Para alguien como Belén Navarrete, enfermera en el Hospital Regional Universitario de Málaga, con 27 años experiencia en el área de
enfermedades infecciosas y que se estrenó en la profesión en plena pandemia del VIH, lo ocurrido con el
Covid-19 en los centros hospitalarios “no tiene nada que ver”.
Fue en ese momento, ligado a la soledad de los pacientes por no poder ver a sus seres queridos, cuando se le ocurrió trasladar al hospital una propuesta que había visto que se estaba llevando a cabo en varios centros de Madrid. “Cuando vi que varios hospitales de Madrid estaban recogiendo cartas de esperanza y ánimo para los
pacientes ingresados de Covid-19, pensé que también era lo que necesitábamos nosotros. Se nos estaba haciendo muy duro a todos”, explica Navarrete.
“He visto morir a gente de sida, de pneumocystis, y sin embargo, nada es comparable a lo que he visto con el coronavirus”, cuenta Navarrete a
Redacción Médica.
“Era tener una UCI en planta”, recuerda de los primeros meses de pandemia. “Es imposible gestionar tantas emociones, se acumula mucho cansancio, no solo físico, también psicológico”, explica antes de mencionar uno de los momentos más duros vividos por los sanitarios durante la primera ola. “Las personas mayores que ingresaban estaban completamente desorientadas, cuando nos veían con el EPI, nos decían que no les castigáramos, que ellos no habían hecho nada malo”.
760 cartas de esperanza y ánimo recibidas en 24 horas
“Me grabé con el EPI puesto explicando la iniciativa para que nadie pensara que era un bulo”, comenta la sanitaria. Para sorpresa de ella y de todos sus compañeros,
en 24 horas llegaron a recibir 760 mensajes. “Recibimos cartas de México, Venezuela y Brasil”, relata. Y así fue como en menos de dos meses llegaron a repartir más de 3.000 cartas.
Dibujo recibido en el Hospital Regional de Málaga
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“Cuando repartíamos las cartas a los ingresados, terminábamos todos llorando, los pacientes y nosotros”, cuenta Navarrete. Sin embargo, tras el verano “la gente se relajó” y dejaron de recibir cartas, hasta hace apenas un mes, con la tercera ola, que "la gente volvió a animarse". La enfermera no se explica la razón de este bajón en las cartas porque en esta tercera ola
“hemos tenido más ingresos que en la primera”, recalca. “Cuando regresamos algunos compañeros de las vacaciones de navidad, no dábamos crédito a la situación en la que se encontraba otra vez el hospital”.
"Lo más bonito es poder acompañar a las personas que sufren"
De hecho, afirma que ellos “no ven el fin a esto” y que “médicos de otras especialidades, de forma voluntaria, se han trasladado a la suya porque están actualmente desbordados”. Por esta razón,
“necesitamos cartas de esperanza más que nunca, porque es una dosis de alegría para los pacientes y para nosotros”.
Tal y como comenta Navarrete, “es terapéutico para quien las recibe, pero también para quien las escribe”. “Hemos llegado a recibir cartas de casas de acogida con mujeres que han sufrido maltratos y de sus hijos dando ánimos a los pacientes ingresados”, comenta la enfermera.
Entre las historias más bonitas que ha vivido en primera persona con esta propuesta destaca dos. “Tuvimos a un paciente de 15 años con leucemia que se terminó contagiando de Covid y un día nos dijo que la única familia que tenía era a nosotros, los sanitarios, y a las personas que le enviaban las cartas”.
La otra historia que emocionó a la enfermera fue la de un chico ingresado, que tras comentarle la propuesta y entregarle un par de cartas, no dijo nada. “Al día siguiente le pregunté que si le había molestado y que si no quería no le entregaban más cartas”. Su respuesta la dejó sin palabras: “Llevo todo el día deseando verte para que me traigas las cartas, ayer me quedé bloqueado y sin saber que decirte”.
“No estamos acostumbrados a que un desconocido te anime sin nada a cambio”, cuenta la sanitaria tras concluir que “lo más bonito del ser humano y su profesión es poder acompañar a las personas que sufren”.
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