Las especialistas Cristina Beléndez, Ana Álvarez y Carmen Ferre.
Contar con una
visión multidisciplinar dentro del campo de la
Medicina con el paso de los años ha ido adquiriendo talento e importancia. Poder analizar las necesidades de un paciente desde distintos puntos de vista permite abordarlo con más eficacia.
Redacción Médica se ha puesto en contacto con tres facultativas que decidieron dar el paso y apostar por lograr su segunda especialidad.
Cristina Beléndez,
Ana Álvarez y
Carmen Ferre son las tres mujeres que ya cuentan o están en proceso de realizar su segunda residencia. Una visión compartida por todas ellas es
la gran capacidad que obtienen los
facultativos complementando su experiencia con más especialidades, además de la
gran experiencia que se obtiene gracias a realizar esta formación.
Dos especialidades, el "máximo adecuado"
Cristina Beléndez, médica adjunta del Servicio de Oncología y Hematología Pediátricas y del Adolescente en el Hospital Materno Infantil Gregorio Marañón realizó en primer lugar la especialidad en
Hematología en el Hospital de Móstoles en 1997 y después
Pediatría en el Hospital de La Paz en 2002. El sentido de haber 'duplicado' el MIR viene por su ambición a dedicarse a la
Oncología infantil, una idea que maceró al comenzar la carrera.
Sin embargo, una vez hecho el examen, a la hora de elegir plaza se decantó por
Hematología y ya estando en tercer año, rotando en el hospital, volvió a renacer en ella la idea de orientarse a los pacientes más pequeños. "Cuando terminé la residencia en diciembre, me volví a presentar en febrero al MIR y conseguí plaza en
Pediatría", detalla Beléndez a
Redacción Médica, aunque asegura que "de haberle salido mal" habría optado por buscar trabajo en Hematología de adultos
. Una segunda residencia que vivió de una forma más "
dirigida" en lo que quería hacer y no tanto con el
espíritu de residente con el que disfrutó la primera.
Así, Beléndez relata que estas dos opciones son lo "suficientementes distintas como para que se siga aprendiendo mucho" y le dio la oportunidad de especializarse aún más y complementarse. "Mi base previa me ayudó bastante a entender las enfermedades, y aunque son distintas en adultos en algunas cosas, es una buena base para completar con la segunda", añade la facultativa del Marañón, centro donde trabaja desde 2004.
No obstante, esta facultativa considera que
dos especialidades es el máximo adecuado para un profesional ya que "llega un momento en el que quieres trabajar y no ser residente; quieres ser el responsable final ya de lo haces", explica. Y, de hecho, se plantea la posibilidad de 'superespecializarse' de otra manera que no sea a través del MIR. "Seguramente se podría hacer a lo mejor Pediatría y dos años más de Hematología por ejemplo, algo más corto", expresa. "Por ejemplo con el tiempo, después de haber hecho la primera especialidad, pues complementar a través de formación, rotar por sitios y eso pues complementar con lo que falte".
En otras ocasiones, según explica la profesional, la segunda residencia va más allá de la
superespecialización. "Una amiga hizo
Familia primero y luego, creo que estaba un poco cansada, realizó el MIR en
Medicina Preventiva y, estuvo unos años, pero de hecho, ahora ha vuelto a la
Atención Primaria; hay veces que hacer una segunda especialidad pues sí te hace completar tu formación y en otras ocasiones pues es realmente
porque no gusta la especialidad elegida".
Un MIR 'extra' como complemento
A otros de estos 'superespecialistas', lo que les lleva a repetir la experiencia del MIR es
la necesidad de "complementar" su formación para adecuarla lo máximo posible a sus expectativas laborales. Es el caso de
Ana Álvarez, quien hizo la residencia de
Medicina Interna en Cabueñes (2007-2012) antes de marcharse al Gregorio Marañón para realizar la de
Microbiología Clínica (2013-2017). Cuenta la facultativa a
Redacción Médica que su mayor anhelo siempre había sido trabajar en
Enfermedades Infecciosas, pero, al no haber un MIR específico de esta disciplina, optó por 'empaparse' de las dos especialidades que más podían allanarle el camino.
Desde su despacho del Hospital Gregorio Marañón, Álvarez incide en que la vía "más habitual" para ejercer en Enfermedades Infecciosas es la de Medicina Interna. Pero el azar la llevó a conocer de cerca el Servicio de Microbiología del centro madrileño, "que es
prácticamente lo que se hace en Infecciosas". No lo dudó: "Vi la opción de complementar las dos especialidades, y así lo hice".
Álvarez no tiene dudas de que acertó a la hora de repetir la experiencia del MIR, aunque reconoce que
"a veces costó". Principalmente, porque se encontraba en un
"momento vital" diferente al de la mayoría de los residentes. Pero también arrastraba una cierta sensación de ‘estancamiento’ respecto a algunos de sus antiguos compañeros de Cabueñes que durante ese tiempo habían escalado a nivel profesional y económico.
En este sentido, asume que la 'superespecialización'
"no es para todos los médicos". "Es para casos muy concretos, hay que tener en cuenta que son nueve años de residencia", destaca.
La visión multidisciplinar al contar con dos especialidades
Después de haber completado la residencia en Medicina de Familia,
Carmen Ferre decidió embarcarse en la especialidad de
Radiología, y este mes de mayo empezará su
segundo año en el Hospital Clínico Universitario
Virgen de la Arrixaca, en Murcia. Ferre se da cuenta de la
visión multidisciplinar que está adquiriendo al contar ya con su primera opción, permitiendo que “pueda aportar mucho más. La Radiología es una especialidad bastante general, toca un poco de todo, incluido Familia. Cuento con
una base médica clínica que aporta bastante. Llego a notar la diferencia con otras compañeras que acaban de empezar su primera residencia a la hora de valorar la clínica del paciente", apunta.
Las
aptitudes y capacidades que ha logrado Ferre al realizar su primera residencia acaban siendo cruciales a la hora de
abordar al paciente. Tal y como afirma la especialista, “Familia te permite ver al paciente en persona, saber cómo responde, y lograr una imagen mucho más completa. Si no se tiene esta experiencia anterior es difícil realizar un análisis tan completo”.
La opción de poder
llegar a trabajar en Urgencias fue una de las principales motivaciones por la cual Carmen Ferre decidió apostar por realizar la residencia de Medicina de Familia en el
Hospital Regional Universitario de Málaga. Ferre tiene un gran recuerdo de sus años de residencia, aunque cuando, por fin, logró acceder a Urgencias, la experiencia fue muy distinta a lo que se imaginaba: “Es agotador y normalmente realizaba la tarea de los
pacientes en puerta, no vi al cien por cien las Urgencias. Traté cosas muy banales y llegué a replantearme que lo que realmente me gustaba era abordar al paciente crítico. No me ofrecieron ninguna opción de contacto con este tipo de paciente. Las labores eran monótonas, y decidí realizar la otra especialidad”.
Una de las grandes diferencias que la especialista está notando entre ambas residencias es que la atención por parte de los profesionales “no es la misma. En Radiología somos cuatro personas por año, te prestan más atención y te pueden ayudar más. Por otra parte, en Medicina de Familia uno debe ser mucho más
autodidacta. Debía mostrar más interés para lograr que me hicieran caso, y aquí se tiene mucho más protagonismo”.
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