Mónica Tapias, en el momento en que recibía la primera dosis de la vacuna
Nunca antes recibir una
vacuna había generado tanta expectación. A sus 48 años,
Mónica Tapias es ya una de los nombres más representativos de esta pandemia. Jamás hubiera imaginado convertirse en la primera sanitaria en recibir la
vacuna contra el Covid-19 en España. Pero así fue. De eso hace 47 días. Algo más de dos semanas desde que ella y Araceli, una de sus residentes en el centro
Los Olmos de Guadalajara y la
primera persona vacunada en todo el país, quedaran
inmunizadas al completar el tratamiento de
Pfizer contra el virus.
Una
experiencia "emotiva" en palabras de esta auxiliar de Enfermería,
orgullosa de haber sido elegida junto a sus compañeros y el resto de residentes del centro, como punto de inicio en la
administración del fármaco. Sobre todo después de haber vivido de cerca y en mayúsculas los estragos de esta crisis sanitaria. Eso, unido a sus condiciones "médicas", hicieron que fuera la elegida para inaugurar la lista de 'pinchazos' ante la atenta mirada de millones de españoles. Apenas unos minutos que marcarían un "antes y un después" en la pandemia.
La profesional, lejos de achantarse, asegura que no tuvo "ningún miedo" de ser la primera y demostrar al resto "que no pasa nada por ponérsela". "Yo estaba tranquila. Pensé, ¿qué me va a pasar si la vacuna ya está probada", relata a
Redacción Médica.
A Mónica y Araceli les han seguido otras
900.000 personas que ya han dado ese "primer paso" para inmunizarse y poder ver "un poco más cerca" el fin de la pesadilla. Todavía queda camino por recorrer, pero las sensaciones, a estas alturas de la pandemia y con la seguridad de estar más protegidos por la vacuna, son diferentes.
Confianza y tranquilidad entre los vacunados
Los casi 80 residentes que conviven en este centro están
"contentos" y esperanzados al ver "que por fin, pronto se va a normalizar la
vida en la residencia" y podrán cumplir su mayor deseo: volver a ver y
abrazar a sus hijos y familiares. "Todos lo estamos deseando", reconoce Mónica con emoción.
Araceli Hidalgo es una de ellas. Con 96 años, ya forma parte de la historia de España al ser la
primera vacunada del Covid-19 de todo el país. Un título que lleva con orgullo y con el que espera animar a otros a seguir su ejemplo. Su mensaje, después de recibir la segunda dosis de la vacuna, fue, de hecho, una petición para que "todo el mundo se ponga la vacuna".
Aunque se lo ofrecieron, su compañera
Milagros Molinero declinó ocupar el puesto de Araceli. No por miedo al tratamiento, ya que después de
haberlo sufrido en primera persona y haber perdido a su marido, estaba deseando recibirlo. La razón, fue mucho más trivial y es que "no quería salir en la tele delante de toda España sin haber ido a la peluquería". Milagros lleva meses comunicándose con su familia a través de una verja o como mucho, sentada en el extremo de una mesa lo suficientemente grande como para asegurar la distancia. Algo que, debido a sus problemas de audición, le hace todavía más difícil poder disfrutar de su compañía.
Once meses encerrados entre cuatro paredes
Una vez traspasa las puertas de la residencia, Mónica toma conciencia del
recelo que todavía despierta la
vacuna entre algunas personas. Ella, no duda en ponerse como
ejemplo viviente de su seguridad . "Ya me has visto que estoy bien, que no ha habido ninguna reacción", le comentaba hace unos días a la conductora de un autobús cuando esta le habló de las dudas de su madre, diabética, a someterse al tratamiento. "Creo que ella, más que nunca tiene ese deber. Todo el mundo se tiene que vacunar pero especialmente la
gente que tiene mayor riesgo porque son, por decirlo de algún modo, un pastelito para este virus."
Como profesional, Mónica, confía en el trabajo a contrarreloj que se ha llevado a cabo estos meses en la comunidad científica para desarrollar un
tratamiento eficaz contra el SARS-Cov-2. "Les tendrían que dar el Nobel", asegura, insistiendo en que "n
o hay que tener miedo". En su caso, las reacciones al tratamiento fueron mínimas. Nada más allá del dolor en el punto de punción y una
ligera "tiritera" sin décimas de fiebre el día que recibió la segunda dosis.
A diferencia de los ancianos, que no han notificado ningún efecto adverso, entre sus compañeros, sí destaca algunas
subidas de temperatura puntuales, especialmente en aquellos que habían pasado previamente la enfermedad pero no de forma generalizada, lo que le lleva a pensar que este tratamiento podría tener incluso
menos efectos secundarios que otros como el de la gripe.
"Todo el mundo se tiene que vacunar pero especialmente la gente que tiene mayor riesgo"
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En los 10 años que lleva trabajando en la residencia, enfrentarse al
Covid-19 ha sido el reto más duro para Mónica con diferencia. También para las personas mayores a su cargo. "Aquí siempre
había muchísima vida y era un ir y venir constante de gente. Los residentes charlaban con los jubilados que venían de fuera, hacían cursos...". Hasta que llegó la pandemia y su espacio vital se redujo a las paredes de la residencia.
Después de casi un año encerrados a "cal y canto", muchos están
desesperados. La mayor vulnerabilidad de este colectivo al virus ha hecho que su
confinamiento haya durado más que el de los demás. Y es que, estar parte del día en la habitación, con la televisión como único entretenimiento, se hace a menudo "insoportable", reconoce la sanitaria con pena. No obstante, estar a salvo del virus ya es un logro. Solo en
Castilla-La Mancha, el Covid-19 se ha cobrado la vida de 1.973 residentes desde que comenzara la pandemia.
Lo vivido estos meses atrás les ha hecho estar altamente concienciados y cumplir las normas de seguridad a 'rajatabla', incluso, tras haber completado el
ciclo de vacunación. "La gente mayor nos da lecciones todos los días.
Son historia de vida y son nuestro referente".
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