Empleados del HOPE de la Fundación Jiménez Díaz.
Reducir en más del 75 por ciento el tiempo en esperas o “tiempos muertos" para poder recibir un tratamiento en el Hospital de Día Oncológico a través de la implementación de mejoras en el proceso, el trabajo interdisciplinar y el aprovechamiento de las ventajas que aporta la innovación tecnológica; ganando eficacia, eficiencia y garantizando los máximos estándares de confort y seguridad del paciente es el objetivo principal del proyecto “HOPE, HOspital de Día PErsonalizado”.
Implementado en el Hospital de Día de la Fundación Jiménez Díaz y liderado por Cristina Caramés, especialista en Oncología Médica del hospital madrileño, la iniciativa ha sido galardonada, dentro de la categoría de “Innovación Asistencial”, en los Premios Quirónsalud, recientemente entregados por la Fundación Quirónsalud para reconocer proyectos innovadores que favorezcan la mejora de la práctica asistencial y la utilización de nuevas tecnologías en el ámbito sanitario español.
Y es que ambos objetivos se unen en esta iniciativa que, además, tiene un impacto positivo directo sobre la calidad de vida del paciente. “Nos preocupa no solo que se cure, sino que el tratamiento interfiera lo mínimo en su vida cotidiana; para ello, el proyecto HOPE se centra en proporcionar al paciente oncológico el mayor confort y agilidad en su tratamiento con los máximos niveles de seguridad, con la consecuencia inmediata de una evidente mejora en su calidad de vida”, explica Caramés.
Así, frente a la organización del proceso tradicional que marca una trayectoria al paciente en la que este tiene que pasar por diferentes áreas asistenciales del hospital antes de recibir el tratamiento oncológico, acumulando esperas y tiempos muertos -realización de análisis de sangre, espera del resultado, visita a la consulta de la enfermera y el oncólogo, preparación del tratamiento por parte del Servicio de Farmacia y dispensación del mismo ya en el Hospital de Día, etc; todo ello con citas programadas de forma independiente en las diferentes áreas del hospital- en el proyecto HOPE son los profesionales sanitarios y el equipamiento clínico los que se movilizan en torno al paciente.
De esta forma, el paciente tiene una sola cita en el Hospital de Día, y en el mismo sillón en el que recibirá el tratamiento se le realiza la extracción, se comprueba la normalidad de los parámetros de la analítica y se evalúa, con los máximos estándares de seguridad, su estado clínico con carácter previo a la administración del tratamiento prescrito por el oncólogo. “El proyecto sitúa al paciente en el centro del proceso de atención, teniendo muy presente la importancia del trabajo interdisciplinar y las ventajas que aporta la innovación tecnológica, creándose una unidad de práctica integrada, cuyo objetivo es crear un modelo de atención basado en valor”, detalla la oncóloga.
Elementos del éxito
Para ello, HOPE incorpora cuatro aspectos fundamentales: la estructuración de la recogida de datos clínicos en consonancia con la evidencia científica y los programas de calidad de mayor reconocimiento internacional y la estandarización del proceso a fin de reducir los errores derivados de la variabilidad individual; los sistemas “point of care” en el Hospital de Día para obtener los resultados del análisis de sangre en menos de 5 minutos; la automatización de la solicitud de prestaciones y las citaciones para unificar cuatro citas en una; y la integración del Portal del Paciente (aplicación de desarrollo propio) con la historia clínica electrónica, que permite al paciente comunicarse con el equipo médico o de enfermería desde dónde desee hacerlo y siempre que lo necesite.
El resultado de este esfuerzo conjunto y del desarrollo del proyecto no puede ser más positivo, a juicio de la Caramés, ya que “no solo ya se ha logrado el objetivo de reducir el 75 por ciento de los tiempos de espera, sino que se ha mejorado hasta el 80 por ciento y esperamos, a medida que el proyecto se consolide, poder acercarnos al cien por cien”.
“Y no solo es muy positiva la reducción del tiempo de esperas -añade-, sino que la estandarización del proceso incorporando la estructuración de la recogida de datos clínicos, el trabajo interdisciplinar y la comunicación con el paciente más allá del espacio físico del hospital y siempre que lo necesite, ha permitido una mejor identificación de las complicaciones o efectos adversos y ha facilitado anticiparse a los mismos, disminuyendo la proporción de visitas a urgencias e ingresos hospitalarios por efectos secundarios graves. Y todo esto haciendo un uso más responsable de los recursos”.
Además, del grupo de pacientes con cáncer de mama metastásico del que surgió, el proyecto ya está en uso también para pacientes con tumores digestivos, pulmón, melanoma, uroteliales y ginecológicos, entre otros. En todos los casos se beneficiarán de una mejora en su calidad de vida y una disminución del tiempo que deben permanecer en hospital, lo que también supone una ventaja adicional en el momento actual, en el que se intenta reducir al máximo el tiempo de estancia en un centro asistencial para evitar el riesgo de contagio, así como para sus acompañantes habituales.
Retos de futuro
De cara al futuro, HOPE incorporará un apoyo “a domicilio” estructurado e individualizado que facilitará al paciente información personalizada sobre recomendaciones de su autocuidado. Entre otros aspectos, utilizarán herramientas PROMs, de medición de los resultados reportados por los pacientes, y PREMs, de medición de la experiencia vivida durante su proceso y se proporcionará al paciente información útil para manejar los posibles síntomas relacionados con su tratamiento y que, a través del Portal del Paciente, pueda informar a su equipo médico sobre algunos potencialmente graves, cuyo conocimiento en tiempo real permitirá a los facultativos responder a esa necesidad de forma precoz, anticipándose y evitando así complicaciones.
El proyecto responde a los tres ejes estratégicos de la Fundación Jiménez Díaz: trabajar en prevención y mejorar la salud de los pacientes, optimizar su experiencia y proporcionarles los mejores y más humanizados cuidados, y hacer un uso responsable de los recursos. “Además de mejorar su salud, buscamos una participación muy activa de los pacientes que redunde en la sostenibilidad del sistema, impulsando una investigación e innovación en procesos asistenciales que puedan medirse a través del impacto en salud, y potenciando la docencia y el desarrollo de competencias digitales en beneficio de una atención de calidad”, concluye Caramés.
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