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Pablo Alfaro, exfutbolista y médico, recuerda los tiempos en los que alternaba el estetoscopio con la pelota de fútbol

"Siempre que he ejercido la Medicina ha sido sin cobrar"
Pablo Alfaro dirige a su equipo, el CD Mirandés, durante un partido de esta temporada.


4 nov. 2017 20:00H
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POR JESÚS ARROYO
Médico y futbolista. O futbolista y médico. El orden depende de la etapa que recuerde Pablo Alfaro (Zaragoza, 1969), el incandescente defensa que desfiló por las filas del Zaragoza, FC Barcelona, Atlético de Madrid, Racing de Santander o Sevilla, entre otros. Ahora es entrenador en el Club Deportivo Mirandés, con el que “espera pelear por los puestos de ascenso a segunda división”, donde, al igual que hacia cuando era futbolista, aplica “todo lo aprendido en la carrera de Medicina”. Su filosofía no es la de partido a partido, como la mayoría, el prefiere utilizar la misma que aplicó durante sus años en la universidad y que le llevó a conseguir su título de Medicina (incluida la especialidad): examen a examen.

¿Por qué no retomó la senda de la Medicina cuando colgó las botas en 2007?

Mis dos grandes pasiones siempre han sido el fútbol y la Medicina. Pero en ese momento en el que decidí retirarme me tiraba más el balón. Además tuve la oportunidad de seguir vinculado al futbol gracias al Sevilla FC. Los contratos en la vida profesional siempre acaban el 30 de junio de cada año y el 1 de julio ya empezaba a trabajar de coordinador de fútbol profesional en el Sevilla. Entonces, fue prácticamente como echarme un día a la cama siendo futbolista y despertarme al día siguiente como miembro del staff técnico. Realmente ni me planteé volver a ser médico. Como yo siempre le digo a mi familia y a mis amigos, yo ya he ejercido la Medicina pero sin cobrar (risas).

¿Cómo nacen los orígenes de Pablo Alfaro como médico?

Es curioso porque en mi familia no tengo ningún antecedente sanitario, pero siempre que me preguntaban: ¿Pablico tu qué quieres ser de mayor? Siempre respondía; médico y futbolista (en ese orden). En mi casa no había ningún referente médico pero siempre ha sido algo que me llamó la atención desde muy niño y esa vocación la mantuve presente desde siempre y conseguí poco a poco mantener esos dos roles: de vocación estudiante de Medicina y de profesión jugador de futbol. Hasta que llegó un momento en el que tuve que decantarme definitivamente por el fútbol.

Pablo Alfaro celebra un gol con su compañero del Sevilla FC, Dario Silva. 

¿Cuándo tomó esa decisión?

Fue en el año 1987, con 18 años, cuando empecé a estudiar la carrera de Medicina. En ese momento fui compaginando mi trayectoria como futbolista con  la de estudiante de Medicina, pasando por diferentes universidades, según iba cambiando de equipo y de ciudad. Empecé en la Universidad de Zaragoza, luego me trasladé a Barcelona donde estudié en la Universidad Central de Barcelona, seguí en la Universidad de Santander y terminé mis estudios de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid. Siempre compaginando el fútbol con la carrera de Medicina.

¿Y dónde realizó sus prácticas?

Fue en el Hospital del Ejército del Aire. Esa fue mi forma de compaginar mis dos pasiones. Los estudios eran mi obligación y jugar al fútbol mi devoción. En un momento dado, esa balanza se inclinó para el otro lado, y el futbol pasó a ser mi obligación y la Medicina mi devoción.

La Medicina siempre le ha acompañado en su carrera deportiva...

Siempre. Desde un principio tuve muy claro que quería acabar mi carrera de Medicina fuera como fuese. Además mis padres siempre han insistido y me han martilleado para que estudiara. “Pablico estudia”, me decían. En la profesión de futbolista hay que ser consciente de que el deportista si tiene suerte, y las lesiones le respetan y se cuida, puede llegar a jugar a máximo nivel hasta los 33 o 34 años. En mi caso, tuve la fortuna de aguantar hasta los 38 años en Primera División, que ya de por sí fue un logro muy longevo. Pero claro, la vida prosigue y siempre hay que tener algo seguro.

Además usted finalizó con éxito la especialidad.

Por supuesto. Hice la especialidad de actividad física del deporte, Medicina Deportiva. La realicé en la Universidad de Cádiz, en la escuela que hay San Fernando.

¿Echa de menos esa época de compaginar fútbol y universidad?

Lo cierto es que sí. Aunque era una tarea muy laboriosa, significa una época muy bonita en mi vida. También hay que tener en cuenta que el futbolista profesional tiene mucho tiempo libre. ¿Pero qué ocurre? Que el futbolista tiene todo los alicientes para utilizar ese tiempo libre en todas las tareas menos en estudiar. No es sencillo ponerse a estudiar Anatomía Patológica cuando puedes hacer cinco cosas distintas y más atractivas. Sobre todo hay que tenerlo claro y tener vocación. En mi caso, cuando estudiaba Medicina, sabía que el deporte profesional tiene una vida muy corta y debía estar preparado para el futuro. 

Dos de las etapas futbolísticas de Pablo Alfaro plasmadas en cromos de fútbol. La primera referida a su etapa en el Real Zaragoza; la segunda cuando fue futbolista del Racing de Santander. 


¿Qué le fue más difícil compaginar la tarea académica o la tarea formativa?

Siempre es mucho más difícil la práctica. La Medicina lógicamente tiene un componente teórico muy denso y voluminoso pero luego el práctico es la esencia de la titulación porque vives in situ la formación con pacientes.

¿Recuerda qué le dijo su familia cuando decidió cambiar la bata de médico por la pelota de fútbol?

Era algo que se veía venir. Llegó un momento en el que no es lo mismo jugar al fútbol en juveniles, donde no hay ningún tipo de trascendencia más allá de la dinámica del equipo, que jugar en un equipo de Primera División, con una baza social importante detrás, con una ciudad pendiente de lo que se haga y todo eso tiene una trascendencia local y hasta nacional, que implica que a uno le cambie esas prioridades. Aunque no hay que olvidar que la formación académica ayuda luego mucho.

¿Cómo vive ahora los partidos desde el banquillo?

Es muy distinto, sobre todo en lo referido al nivel físico, dado que ahora ya no tengo que saltar o esprintar tanto como antes (risas). Lo cierto es que la posición de entrenador es muy absorbente, porque tienes que estar pensando tácticamente las 24 horas. Debes de pensar en tus futbolistas, en el rival, en el equipo técnico y es verdad que absorbe mucho. Pero me sigue apasionando como el primer día.

¿Cómo aplica lo aprendido en Medicina a su día a día en el mundo del fútbol?

Se aplican circunstancias y valores que se van adquiriendo durante el estudio. Por ejemplo, la constancia, la paciencia, el saber que una meta se consiguen examen a examen. Todo eso en el mundo del deporte también lo tenemos muy interiorizado y eso me ha ayudado mucho en mi trayectoria profesional. En mi caso particular puedo hablar con los sanitarios de mi equipo de tú a tú. Es mucho más fácil entender los procesos y los tiempos de recuperación de mis jugadores.

¿Cómo ve el actual modelo de sanidad pública de este país?

Lo veo como lo ve todo el personal sanitario. Pienso que estamos mejor valorados fuera que dentro. También es muy triste que haya muchísimos profesionales formados en España, con el capital de todos, y tengan que salir a ejercer la profesión fuer. Y fundamentalmente la situación económica, que ha afectado mucho a la sanidad por culpa de los recortes. Tendríamos que ser consciente de que sin investigación y sin buenos profesionales la población estaría mal atendida. Si no fuera por la dedicación y la profesionalidad de la mayoría de los sanitarios, la situación podría ir a peor.

¿Se debería de gastar más?

No es gastar más, ese es el gran problema. Hay gente que sigue sin ver que una inversión no es lo mismo que un gasto. La inversión siempre repercute para bien en la sociedad, mientras que el coste que se gasta desaparece. 

Han pasado diez años desde que dejó de ser futbolista. ¿Se ha planteado en algún momento retomar el ejercicio de Medicina?

En algún momento si me he planteado esa idea. Pero soy consciente que la Medicina exige mucha profesionalidad y rigor. Además es necesario un periodo importante de reciclaje para volver a ponerme al día. De momento, mientras el balón siga rugiendo estamos metidos más en el mundo del fútbol profesional.

¿Qué le aportó el fútbol a su vida?

El fútbol es el sueño de un niño que jugaba todos los días en los recreos del colegio. Y tuve la fortuna y el buen hacer de poder llegar a vivir ese sueño.
EN CORTO
Un libro:
El nombre de la rosa, de Umberto Eco

Una película:
El nombre de la rosa, de Jean-Jacques Annaud

Una canción:
Cualquiera de Mecano

Una ciudad para vivir:
Sevilla

Una ciudad para viajar:
Marrakech

Un objeto imprescindible:
Un reloj

Un personaje de su vida:
Mis padres

Un personaje histórico:
Santa Teresa de Jesús

Equipo de fútbol:
El CD Mirandés

Lema vital:
Compromiso, humildad y ambición

¿Qué le hace feliz?
Ver feliz a los que tengo a mi alrededor

¿Y la Medicina?

La Medicina me aportó conocimiento. Sobre todo por parte del resto de compañeros y de los profesionales y valores que se aprenden durante la etapa universitaria, que cuando somos más jóvenes no nos damos cuenta, pero se tienen en cuenta mucho más cuando somos adultos.

Al igual que mantiene cientos de amistades del mundo del deporte, ¿actualmente mantiene amistades del mundo de la Medicina?

Por supuesto que sí. Son dos mundos en el que he estado muy metido durante muchos años. Y fíjese, hasta compañeros futbolistas que también han sido médicos y que son, como por ejemplo el caso de Alberto López, médico del Valladolid, u Oscar Celada, médico de la Selección Española de Fútbol.

Por lo que veo, usted supo tener la cabeza fría y saber compaginar las tareas de futbolista profesional y estudiante de Medicina. ¿Qué les diría a esos jóvenes que quieren ser futbolistas y que dejan a un lado los estudios sin ser consciente de que esa vida profesional se termina pronto?

Les aconsejaría desde mi experiencia propia. Deben de tener claro que la  formación médica nunca va a sobrar, al revés. Siempre va a ser necesaria. Y además la vida del futbolista, o de cualquier otro tipo de deporte, es una profesión que vive de las exigencias de tu organismo y esas comienzan a perderse poco a poco conformen avanza los años. Y lo más importante, que siempre hay tiempo para todo. Lo esencial es tenerlo claro y fijarse un compromiso con uno mismo para ser en un futuro lo que uno estudia. 
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