Hace unas décadas, los médicos eran figuras misteriosas, casi mitológicas. Se les imaginaba en sus consultas, rodeados de libros, con una bata blanca que simbolizaba autoridad y sabiduría. Pero hoy, muchos médicos han cambiado la bata por las luces de los platós o el brillo de las redes sociales. La medicina, al igual que la sociedad, ha cambiado. Ahora se espera más de los médicos: cercanía, transparencia y, sobre todo, accesibilidad. Así ha surgido una nueva figura, los Médicos 3.0, que han entendido que, además de curar, también es necesario comunicarse con el público, y las redes sociales son la nueva herramienta para hacerlo.

El mundo ha cambiado, y la medicina no se queda atrás. Siguen existiendo los médicos tradicionales, aquellos que pasan largas horas en sus consultas, atendiendo pacientes de manera meticulosa y silenciosa. También están los médicos que trabajan en la sanidad pública, atrapados entre el papeleo y las guardias, o los que combinan la medicina pública con la privada. Pero en la última década ha aparecido un nuevo tipo de médico: el que no solo cuida, sino que también comunica. Hoy en día, parece casi obligatorio tener un perfil digital actualizado, no solo para ganar visibilidad, sino también para compartir conocimiento de manera accesible.

Médicos como el Dr. Diego González Rivas han entendido este cambio. Cirujano torácico reconocido internacionalmente, ha llevado la medicina más allá de los quirófanos, utilizando plataformas como YouTube y LinkedIn para compartir su trabajo con el mundo. Pero no es el único. Otros profesionales, como el Dr. Julio Mayol o la Dra. Rosa Molina, han utilizado las redes para educar y hablar de temas tan diversos como la innovación médica o la salud mental, conectando con miles de personas que buscan información confiable y accesible.

La visibilidad mediática de los médicos plantea una pregunta crucial: ¿Cómo afecta esto a la relación médico-paciente? Por un lado, las redes permiten que los médicos se muestren más cercanos y accesibles, lo que puede generar confianza. Un médico que comparte información valiosa en redes puede hacer que sus pacientes sientan que están en buenas manos, que tienen a alguien que se preocupa no solo por su salud, sino también por su bienestar general. Pero, por otro lado, algunos pueden ver esta exposición con recelo, percibiendo que el médico podría estar más centrado en la autopromoción que en el cuidado del paciente.

La experiencia de diferentes médicos en redes muestra que el balance es crucial. Si el enfoque está en la educación y la transparencia, los resultados son positivos. La divulgación de información veraz y accesible a través de las redes sociales puede, de hecho, fortalecer la relación médico-paciente y contribuir a la democratización del conocimiento médico.

Recuerdo una conversación con mi amigo Toni, que tras ver una entrevista de González Rivas en televisión me preguntó: "¿De verdad es tan bueno como dicen?". Aunque mi respuesta fue un rotundo sí, su duda me hizo reflexionar. ¿Por qué parece que la credibilidad de un médico se tambalea cuando se expone públicamente? No sucede lo mismo en otras profesiones. Nadie cuestiona a un futbolista por dar una entrevista o a un actor por su presencia en los medios. Entonces, ¿por qué la autopromoción genera incomodidad cuando se trata de un médico?

Quizás sea porque mantenemos la imagen del médico como una figura reservada, alguien que se dedica al estudio y al cuidado en silencio, lejos de las cámaras. Pero vivimos en una era donde la información se busca en Google antes que en una consulta médica. En este contexto, resulta paradójico que se critique a los médicos que intentan ser accesibles a través de las plataformas donde la sociedad busca respuestas. Las redes sociales, bien gestionadas, pueden ser una herramienta poderosa para acercar la medicina a quienes más lo necesitan, democratizando el acceso a la información médica.

El auge de los Médicos 3.0 no debería verse como una amenaza, sino como una evolución natural. No solo se trata de curar, sino también de comunicar, educar e inspirar. Las redes sociales permiten que la medicina llegue a más personas, en más formatos y de forma más comprensible. Pero al mismo tiempo, es necesario encontrar un equilibrio. La exposición pública debe estar al servicio de la salud y la educación, no del ego.

Hace apenas cuatro años, la sociedad aplaudía a los médicos desde los balcones, reconociendo su papel en la lucha contra una crisis sanitaria global. Pero esos aplausos se desvanecieron rápidamente. Hoy en día, debemos preguntarnos si realmente estamos valorando a quienes nos cuidan. Si seguimos a influencers que aportan poco al bienestar colectivo, ¿por qué no valorar más a los médicos que dedican su influencia a mejorar la salud pública y educar?

En este nuevo mundo, los médicos deberán aprender a moverse entre la ciencia y la comunicación. Las redes sociales no son un enemigo; pueden ser una herramienta que, si se utiliza de manera ética y responsable, fortalece la relación médico-paciente, aumentando la confianza y democratizando la información médica. Como dijo Hipócrates hace siglos: "Hay dos cosas, ciencia y opinión. La primera engendra conocimiento; la última, ignorancia". Hoy más que nunca, necesitamos encontrar el equilibrio entre ambas para avanzar hacia una medicina que no solo cure, sino que también inspire.