales, pacientes y sociedad en general. Porque, al final, el sistema sanitario lo formamos todos, profesionales, pacientes y ciudadanos sanos.