La ministra de Sanidad, Mónica García, anunció hace un par de semanas con entusiasmo la eliminación de la nota de corte para aprobar el examen MIR, celebrándolo como un "hito importante" y argumentando que esta será una de las medidas que contribuirá a "retener talento" en el Sistema Nacional de Salud. Sin embargo, esta decisión plantea serias dudas sobre su impacto real en la calidad de la formación médica y, más importante aún, en la seguridad del paciente.

Tradicionalmente, el examen MIR ha sido un filtro riguroso que garantizaba un nivel mínimo de conocimientos teóricos entre los médicos residentes. Con la nueva normativa, cualquier opositor que obtenga una nota superior a cero podrá optar a una plaza MIR. En otras palabras, basta con acertar una sola de las 200 preguntas del examen tipo test para optar a una plaza. Esta medida, lejos de ser un logro, podría abrir la puerta a personal con escasa o nula base teórica en Medicina.

Aunque todavía es necesario el título de Medicina para presentarse al MIR, este por sí mismo no necesariamente garantiza las competencias necesarias para ejercer. Pensemos en un ejemplo de otra disciplina. Si alguien se presenta como graduado en ingeniería civil, pero desconoce cálculos básicos de resistencia de materiales: claramente no estaría capacitado para diseñar estructuras seguras. De igual modo, un médico con lagunas en conocimientos fundamentales puede cometer errores graves con consecuencias fatales para los pacientes y, por lo tanto, todavía no está del todo preparado para integrarse en el sistema sanitario.


"Eliminar la nota de corte MIR es una solución simplista y peligrosa que, potencialmente, podría poner en riesgo la salud de los pacientes"



La medida del Ministerio surge en respuesta a un problema real: en los últimos tres años ha habido plazas MIR que han quedado vacantes. Sin embargo, ¿nadie se pregunta por qué sobran plazas? En lugar de bajar los estándares para acceder a una plaza MIR, deberíamos analizar las causas subyacentes de este problema. El sueldo de los MIR lleva congelado desde hace más de una década. Cada año, entre los mejores clasificados, son menos los médicos que deciden realizar la residencia en ciudades como Madrid o Barcelona, puesto que el salario apenas lo permite. Además, la calidad de la formación que ofrecen muchas unidades docentes está bastante limitada, y no cubre adecuadamente muchas áreas cruciales según la especialidad.

Por último, sobre todo en las guardias, la supervisión que reciben los MIR es escasa o deficiente. No podemos olvidar que integrar a personal insuficientemente formado pone en riesgo la seguridad de los pacientes.

En lugar de bajar los estándares, deberíamos centrarnos en solucionar los problemas reales que afectan a la formación médica. Es necesario mejorar las condiciones laborales de los residentes, garantizar una formación de calidad en todas las especialidades y ofrecer incentivos para trabajar en áreas con escasez de profesionales.

Eliminar la nota de corte es una solución simplista y peligrosa que potencialmente podría poner en riesgo la salud de los pacientes. Debemos exigir que se priorice la calidad en la formación médica, y que se adopten medidas que garanticen un sistema sanitario sólido y eficiente.

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