El retrato y las pinceladas
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12 jun. 2013 23:58H
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Por Ismael Sánchez, director editorial de Sanitaria 2000

 

Josep Basora acaba de ignorar una de las reglas no escritas de esa exquisita sociedad de Atención Primaria que es la Semfyc: no alargar más de la cuenta los mandatos de los presidentes. Basora estará cuatro años más, four more years, los mismos con los que Obama está intentando culminar las reformas pendientes en Estados Unidos. Cuatro años más no para alargar sin fuste una presidencia, sino para abrir una nueva etapa que mejore a la Semfyc, la haga más influyente y poderosa. Y si encima puede posibilitar la unión de las sociedades de primaria, entonces los cuatro años más de Basora estarán muy bien empleados.

De los primeros prohombres de la primaria a los que he escuchado muy clarito eso de la unión de las sociedades científicas es a Basora. Hace no muchos años era este un asunto peliagudo, casi innombrable. Pese a que el sentido común dijese lo contrario, cada uno ha perseverado en su propio camino, que terminaba por confluir, pero que nunca se mezcló para ser solo uno. Juntos, pero no revueltos, se ha oído siempre en primaria. Por fin alguien autorizado habla de unión, de una nueva organización, de una sola voz. Y por fuerza, va a obligar a que sus homólogos (Llisterri, Abarca) se retraten.

Basora sabe que tiene que justificar estos cuatro años más con decisiones audaces y ambiciosas, en busca de resultados que justifiquen el hecho de que, por una vez, las personas se han impuesto a la Sociedad, cuando lo habitual era lo contrario, no importaba cómo se llamara el presidente, si Albert Planes, Amelia Velázquez, Vicenç Thomás o Luis Aguilera, lo importante era representar a Semfyc, que seguía siendo el faro de la Primaria, distinguida e indiscutible.

Pese a que no crea en los mandatos, puede que a Basora sí le puedan llegar a recordar que él estuvo al frente en dos, total ocho años, mucho tiempo en la habitual rotación de Semfyc, muy poco dada a polémicas y enfrentamientos personalistas. Se lo recordarán si se aleja de una auténtica sociedad de familia, en minúscula, un continuo en busca de ser por fin eje del sistema (o puerta de entrada, mil veces dicho también), con evidentes avances en investigación y docencia, materias en las que no hace mucho el médico de primaria ni estaba ni se le esperaba.

Basora también saca pecho en los avances que, gracias a la Semfyc, el sistema ha experimentado en la orientación hacia los crónicos y en el desarrollo de la troncalidad. Pero su gran baza profesional y casi política es el cambio del Sistema Nacional de Salud hacia un modelo generalista, total nada. Sin la preponderancia hospitalaria, sin discontinuidad asistencial, sin fragmentación de niveles, con una organización esencial, dirigida hacia el conocimiento y los resultados. Ya digo, un discurso que más parece político que profesional.

La reivindicación se la deja a otros. Está convencido de que la proclama en pancarta no conseguirá por sí sola que la primaria tenga más medios, disponga de más capacidad resolutiva, sea más importante en suma en el discurrir del paciente por el sistema. La primaria no puede cambiar en solitario, y que el modelo siga igual que siempre. Primaria solo cambiará si cambia con ella el sistema. Y para eso se necesitarán mucho más que cuatro años. Pero por algo hay que empezar y Basora parece haberlo hecho ya. 


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