Los futuros médicos no quieren formar parte de ese experimento educativo al que llaman troncalidad. No es el futuro al que aspiran porque ni se sienten informados ni consultados en la elaboración de la norma. El fin de las negociaciones con el Ministerio ha supuesto un rechazo tajante por parte de los estudiantes, que están sabiendo escenificar y, lo más importante, amplificar su descontento. En sus reivindicaciones, no sólo defienden sus derechos sino también los de los pacientes, que serán los principales perjudicados de que su formación no sea la adecuada. Y aunque aciertan a ver algunos beneficios, ven muchos más perjuicios. El Ministerio debe saber que es muy complicado sacar adelante un proyecto que rechazan sus principales protagonistas.