Javier Barbado. Madrid
España seguirá a la cola del gasto sanitario en relación con el producto interior bruto (PIB) nacional de las economías de los países más industrializados del mundo de aquí al año 2030, lo que convierte a la sanidad pública española en una de las que menos invierte en esta materia a pesar de los recursos que despliega en su desarrollo y de las condiciones en que lo hace, con acceso casi universal y financiación vía impuestos, en comparación con las potencias mundiales que encabezan tal listado, caso de Estados Unidos, Noruega, Suiza o Países Bajos.
El jefe economista de la OCDE, Rintaro Tamaki,
quien firma el informe.
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Así, el dinero empleado en atención sanitaria se llevará el 10,3 por ciento del producto interior bruto (PIB) español en los próximos quince años, y el cuidado de las enfermedades crónicas el 0,4 por ciento, todo ello en el mejor escenario factible de políticas de contención y de ahorro por parte de las autoridades públicas, según se deduce del
informe de primavera recién publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que cita, a su vez, un documento elaborado por la Comisión Europea.
En el caso, por ejemplo, de los otros países mencionados, también se registrarán subidas que rondan el punto porcentual en asistencia sanitaria en el mismo intervalo de tiempo (Estados Unidos, 1,2 por ciento; Noruega y Suiza, 1,3 por ciento cada uno; y Países Bajos, 1,4 por ciento). En conclusión, la previsión que refleja el informe mantendría a España en la media de gasto sanitario de los países más ricos del planeta.
En efecto, hasta la fecha, España se halla entre los países de la OCDE con menor gasto sanitario con el 9,3 por ciento de su PIB según los últimos datos de la institución de 2011, muy por debajo del dinero destinado a este fin por las grandes potencias, que supera con creces el 11 por ciento de su riqueza productiva.
Para algunos economistas de la salud, no obstante, este dato habla de las bondades del Sistema Nacional de Salud (SNS) español al ofrecer un servicio casi universal a un bajo coste para las arcas públicas. Sin embargo, y al mismo tiempo, su sostenimiento ha sido puesto en tela de juicio por una gran variedad de expertos, que reclaman mayor inversión para garantizar la viabilidad de la sanidad pública.
Cambios en el gasto público en salud y en pensiones en países de la OCDE.
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Según el trabajo publicado por la OCDE esta semana, de título
Perspectivas de crecimiento y ajustes fiscales a largo plazo, las medidas de política fiscal llevadas a cabo por los gobiernos de los 34 países más ricos del mundo –España incluida– subestiman el impacto de las partidas destinadas a la sanidad y a las pensiones y, de hecho, deberían tenerlas muy en cuenta para frenar el déficit nacional.
Pero –se explicita–, “el reciente estudio (Oliveira Martins y De la Maisonneuve, 2014) publicado sugiere que, incluso a partir de un panorama de contención del gasto en el que las políticas ejecutadas en el futuro sean más contundentes que en el pasado a la hora de frenar el crecimiento del gasto, el promedio de esta variable en los países de la OCDE en asistencia sanitaria y cuidados a largo plazo se estima que suba alrededor de un punto porcentual del PIB de cada nación de aquí a 2030”.
Desde un punto de vista más general, los expertos del organismo recomiendan al Ejecutivo que encabeza Mariano Rajoy que prosiga con los ajustes fiscales pero a menor ritmo, y vaticina una recuperación cada vez más firme al mismo tiempo que advierte de que el déficit público rebasará el 5 por ciento este año y caerá al 4,5 por ciento en 2015.
ENLACES RELACIONADOS:
Acceda al informe publicado por la OCDE
España cae a la ‘segunda división’ de la OCDE en gasto sanitario (27/06/2013)
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