El president de la Generalitat, Carles Puigdemont, y el consejero de Salud, Antoni Comín.
Cuando la política se dedica a
abonar la ficción, la realidad aparece para convertirla en un mal teatro. El último ejemplo de esto ha ocurrido en Cataluña, que quiere aprovechar la diáspora del ‘Brexit’ (paradojas entre separatismos) para convertir a Barcelona en la
nueva sede de la EMA. Para ello, el consejero ‘indepe’ de Salud,
Antoni Comín, ha recibido de buen agrado a la ministra de Sanidad,
Dolors Montserrat. Una cita que notables voces parlamentarias ajenas a
Junts Pel Sí reconocen a
Redacción Médica como un retrato hiperrealista de que la escalada separatista solo es un farol político para tener un culpable de las carencias que atraviesa la región.
“Son más los intereses que nos unen que los que nos separan”, sentencia una de estas fuentes, que hasta se toma con humor estos giros sorprendentes del guión del
'Procés'...
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