Los creadores de la marca y la diseñadora Maria Barros posan con dos de sus maniquíes.
Algo que comparten muchos emprendedores es tener un buen relato de cómo surgió su idea. Son historias en las que, de repente, se dan cuenta de que hay una necesidad no cubierta y deciden explotarla económicamente. En el caso de
Winder, su particular "¡eureka!" les llegó durante una tarde de cañas. Entre cerveza y cerveza comenzaron a hablar sobre cómo iban vestidos al trabajo y Carlos Seoane, dentista, dijo que llevaba 25 años vistiéndose igual: con una casaca azul y otra verde quirófano.
"Llegamos a la conclusión de que
los médicos se habían quedado anclados en cuestión de vestimenta". Andrés Montenegro, socio fundador de Winder, explica su proyecto sentado en un sofá de Oliver y Alcázar. Esta clínica dental del Barrio de Salamanca de Madrid ha convertido su entrada en un escaparate en el que se presentan los modelos de la marca de ropa como una de las actividades paralelas de la Semana de la Moda de Madrid.
Para Montenegro y Seoane, la ropa médica también puede ser moda. Tras aquella conversación empezaron a desarrollar la idea y se lanzaron a crear una colección de ropa para médicos que fuera
"funcional, de calidad y exclusiva". Como él mismo señala su objetivo es "llegar al sector privado médico". Por el momento su mercado está centrado en España, con la intención de expandirse más adelante y tienen como clientes clínicas dentales, de fisioterapia y de estética.
Estética móvil
Ideas como la humanización de la sanidad y un trato más individualizado a los pacientes, especialmente en la sanidad privada, son las que crean el caldo de cultivo perfecto para que fórmulas de emprendimiento como estas tengan éxito. "El elemento de estética más barato de cambiar en el ámbito médico es el de la vestimenta", explica Seoane, que añade: "Es el que se está moviendo continuamente y está más en contacto con los usuarios".
Los maniquíes de Winder durante el evento paralelo de la Semana de la Moda de Madrid.
|
Aunque hay otras marcas que hacen "ropa bonita", la clave de Winder para Seoane es "querer ir un punto más allá y ofrecer firmas de primera gama". Por eso tienen dos tipos de líneas:
design y confort. La primera reúne diseños de una creadores como Juan Vidal, Isabel Núñez y Agatha Ruiz de la Prada, que ha diseñado batas con patrones muy de su estilo con grandes corazones, lunares y hasta una especie de emoticonos en forma de muelas.
La línea confort está más pensada para ser ropa de batalla y está específicamente diseñada para ser cómoda y práctica. Esta gama ha sido diseñada por María Barros que explica que no ha tenido una inspiración concreta: "He tratado de
entender sus necesidades como médicos a la hora de trabajar con comodidad".
Para la diseñadora era importante que esta comodidad no estuviera reñida con
un diseño original y estético porque "la moda está muy vinculada con la imagen y cada diseñador puede marcar su estilo y dejar su sello".
La bobina de la que nace Winder
Si una idea de negocio puede surgir fácilmente en una conversación de bar, encontrarle un nombre puede resultar más complicado. "Tienes que buscar algo que suene bien, que tenga relación con la actividad y, lo más importante, que esté libre", explica Montenegro. Tras mucho pensarlo llegaron a Winder, que en inglés significa bobina para hilo. Si uno busca "winder" en internet, lo primero que encontrará será las referencias a la localidad de Winder, en el estado de Georgia en EEUU, una población de casi 15.000 habitantes que, lejos de tener nada que ver con la industria textil, debe su nombre al presidente de la compañía Seabord Railway, una línea de ferrocarril que pasaba por la ciudad y contribuyó a su prosperidad. Por lo tanto, aunque el nombre ya existía, es difícil que alguien confunda la ciudad de Georgia con la marca de ropa.
Esta variedad de diseños es la que destaca Montenegro:
"Hemos tratado de hacer una gama muy variada para adaptarnos a todos los entornos". Para ilustrarlo, pone como ejemplo que un fisioterapeuta necesita prendas más cómodas y que le permitan una mayor movilidad que otro profesional como un pediatra.
El coste los uniformes varía de los 35 euros a los 80 euros ya que "se trata de una
ropa de calidad y exclusiva" que, como ya se ha dicho, está pensada para clínicas privadas y para aquellos centros que quieran invertir en su imagen. Al final, la idea de un grupo de amigos con unas cañas de por medio puede hacer que veamos con mejores ojos al dentista, aunque nunca podamos mirar con tranquilidad a la turbina que se acerca amenazante a perforarnos la muela.
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.