El sector sanitario privado durante 2014 ha continuado sufriendo los envites de una crisis generalizada en el país, pero especialmente virulentos, en la medida en que por un lado es el eslabón final de la cadena asistencial al ciudadano, y, por el otro lado, compañero de viaje del sector sanitario público, que también está pasando por enormes dificultades.
Podríamos generalizar como factores propiciadores de la inestabilidad del sector salud, público y privado, la concurrencia de sub-financiación/medidas de presión a la baja de las tarifas de salud, disminución de actividad/desconciertos de actividad, adecuación de las plantillas de profesionales a la actividad, incremento de exigencias legislativas, cambios de políticas y estrategias sectoriales, y todo ello debiendo de mantener el mismo nivel de calidad y seguridad asistencial, incuestionable de todo punto.
Por lo que respecta al ámbito de la sanidad privada, por una parte asistimos a la erróneamente llamada “privatización de la sanidad” pues se hace desde el sector sanitario público y de forma ajena a las entidades sanitarias privadas, y en mucho territorios reconvirtiendo camas públicas en privadas; por otra parte se abre la puerta a que entidades como las Mutuas de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social (Matepps) puedan entrar a realizar actividad sanitaria privada concertando con aseguradoras sanitarias mientras gozan de privilegios y ventajas fiscales en clara competencia desleal con las entidades sanitarias privadas, tal y como se recoge en la Ley de Mutuas que a nadie satisface.
En otro orden de cosas las aseguradoras de salud continúan canibalizando el mercado, con una guerra de precios de pólizas sanitarias inasumibles, a costa de presionar las tarifas a la baja y/o de desconcertar a las entidades sanitarias privadas, de las que son sus proveedores principales; continúa disminuyendo el concierto de actividad sanitaria de la Administración con las entidades que representamos; y se pone en jaque el modelo Muface atentando de pleno con su infrafinanciación a la viabilidad de un modelo que ha dado sobrados resultados de sostenibilidad y que en vez de potenciar se está ahogando.
Todo ello en un escenario cambiante, presidido por la concentración de entidades sanitarias que, al igual que en otros sectores ha pasado, despierta inquietudes e incertidumbres, como todo lo novedoso; una inestabilidad política, de claro reflejo en nuestro sector en el que asistimos a un cambio de Ministerio; un incremento del IVA (por aplicación de una Sentencia del TJUE) que ha pasado a 1 de enero de 2015 del 10 por ciento al 21 por ciento y en algunos casos del 4 por ciento al 21 por ciento, en material y equipamiento sanitario, y del que deberá corresponsabilizarse a todos los agentes implicados en el recorrido asistencial.
La apuesta por el sector sanitario privado en este 2015 tiene que ser decidida, porque es un sector que tiene por objeto un “servicio público”, que colabora y participa activamente con el sector sanitario público, al que libera de fuertes presiones asistenciales mediante la atención de los ciudadanos que disponen de doble cobertura (en varios territorios por encima del 25 por ciento de la población), cuya concertación de actividad es a menor coste, mayor eficiencia y mayor celeridad en la atención y respuesta. A la postre, ámbitos el privado y el público que son vasos comunicantes y que deben necesariamente complementarse. En definitiva, un ámbito, el sanitario privado, creador de riqueza, de puestos de trabajo, y con una gran vis atractiva internacional, como es el turismo de salud, de proyección de excelencia y prestigio de nuestro país.