El adelanto a la primera infancia de la edad de vacunación frente a la varicela es un hecho tras el Consejo Interterritorial celebrado en Madrid, en el estreno del nuevo mapa político autonómico surgido de las elecciones del pasado 24 de mayo. A partir de ahora, los calendarios vacunales de todas las comunidades autónomas incorporarán una inmunización con dos dosis: a los 12-15 meses y a los 3-4 años.
La decisión, fruto de la habilidad política del ministro Alfonso Alonso, es obra común de este nuevo Interterritorial donde el PSOE tiene una nueva e importante mayoría de consejeros. Pese a las reticencias mostradas por algunos de sus representantes en el Consejo, los socialistas han dado una lección de madurez y saber hacer, aceptando una medida que cuenta con un gran respaldo científico, especialmente entre los pediatras, y que se había convertido en un clamor entre las familias de niños pequeños.
El consenso político llega justo en el momento en que parecía más complicado de lograr, con un nuevo mapa autonómico, muy cambiado con respecto al de la última legislatura, y con la proximidad de unas elecciones generales que obligan a los partidos a agudizar sus diferencias en busca de un perfil claro que les acerque a sus votantes. Pese a todo, los datos científicos y, en última instancia, la evidencia generalmente aceptada han terminado por imponerse.
Porque, ciertamente, hubiera sido difícil de explicar que los políticos hubieran vuelto a dar la espalda a realidades incuestionables como la de aquellos países como Estados Unidos, Canadá, Australia o Alemania, en los que se administra la vacuna de la varicela desde el segundo año de vida y en los que se consigue prácticamente hacer desaparecer la enfermedad y sus complicaciones. Pero es que tampoco era preciso irse tan lejos. Aquí en España, Navarra ha venido arrojando unos resultados espectaculares con su programa vacunal desde la primera infancia.
No se trata de que olvidemos la controversia del asunto, una vez comprobada la incorporación de la vacuna. Ni siquiera que la demos por concluida, porque es cierto que aún hay voces que no terminan de ver clara esta medida. En este sentido, queda pendiente, en la línea de lo apuntado por algunos consejeros socialistas, la vigilancia sobre los posibles efectos de la vacunación a corto y medio plazo. Ni más ni menos que lo que se viene haciendo con otras vacunas y medicamentos y que pone en valor la importante función de la epidemiología y la salud pública en los sistemas sanitarios contemporáneos.
Pero mientras esta tarea, sin duda importante, se desarrolla, ya es posible abrir la puerta a un escenario no muy lejano en el que sea posible y factible hablar de erradicación de la varicela, alcanzando niveles de vacunación próximos al 80 por ciento de la población diana. Lo cual ha sido impensable siquiera plantear en estos últimos tiempos, donde las noticias sobre la varicela han estado precisamente relacionadas con el incremento de casos en todas las comunidades autónomas, salvo en Navarra, por las circunstancias ya comentadas anteriormente.