Los profesionales sanitarios cuando nos encontramos ante una persona que sufre y que percibe su sufrimiento como algo que sólo acabará cuando muera, nos solemos hacer varias preguntas porque deseamos aliviar su sufrimiento como sea ya que lo consideramos no merecedor de una persona. En entonces cuando se reactiva nuestra sensibilidad ante el sufrimiento del otro y deseamos acompañarle para ayudar a aliviárselo. Cuando nos reunimos varios médicos para poner en común nuestros conocimientos para ayudar a nuestros enfermos y abordamos el tema del sufrimiento terminamos haciéndonos estas preguntas: ¿qué es el sufrimiento? ¿cuáles pueden ser sus causas? y ¿cómo le podemos ayudar al enfermo a que no sufra?

Podremos hacer uso de muchas definiciones más o menos académicas del sufrimiento: El sufrimiento es una dimensión fundamental de la condición humana y un acompañante frecuente en la fase final. Sufrimiento es el sentimiento o vivencia motivado por un hecho doloroso en la persona que lo padece. Es el estado específico de distrés que ocurre cuando la integridad de la persona se ve amenazada o rota. Y que se mantiene hasta que la integridad se restaura o hasta que la amenaza ha pasado o se ha restaurado la integridad a otro nivel de conciencia (lo que se llama trascender). Nietzsche nos aporta esta definición: “Lo que supone un sufrimiento intolerable para el ser humano es tener una experiencia desagradable que cree que no tendrá fin”. Y Daniel Callahan esta otra: “El sufrimiento es una respuesta espiritual o psicológica negativa frente a una situación angustiante de la vida”. Podría estar citando más definiciones teóricas, pero el que sufre es el único que sabe qué es sufrir y qué le alivia su sufrimiento. Tan solo le tenemos que escuchar.


"El mismo acontecimiento no produce la misma percepción de amenaza en todas las personas"



Lo que sí sabemos es el sufrimiento es multidimensional: sufrimiento físico, emocional, social y espiritual. También sabemos que la sensación de amenaza y el sentimiento de impotencia son subjetivos, por tanto, el sufrimiento también lo es. El mismo acontecimiento (un diagnóstico de cáncer, similar intensidad de síntoma, o sensación de pérdida en el ámbito psicológico o social, el mismo pensamiento de culpa, idéntico daño tisular…) no produce la misma percepción de amenaza en todas las personas, ni todas ellas poseen los mismos recursos para hacerle frente. Por eso debemos escuchar y observar al enfermo para conocer cuál su sufrimiento. Aunque podemos tener en cuenta, basados en nuestra larga experiencia acompañando a las personas que sufren en el final de sus vidas, algunas de las causas del sufrimiento de una persona.

Por ejemplo, cuando el paciente tiene la sensación de que el tiempo se dilata respecto al tiempo cronológico ello sería un indicador de malestar-sufrimiento, mientras que cuando el tiempo subjetivo se acorta respecto al tiempo cronológico, indicaría bienestar y capacidad de disfrutar. El sufrimiento, la serenidad, la tristeza o la felicidad no dependen del tiempo cronométrico. Para la persona que sufre el tiempo parece detenerse. Un minuto puede durar una eternidad. Una persona experimenta sufrimiento cuando acontece algo (una palabra, una situación, una expectativa, un pensamiento, un estímulo doloroso, un sonido o un olor) que percibe como una amenaza importante para su existencia personal o la de una persona querida y al mismo tiempo, cree que carece de recursos, se siente impotente, para hacer frente a esta amenaza. También puede sufrir por los efectos no deseados de los tratamientos empleados, porque sus síntomas no están siendo bien controlados. La aparición de un dolor le puede hacer sufrir cuando desconoce el origen del dolor, cuando cree que no se lo pueden aliviar o cuando tiene un significado funesto. Otras las causas pueden ser la pérdida del rol social del enfermo debido a su enfermedad, o la sensación de dependencia de los demás para todo. Por aún tener cuestiones pendientes que resolver o no sentirse querido.


"El sufrimiento existencial se observa con mucha frecuencia en las etapas avanzadas de enfermedades incurables y en fase terminal"



¿Qué necesita de nosotros, profesionales de la salud, una persona que sufre? Necesita que nuestro acompañamiento sea personal e individualizado. Que le escuchemos para conocer lo que necesita para aliviar su sufrimiento. Necesita percibir nuestro acercamiento humano. Necesita que no le prolonguemos su sufrimiento mientras nos empeñamos en emplear técnicas diagnósticas o terapéuticas poco útiles ya para remediar su enfermedad y que con frecuencia aumentan su sufrimiento. Necesita que cuando sea necesario, porque en los pocos días u horas que preceden a su muerte sea presa de sufrimientos intolerables y que no respondan a las intervenciones paliativas, incluidas las más enérgicas, con las que se intente aliviarlos, recurramos a la sedación paliativa.

No quisiera acabar este artículo sin aproximar lo que considero que es sufrimiento existencial y que se observa con mucha frecuencia en las etapas avanzadas de enfermedades incurables y en fase terminal. Se entiende como sufrimiento existencial el sentimiento de que la propia vida está vacía o carente de sentido. Se trata de casos en los que la persona percibe el sufrimiento como insoportable, de manera que algunos pacientes desean la muerte como salida de una vida que se experimenta como algo muy penoso y sin sentido.

Hemos de tener presente que la Medicina, como quiera que se exprese en las diversas culturas del mundo, tiene su razón de ser porque las personas sufren.