El debate sobre la gestión de los centros sanitarios no existe en la Comunidad Valenciana, a juzgar por las palabras de Manuel Llombart, consejero de Sanidad. La amplia entrevista concedida a Redacción Médica le ha servido para proclamar el triunfo de la gestión indirecta y, de paso, marcar distancias con el complicado debate político que se viene desarrollando en Madrid desde hace meses. A su juicio, el modelo Alcira es incuestionable. Si otros lo cuestionan en otras autonomías, allá ellos, ha venido a decir Llombart.
El consejero se desmarca así del desgaste que están sufriendo otros consejeros (principalmente Fernández-Lasquetty y en menor medida José Ignacio Echániz), en cuyas autonomías el debate y la pugna política se está produciendo con una insistencia y una radicalidad preocupantes. Llombart sabe que tiene a su favor la experiencia (el Hospital de La Ribera, que originó el modelo Alcira funciona desde 1999), la continuidad (desde entonces, la Comunidad Valenciana ha ido mejorando y perfeccionando el modelo, añadiendo la atención primaria y otros cuatro departamento de salud a la concesión administrativa) y el aval ciudadano (no sólo por las encuestas de satisfacción y calidad de los propios centros, sino por los consecutivos triunfos del PP en las elecciones autonómicas celebradas en estos años). Es cierto que la oposición y los sindicatos valencianos también fueron críticos con la concesión administrativa y es probable que aún lo sean. Pero sus proclamas no han encontrado en todo este tiempo un mayoritario eco en la sociedad.
Así las cosas, Llombart se puede permitir el lujo de pensar en cómo mejorar el modelo, desde un planteamiento donde no se discute su existencia. Y habla de Alcira 3.0, empleando la terminología propia de las nuevas tecnologías, para mostrar que la concesión administrativa puede y debe seguir evolucionando, al ritmo que imponen los tiempos. “Cómo gestionemos la sanidad es un problema nuestro”, y cuando dice nuestro se refiere al ámbito de la Conselleria, al campo de los técnicos y directivos de la sanidad valenciana que son los que tienen que decidir cómo gestionar la sanidad con las mayores cotas de calidad asistencial gastando lo menos posible.
Tiene tan asumido Llombart que el debate de la gestión no es su guerra, ni tampoco la de la Comunidad Valenciana, que en un momento de la entrevista llega a rechazar la terminología reinante: “Es que aquí se habla mucho de modelos, y lo que hay que hacer es trabajar. Ese es mi modelo”. Bien como lema político, pero nada más. Claro que hay modelos, y debe seguir habiéndolos, porque esa es la garantía de que podremos seguir mejorando el sistema, mediante la aplicación de diferentes fórmulas, su seguimiento y evaluación y finalmente su aplicación más o menos generalizada.
La Comunidad Valenciana tiene otros muchos problemas en la sanidad (empezando por la financiación, que afecta a todos los ámbitos de la región), pero ahora mismo, ciertamente el de la gestión de los centros asistenciales no es uno de ellos. Puede que su ejemplo de perseverancia en dar tiempo al modelo de concesión administrativa sea el faro que guíe los próximos pasos de otras autonomías. Porque implantar un nuevo modelo asistencial no consiste solo en aprobarlo por ley. Hay que apoyarlo, controlarlo, evaluarlo y, según los resultados, recomendarlo.