Los residentes que abandonan el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria de Málaga tras terminar su formación.
19 may. 2023 10:50H
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Dicen que los años de residencia son los más importantes y los que más se recuerdan en la vida de un profesional sanitario. Esta semana, cumplen su ciclo de formación los alumnos del EIR del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria de Málaga. El centro, junto con la Unidad de Docencia, organiza un evento para despedir a los residentes de último año, que cierran así su etapa formativa para lanzarse al mundo laboral. Llegó el momento de decir adiós a 38 especialistas en Medicina, tres en Farmacia, dos en Enfermería y dos en Psicología.
"Somos como una familia y para mí es un verdadero orgullo y un privilegio poder acompañarles en esta etapa, porque para mí fue una de las más bonitas que recuerdo, probablemente la que más he disfrutado. A los compañeros no los olvida", reconoce Fernando Cabrera, jefe de estudios en la Unidad de Docencia del centro malagueño. Este facultativo, que ha estado con ellos al pie del cañón, sienten especial tristeza por la marcha de estos jóvenes. "Te mantienen activo porque te preguntan y te dan esa 'vidilla', es un refresco al hospital", explica.
"Son chavales con los que tengo relación durante muchos años, aunque con alguno tenga más contacto que con otros. Cuando se va una promoción noto que se me van con el cariño que les he ido cogiendo", reflexiona Cabrera ahora que ya les ha dicho adiós a los de 2023. "La semana que viene tenemos el acto de acogida, pero no es lo mismo, porque no les conoces aunque les des una cálida bienvenida", añade, hablando precisamente de esa especie de "vacío" que queda cuando se marchan.
"Es como si fuesen de mi familia... y en el fondo lo son", reflexiona con cierta tristeza a la hora de hablar de este adiós. "Les deseas suerte, pero les das las gracias también porque hayan contribuido a que el hospital sea lo que es", cierra el docente.
El fin de una etapa para los residentes
Esta generación también ha sufrido el momento más duro de la pandemia. Ellos también estuvieron en la primera línea cuando el covid golpeó fuerte. En este caso, mirando hacia atrás, algunos prefieren quedarse con lo bueno. "Me llevo un buen recuerdo, ves que te desarrollas profesionalmente y para mí también ha sido un momento bonito en lo personal", sostiene Daniel Collings, de 29 años, que ha logrado especializarse como otorrino.
"Para mí, mis compañeros del Clínico son como mi familia, todos nos conocemos y eso ayuda a tener muy buena relación y que seamos como una gran familia", incide. "A mí me da pena marcharme, pero también separarte de gente de la que te has rodeado durante tantos años", apunta, "y es algo común, porque esa atmósfera de familia se palma en el ambiente".
De todas formas, admite que sintió incertidumbre ante el futuro que se le abría por delante. Porque, "¿dónde voy a acabar el año que viene trabajando?", se preguntaba. Él pudo quedarse en Málaga, pero recuerda que en ciertas ocasiones sí que sintió algo de miedo. "Cuando faltan dos meses o así, me entró mucha incertidumbre porque no sabes qué es lo que va a pasar", sentencia.
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