Es una delicia repasar las consideraciones de Pere Soley, gerente del ICS, en la
entrevista concedida a Redacción Médica y detenerse muy en concreto en su opinión sobre el modelo catalán y su aportación para normalizar la siempre controvertida colaboración público-privada. A su juicio, no hay secretos.
Hay una historia y, sobre todo, un concepto. Y a partir de aquí se construye una realidad incontestable, querida por los que la disfrutan y envidiada por los que la conocen. En realidad, todo el relato de Soley, de por qué el modelo catalán es como es, se apoya mucho en el posibilismo. Es decir, para cubrir una necesidad, se aplica la manera más factible de hacerlo, lejos de teorías y de apriorismos. Y, de esta manera, las cosas suelen resultar. Es muy posible que, en nuestros días, el mensaje siga siendo el mismo:
si la sanidad necesita la colaboración público-privada, y muchas circunstancias hacen pensar que sí, simplemente hay que llegar a ese convencimiento, dejando la demagogia a un lado, y aplicando la solución más posible para responder al reto planteado. Como en su día hizo Cataluña con su modelo sanitario.