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9 abr. 2019 11:40H
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Los tiempos en política, como en cualquier aspecto de nuestra vida, son fundamentales a la hora de posibilitar el éxito o fracaso de cualquier iniciativa y, en el caso de plan impulsado por el Ministerio de Sanidad para mejorar la Atención Primaria, han resultado determinantes.

Su gestación, desarrollo e inminente desenlace se ha producido en poco más de dos meses y medio. Un periodo de tiempo a todas luces insuficiente dado el calado y  complejidad de una empresa tan ambiciosa y necesaria, como es posibilitar la renovación de la Atención Primaria en nuestro país.

Abordar el análisis de la situación actual de la Atención Primaria de forma global con el fin de reformarla es una tarea que requiere tiempo y un mayor sosiego. Reconociendo la loable intencionalidad del Ministerio de Sanidad a la hora de poner el foco en un asunto deliberadamente olvidado en el pasado, la impresión que muchos tenemos ahora es que lo importante era  tener un documento elaborado antes de la cercana cita electoral del 28 de abril.

Además de tiempo, se requiere también una dinámica de trabajo diferente a la que se ha producido en estos meses en los que los representantes de los profesionales de Enfermería y Fisioterapia hemos constatado que nuestro papel en las reuniones convocadas se ha reducido al de mero ‘convidado de piedra’ al no tenerse en cuenta las propuestas de mejora planteadas. 


"Se percibe en el plan del Ministerio una clara preponderancia de un determinado colectivo profesional, el médico, frente al resto. Un enfoque que no parece el más adecuado si se pretenden abordar cambios en AP con la participación e implicación de todos sus integrantes"


Algunas de estas propuestas han sido establecer una dotación presupuestaria específica y diferenciada para Atención Primaria en los presupuestos del servicio de salud correspondiente; la mejora de los medios, organización y procesos asistenciales para hacerla más resolutiva y con capacidad para abordar más problemas de salud, y el diseño de un modelo real de trabajo multidisciplinar que contemple expresamente los protocolos de derivación entre profesionales y la participación de todos los colectivos en la toma de decisiones.

En lo que respecta a las enfermeras y enfermeros, entendemos que estos profesionales deberían disponer de una cartera de servicios propia y diferenciada, dotando así a la Consulta de Enfermería de mayor autonomía. También habría que definir ratios de enfermería por número de usuarios, según criterios poblacionales y sociosanitarios, y asignar un cupo propio a cada profesional y que los pacientes le tengan identificado en la tarjeta sanitaria individual.

Potenciar los programas de visita domiciliaria y de atención a pacientes crónicos, inmovilizados y terminales; mejorar la coordinación entre niveles asistenciales sanitarios y con los servicios sociales mediante la enfermera gestora de casos; impulsar el papel de la enfermería en la atención comunitaria o la creación de la figura de la enfermera escolar son otras de las medidas propuestas.

De igual manera, desde Enfermería defendemos la profesionalización de los altos cargos o puestos de dirección, así como nuestro acceso a la dirección de centros de Atención Primaria, una posibilidad que permite la normativa vigente aunque es obviada permanentemente.

Todas estas propuestas han caído en saco roto a la hora de elaborar un plan en el que también se percibe una clara preponderancia de un determinado colectivo profesional, el médico, frente al resto. Un enfoque que no parece el más adecuado si se pretenden abordar cambios en la Atención Primaria con la participación e implicación de todos sus integrantes.

En cualquier caso, desde el Sindicato de Enfermería consideramos necesario que se “relance” la AP pero desde su perspectiva original, dotándola de los medios y recursos económicos y materiales necesarios y, muy particularmente, del número de profesionales de Enfermería y Fisioterapia que se requieren para que se pueda asumir en su integridad la orientación comunitaria que es su esencia, considerada ésta, además, desde el punto de vista más amplio.

Para ello, ahora  y  después de las elecciones del 28 de abril estaremos abiertos a seguir conversando con el Ministerio de Sanidad y las consejerías de Salud de las comunidades autónomas dentro de un marco de negociación real, efectivo y sujeto a plazos de tiempo razonables. La trascendencia que la reforma integral de la Atención Primaria tiene sobre la salud de las personas,  la sostenibilidad del SNS y las condiciones laborales y profesionales de los enfermeros, enfermeras y fisioterapeutas así lo merece.