Elvira Lara, investigadora del Departamento de Psiquiatría de la UAM.
La
salud mental de las personas va fluctuando con el tiempo y está ligada a diversos
factores que modifican el
entorno en el que las
sociedades viven. Evaluar el
envejecimiento de la
población con el paso de los años para
poder actuar de forma eficaz en el futuro es el propósito del proyecto
Edad con Salud, que analiza el
bienestar de la
población adulta española desde 2011 hasta la actualidad. Uno de los objetivos buscados es trasladar los resultados a los
planes estratégicos que las
comunidades autónomas y el
Sistema Nacional de Salud aplican hoy en día a diferentes grupos de población que sufren
depresión,
conductas suicidas o
soledad no deseada, entre varios escenarios.
Elvira Lara, investigadora posdoctoral del Departamento de Psiquiatría de la UAM y principal autora del estudio, publicado en la revista
The International Journal of Epidemiology, afirma en
Redacción Médica que “los planes actuales no siempre contemplan que la
soledad no solo se da en la población de mayor edad, sino que también es frecuente entre los
jóvenes, provocando un
empeoramiento de su estado de salud. Esta evidencia científica debe ser valorada por parte de las instituciones”.
El impacto de la pandemia en la salud mental
En las cohortes analizadas, junto con el análisis que se está realizando a una de ellas actualmente,
la pandemia ha jugado un papel crucial por el que respecta a la salud mental: “Hemos encontrado variables, como la
soledad no deseada que han afectado negativamente a la
incidencia a sufrir
depresión, mientras que el apoyo soical se asoció a un menor riesgo de
ideación suicida. Estos resultados nos permiten saber cómo actuar en caso de que nos encontremos con otra situación similar a la pandemia en el futuro. También la
resiliencia es un factor importante, por lo que
se debería ofrecer herramientas para que las personas tengan recursos cognitivos y emocionales que les permitan manejarse en circunstancias inesperadas o estresantes”, explica la especialista.
Los investigadores del proyecto analizan ahora si la pandemia ha provocado
fluctuaciones que hasta ahora no se habían visto en los análisis realizados desde 2011 por lo que respecta a la
depresión, la
conducta suicida, el
funcionamiento cognitivo y variables sociales como la
soledad no deseada. Lara afirma que “uno de los aspectos que nos hemos dado cuenta es que
hacer comunidad y fomentar las
relaciones sociales tiene un impacto enorme en la salud mental y física, principalmente en las cohortes de personas jóvenes. Las personas que reportan mayor apoyo social muestran un menor riesgo de sufrir depresión”.
Las personas de menor y mayor edad tienen más bienestar
Los niveles de bienestar también han sido objeto de un análisis longitudinal desde 2011, y Lara concreta que, de las personas entrevistadas, “las de
menor y mayor edad eran las que reportaban
mayores niveles de bienestar. La soledad es un factor de riesgo para la mortalidad que debe ser tenido en cuenta, mientras que seguir una dieta mediterránea está asociado a un menor riesgo de sufrir mortalidad prematura”.
Lara hace también hincapié en la relación establecida entre el
funcionamiento cognitivo y la
depresión, “un factor de riesgo que puede generar
deterioro cognitivo leve significativo, y que podría asociarse a la aparición posterior de enfermedades como demencia, especialmente cuando se trata de una depresión de inicio en etapas tardías".
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