A Carlos Lens, subdirector general de Calidad del Medicamento y Productos Sanitarios del Ministerio, se le ha ocurrido una manera un tanto coloquial de referirse a la razonable disparidad de criterios entre la Administración y la industria farmacéutica a cuenta de la financiación y la fijación de precios de los nuevos medicamentos. En primer lugar, cabría preguntarse a qué se refería Lens cuando habló de jueguecitos, una palabra lo suficientemente amplia y ambigua como para pensar cualquier cosa. Desde luego, no parece haber estado muy afortunado en su comentario porque luego no ha tenido reparo en reconocer que su papel como regulador tampoco es del todo óptimo. Lo que sí es evidente es que la financiación de medicamentos innovadores que apuntan a mejoras sustanciales en la lucha contra enfermedades es un asunto muy serio que debe ser abordado con todos los sentidos y capacidades tanto por la Administración como por la industria. Y que, en definitiva, se parece muy poco a un jueguecito. Y en ningún caso debería llegar a serlo.