La relación entre una
alimentación adecuada y su influencia en nuestra salud no es un concepto nuevo. Ya Hipócrates, hace más de 20 siglos, estableció la
relación entre alimentación y salud. Unos conceptos tan actuales e importantes entonces como ahora, a los que hay que sumar el proceso orgánico de la nutrición, como también, la trascendencia que tiene una
adecuada educación para una alimentación saludable que repercuta positivamente en el bienestar individual y colectivo de toda la población.
Una buena o mala nutrición
influye en la inmunidad y en la predisposición para padecer algunas enfermedades, en el desarrollo físico y mental de las personas e, incluso, si se quiere medir en términos económicos, en su
grado de productividad en el ámbito laboral. Su influencia está muy presente en enfermedades crónicas con alta prevalencia en nuestra sociedad, como la obesidad, hipertensión, diabetes tipo 2, cardiopatías, etc.. Una alimentación adecuada debe tener como objetivo
cubrir las necesidades de cada persona con el fin de alcanzar o mantener un buen estado nutricional y, por tanto, de salud. Se trata de
encontrar y establecer las rutinas nutricionales adecuadas que fortalezcan el sistema inmunológico y el bienestar de la mente, a través de una alimentación equilibrada.
Para conseguirlo es fundamental
lograr el empoderamiento de la población sana y enferma como proceso de promoción y educación para la salud, de tal manera, que cada persona sea capaz de desarrollar y asimilar los conocimientos, habilidades y actitudes que le ayuden a asumir la responsabilidad de adoptar decisiones encaminadas a mantener y/o mejorar su salud física y mental.
Las enfermeras desempeñan un papel fundamental en este campo de la salud puesto que disponen de los conocimientos científicos para asistir, informar, formar, educar, asesorar y adiestrar a la comunidad en el ámbito de la alimentación, además de su estratégico rol, al constituir el
primer eslabón y el punto de contacto más sólido, cercano y directo con cada persona, con independencia de su estado de salud y del espacio donde se desarrolle esta relación, ya sea en el ámbito sociosanitario, o en el ámbito educativo.
Precisamente, la OMS acaba de publicar una revisión de sus ‘Directrices sobre intervenciones de autocuidado para la salud y el bienestar’, a los que hace referencia a términos que tienen que ver directamente con Enfermería, como, por ejemplo, la
necesaria y fundamental promoción de la salud basada en intervenciones destinadas a beneficiar y proteger la salud y la calidad de vida de las personas. Entre ellas, la
promoción de hábitos alimenticios para una vida saludable. Un
informe del que nuestro Colegio se ha hecho eco por su importancia.
Así pues, para empezar por la base, es necesario recordar la
importancia del rol de la enfermera en la promoción y educación que debe comenzar en la infancia. La enfermera escolar, como profesional sanitario con visión holística del escolar e integrada en el equipo educativo del colegio, es una
figura idónea para garantizar una educación transversal y permanente para la salud que está a disposición de la comunidad. Tal y como establece la
Asociación Nacional e Internacional de Enfermería Escolar (Amece), la enfermera escolar tiene entre sus funciones educar a la comunidad escolar en la
adquisición hábitos saludables, entre ellas, medidas y pautas correctas de alimentación, como también,
educar en la prevención de trastornos de la conducta alimentaria.
En el ámbito sociosanitario, la enfermera tiene también un
papel relevante como educadora para la salud. Ya desde la Atención Primaria, la enfermera es responsable de proporcionar los cuidados y conocimientos necesarios para procurar que las personas logren el mayor nivel de autocuidado mejorando sus hábitos de vida, incluida su alimentación. Tanto en Atención Primaria como en Hospitalaria y Sociosanitaria, incluyendo los propios domicilios,
la enfermera se ocupa de valorar, protocolizar y monitorizar las necesidades del paciente teniendo en cuenta su entorno familiar, social, económico y cultural. Lo que incluye la alimentación puesto que está relacionada con su modo de vida, su educación y su cultura.
Una de las aspiraciones más deseadas que compartimos a nivel mundial es
lograr la equidad y ello comienza por una población saludable con autonomía y capacidad para hacer elecciones adecuadas en beneficio de su propia salud.
La buena o mala salud alimentaria representa un indicador destacado y uno de los pilares fundamentales para lograrlo. En este escenario, la enfermera tiene mucho que aportar como profesional desde la infancia y a lo largo de toda la vida de cada persona, en el papel que desempeña en la educación para la salud y en el desarrollo de cuidados nutricionales en el ámbito asistencial. Y es en este sentido, donde una sociedad puede ser calificada de avanzada y desarrollada porque una buena educación para una alimentación que redunde en una adecuada calidad de vida
marca la diferencia entre ‘vivir’ o ‘vivir saludablemente’.