Federico Fernández Gil.
En torno a dos de cada cien personas son superdotadas. En muchos casos, no saben que lo son, pero
se sienten “diferentes”. Por eso, la mayoría de ellos achacan esta sensación al padecimiento de algún tipo de
trastorno mental. Además, se dice que les cuesta mucho
conectar con otras personas, “pero no por falta de empatía, que tienen y mucho, sino porque las cosas que les preocupan difieren de las que suelen preocupar a los demás”.
“Estas son personas que a lo largo de su vida siempre se han sentido distintas, desde niños.
No se preocupan por las mismas cosas y, por ello, llegan a sufrir crisis existenciales”, asegura en una entrevista con
Redacción Médica Federico Fernández Gil, superdotado y psicólogo especialista en tratar a este tipo de personas, y quien insiste que
“es un mito que no cuenten con habilidades sociales”. Por eso, asegura, en el caso de
los médicos y enfermeros superdotados son “especialmente” empáticas con los pacientes que tratan.
“Es más bien al revés. No es que non empatice con los demás, sino que
los demás no suelen empatizar con las personas con altas capacidades. Las personas de altas capacidades somos personas especialmente empáticas y con
una gran capacidad para ponernos en el lugar del otro y entender cómo piensan los demás”, asegura. Sin embargo, reconoce que los médicos con superdotación “pueden tener
algún problema a la hora de expresar los conceptos más técnicos en lenguaje coloquial”.
Por la consulta de Federico Fernández (Cientoymucho) pasan cientos de adultos con inquietudes y que buscan ser o no diagnosticados como superdotados, pues
para muchos de ellos el diagnóstico es la tregua con el pasado y una base para construir el presente tras años de incomprensión.
Bastantes de las peticiones que recibe son, precisamente, de médicos y enfermos. “Esto es lógico, porque sus carreras son muy demandantes intelectualmente y, por lo general, el número de personas con altas capacidades es superior”.
Diferencias entre una persona superdotada y con altas capacidades
Dentro de este ámbito, Fernández trata a dos tipos de personas:
superdotados y con altas capacidades. Explica que no es exactamente lo mismo: “La
alta capacidad la tiene aquella persona con
un cociente intelectual por encima de 120. Es decir, un percentil de 90 o superior. Mientras que
las personas superdotadas son aquellas que tienen un cociente intelectual igual o superior 130, lo que significa un percentil de 98 o superior”. Por lo tanto, todas las personas superdotadas son de alta capacidad, pero no todas las de alta capacidad son superdotadas.
Por lo general, ambas son sujetos con una capacidad para procesar la información levemente distinta al de la “población normopensante”. Este procesamiento se produce por
“pequeñas diferencias biológicas en el cerebro” y provoca que este sea más profundo, no sólo en el aspecto de las actitudes intelectuales, como el rápido aprendizaje, la curiosidad o la gran memoria; sino que también se produce en el apartado emocional. Por este motivo, son personas mucho más sensibles que el general de los ciudadanos.
¿A qué edad y cómo se puede detectar?
El psicólogo asegura que la superdotación y altas capacidades
“se pueden percibir a partir de los dos años y seis meses”. De hecho, “existen test que son bastante acertados”. Si bien es verdad que cuando los niños son muy pequeños, “que posteriormente de mayores tengan el mismo cociente intelectual no correlaciona tanto si se detecta más adelante”, pues
el cociente intelectual cuando se detecta a tan temprana edad puede variar cuando la persona crece. Sin embargo, “si se detectan las altas capacidades a las 15 años es más probable que de adulto se mantengan”.
“De forma general, suelen ser niños que habitualmente comienzan a hablar muy tempranamente y con un vocabulario muy rico
. Son niños que sienten una gran curiosidad y tienen una gran necesidad de aprendizaje”. También aprenden muy rápido y “tienden a hacer unas preguntas muy profundas para su edad y bastante existenciales”. “Se les suele dar bien todo, tanto las matemáticas, como la lingüística, el arte y también cuentan con una memoria excelente”, asegura Fernández, quien apunta que estos suelen ser jóvenes que
“van muy por delante”.
El problema del mobbing y del bullyng en los superdotados
La sensación de soledad es el principal problema de este tipo de personas.
Muchas de ellas sufren bullying en la infancia y mobbing en el trabajo. En este último caso, y que supone una realidad mucho menos conocida, es que “tienen problemas para encajar en entornos laborales”. “
Suelen ver los problemas de la empresa de manera holística e intentar arreglarlo, pero esto lo hacen únicamente por su necesidad de encontrar soluciones a los problemas”, explica Fernández.
“Esto puede ser visto por otras personas como una intromisión. También sufren
un problema de hipotencialidad durante la infancia. Se les da bien muchísimas cosas y eso hace que les cueste decidirse sólo por una disciplina”, zanja este psicólogo especializado en tratar con adultos.
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