Debate a cuatro, debate a dos. Da igual el formato. Los candidatos a la Presidencia del Gobierno de España han considerado la Sanidad como un tema menor, que no merece un bloque de discusión propio, y que tampoco tiene ni siquiera un hueco para la confrontación de ideas cuando se abordan los retos sociales para los próximos cuatro años.
La llamada ‘vieja política’ por los nuevos partidos, y éstos mismos, han coincidido desgraciadamente en algo en esta frenética carrera por el sillón presidencial: todo vale menos hablar de sanidad más allá de generalidades. Valen las descalificaciones; el ‘y tú más’; el ‘quítate tú que yo lo voy a hacer mejor’. Ninguno ha tenido tiempo para pormenorizar ante los telespectadores sobre un sector que en los presupuestos de las autonomías representa casi la mitad del pastel de gasto (por hablar desde su perspectiva económica).
Esta falta de interés se puede interpretar de varias formas. El fragor del debate televisivo no permite pormenorizar en aspectos técnicos que el votante no va a saber apreciar a través de este medio, y basta con lugares comunes como proclamar una ‘sanidad pública y universal’. También puede ser que los asesores, esas mentes preclaras en mercadotecnia y comunicación que preparan y negocian estas confrontaciones catódicas, consideren que el asunto no está de moda (aunque las preocupaciones ciudadanas recogidas por el CIS digan lo contrario).
O lo que es más preocupante aun si cabe: los presidenciables son conscientes de que las competencias sanitarias están tan transferidas que no merece la pena bajarse al barro de la discusión en un tema en el que pinchan poco y cortan nada. Qué trascendencia tiene que un ministro diga que hay que apoyar a la Atención Primaria, o que hay que vacunar contra este u otro virus si luego son los gobiernos regionales los que realmente deciden (desoyendo incluso los acuerdos del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud).
Más allá de lo escrito en los programas electorales por los expertos designados en cada materia, lo que es seguro es que Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias solo ven la Sanidad desde un prisma económico, y que supeditan la mejoría o empeoramiento de la asistencia sanitaria a que haya más empleo y se genere más riqueza. La discusión para ellos se ha reducido a recortes sí o recortes no, como otra arma arrojadiza que echarse en cara. No han aportado de palabra ni una propuesta, ni una fórmula que haga pensar lo contrario. Ni ellos ni sus ‘segundos’, como se pudo ver en el debate a nueve celebrado hace unos días. Solo el sector sanitario ha podido escuchar de boca de los expertos de cada partido hilvanar ideas más detalladas, pero da la impresión de que sus mensajes han sido intramuros, es decir, que no han llegado a la ciudadanía, sino que simplemente han provocado eco en el propio sector.
Este es el panorama tras escuchar debatir a los candidatos a vivir en el Palacio de La Moncloa la próxima legislatura y el papel que le queda a la Sanidad durante los próximos cuatro años: seguirá siendo ese sector en el que el paciente es el eje principal y los profesionales el pilar fundamental. Tópicos en boca de políticos, sin más profundidad.