EDITORIAL
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16 jun. 2017 10:40H
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La ola de calor que están viviendo muchas provincias españolas ha traído consigo la activación de la alerta por parte de varios servicios de salud, entre ellos el de Madrid. Es habitual que en estas fechas consejeros y consejeras del ramo pongan cara y difundan entre la opinión pública campañas informativas diseñadas por sus direcciones de Salud Pública para minimizar el impacto del calor en los ciudadanos, especialmente en grupos de riesgo como pacientes, personas mayores y niños.

En estas estaba esta semana el consejero de Madrid, Jesús Sánchez Martos, cuando se le ocurrió el delito de dar un consejo de salud: que los niños se fabriquen su propio abanico con un folio para mitigar en lo posible el calor que puedan sufrir en las aulas, en sus casas o por la calle. El linchamiento desde entonces en prensa, radio, televisión o parlamento está siendo constante y sistemático, como si la recomendación de este médico y enfermero estuviera fuera de cualquier lógica sanitaria que se prescribe estos días: no exponerse al sol en las horas centrales del día, hidratarse, evitar hacer ejercicios o trabajos que supongan esfuerzo físico…

De un plumazo se le ha cargado al sistema sanitario la responsabilidad de que los niños estén sin aire acondicionado en los colegios públicos de este país. Podría ser responsabilidad de Sánchez Martos si un paciente hospitalario o de Primaria sufriera un golpe de calor en un centro sanitario; incluso si la atención sanitaria a los niños de un colegio no fuera la idónea si se indisponen por las altas temperaturas. Pero, ¿qué competencias tiene Sanidad para poner o no el aire acondicionado en las aulas? Es como si al consejero de Obras Públicas de turno se le culpara de la caída del techo de una habitación o pasillo en el Hospital La Paz, en el Gregorio Marañón o en el Ramón y Cajal

Pero en el sector sanitario estamos acostumbrados a cargar con las culpas de todo. Es un ámbito tan sensible el que soportan profesionales, gestores, políticos y Administración que cualquier anomalía que se genera alrededor (como lo es que haya niños soportando altas temperaturas en las aulas) se piensa que es su responsabilidad resolverlo, y se le juzga de forma inclemente. En este caso la opinión pública está señalando como culpable a un consejero de Sanidad que estaba dando consejos de salud frente a la ola de calor, ni más, ni menos. Consejos de sentido común y aceptados por la comunidad científica. ¿Por qué los niños no tienen aire acondicionado en los colegios públicos de toda España? Esa es una pregunta para los consejeros de Educación, las competencias de los Departamentos de Sanidad y Salud llegan donde llegan. 

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