“Cuidar de sí mismo es una forma de enfrentarse al mundo, de comportarse y de relacionarse con los demás” decía la filósofa Victoria Camps al referirse al autocuidado en su libro ‘Tiempo de cuidados (Otra forma de estar en el mundo)’.

Es importante recordar esta definición porque vivimos en una época en la que los conceptos del cuidado y el autocuidado adquieren un nuevo significado y cobran mayor trascendencia ante la situación actual de nuestro sistema sanitario y sociosanitario, lo que nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de un nuevo enfoque que lo haga sostenible, al tiempo que cuida también de los profesionales que forman parte de él y da respuesta a las necesidades de los usuarios.

Nuestra sociedad se enfrenta a retos nunca vistos, como el envejecimiento de la población, el aumento de los pacientes con pluripatologías, la dependencia y la cronicidad. Precisamente en relación con esta última cuestión, conviene tener en cuenta un dato importante y es que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de la mitad de las muertes en el mundo se deben a las enfermedades crónicas, y España es uno de los países de Europa con mayores tasas de cronicidad.

Todo esto nos lleva a considerar la atención y los cuidados profesionales como una prioridad real que necesita de un modelo de salud capaz de ponerlos en valor.

Pero, ¿de qué modelo de salud estamos hablando? Para poder garantizar con total seguridad la demanda de cuidados y la necesaria continuidad asistencial que los ciudadanos necesitan, tenemos que contar con un modelo sanitario más preventivo, que incluya la cronicidad y el envejecimiento.

"Si se permite que continúe la fuga de talento a otras Comunidades Autónomas, este nuevo modelo no llegará a desarrollarse plenamente"


Este planteamiento requiere un enfoque integral que incluya la participación multidisciplinar de todos los equipos implicados y la colaboración, tanto del paciente como de su entorno.

Y en esta propuesta, ¿qué papel desempeña Enfermería? Si tenemos en cuenta que este modelo tiene que enfocarse en la promoción, la prevención y la educación de la salud, competencias absolutamente enfermeras, está claro que somos nosotros, los enfermeros y las enfermeras -como responsables del cuidado y el autocuidado- quienes debemos liderar este modelo.
Las bases están claras, pero lo que no parece estar tan claro para los gestores y responsables de los servicios de salud son las herramientas necesarias para que podamos ejercer todas nuestras competencias plenamente, en beneficio de la sociedad en general y de los pacientes en particular.

Si no son capaces de reconocer realmente las competencias que las enfermeras tienen atribuidas por ley, junto con la dotación de unas condiciones de trabajo dignas y un acceso suficiente a oportunidades de desarrollo profesional continuo; si se sigue sosteniendo la Atención Primaria con el actual número de enfermeras, o si se permite que continúe la fuga de talento a otras Comunidades Autónomas, este nuevo modelo no llegará a desarrollarse plenamente.

Vivimos en la era de la tecnología y la innovación y, en una necesaria transformación que integre ambas, es ahora más necesario si cabe tener presente la humanización de los cuidados, que no se puede entender si no va de la mano de la Profesión Enfermera. Solo así será posible una sociedad con mejor calidad de vida y bienestar para todos sus miembros.