Manuel Albi, jefe del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Fundación Jiménez Díaz.
El diagnóstico precoz del cáncer de mama, la prevención del cáncer de cérvix, el control del embarazo de bajo riesgo, la prevención de la patología del suelo pélvico o la planificación familiar son algunos de los procesos que Atención Primaria asume en su cartera de servicios. Para darles continuidad con la asistencia en Atención Especializada, compartir los conocimientos nuevos derivados de la investigación e integrarlos en la práctica clínica diaria de forma coordinada, la Fundación Jiménez Díaz ha celebrado, un año más, en esta ocasión en formato online, sus Jornadas de Ginecología y Obstetricia para Atención Primaria.
“Los profesionales de Primaria son excelentes médicos con una altísima cualificación que dedican mucho tiempo diario al estudio pero, por su dinámica y ámbito de trabajo, les resulta muy difícil estar al día de todos los avances en los cuidados de la salud”, explica Manuel Albi, jefe del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Fundación Jiménez Díaz y miembro del Comité Científico organizador de la jornada. “Por ello, con este curso, que ya va por su cuarta edición -añade-, actualizamos conocimientos en estos aspectos compartidos de la especialidad y organizamos los circuitos de derivación de pacientes entre ambos niveles asistenciales”.
Como el control del embarazo y el diagnóstico precoz del cáncer de mama son temas que siempre precisan de actualización, además de este encuentro virtual, la Fundación Jiménez Díaz cuenta con un programa e-consultas que permite la consulta directa entre ambos niveles asistenciales (integrada en la Historia Clínica Electrónica) para resolver problemas en el día a día de las pacientes. Asimismo, se realizan reuniones periódicas con las matronas de los equipos de Atención Primaria encaminadas a optimizar la asistencia obstétrica.
Control del embarazo y diagnóstico precoz del cáncer de mama
Uno de los temas que más preocupan a las mujeres actualmente es la Covid-19 y el compromiso que puede suponer para el embarazo. En este sentido, indica el especialista, “el riesgo general para las mujeres embarazadas es bajo. Sin embargo, es posible que tengan más complicaciones respiratorias que las mujeres que no están embarazadas y que estas sean más graves”. Además, es importante destacar que las mujeres diabéticas embarazadas también tienen un mayor riesgo de enfermedad grave debida a la Covid-19, y se ha comunicado una mayor probabilidad de parto prematuro y cesárea.
En cuanto al cáncer de mama, se presentaron los resultados de los casos detectados por debajo de los 50 años o por encima de los 67 atendidos en el Servicio de Ginecología y Obstetricia del hospital madrileño en los últimos cuatro años que, afortunadamente, “representan un porcentaje pequeño de todos los cánceres de mama”, señala Albi, incidiendo en que la autoexploración es conveniente en este grupo de mujeres que quedan fuera de los programas de cribado. “Si no, en el momento del diagnóstico suelen tener un tamaño mayor”, apunta.
Inducción del parto y cesárea
Actualmente, se plantea la inducción electiva del parto a las 39 semanas como una forma eficaz, segura y bien aceptada por las gestantes para finalizar la gestación que, tal y como explica el ginecólogo, “consiste en preparar, ‘madurar’ el cuello del útero con medicamentos, para, a continuación, estimular las contracciones uterinas con oxitocina”. A pesar de que los resultados en cuanto a porcentaje de cesáreas son muy positivos, supone una medicalización posiblemente excesiva de un proceso fisiológico como es el parto.
En cuanto a la cesárea, “ninguna es mejor que un parto natural”, advierte Albi. Pero, en el caso de que el parto vaginal sea imposible o esté contraindicado, y de que no existan factores de riego que puedan hacer que se pierdan el bienestar materno y fetal durante la intervención, actualmente el hospital cuenta con el programa de cesárea natural, que optimiza la humanización de la cesárea.
“No pretende en absoluto sustituir el parto por la cesárea”, incide, matizando: “El término cesárea natural sería casi un oxímoron, deberíamos hablar de cesárea participada por la mujer. En cualquier caso, se trata de reducir el impacto que la necesidad de una cesárea supone para cualquier gestante, así como para su pareja, ya que permite una mayor y más activa participación de ambos en el parto”.
“En nuestro centro, hacemos cesáreas participadas por la mujer cuando son cesáreas programadas en gestaciones superiores a las 37 semanas. También, y ya durante el parto, cuando existe un fallo en la adecuada progresión de este y se ha confirmado que el parto vaginal es imposible”, añade el especialista.
Adelantarse a la pérdida de fertilidad
En los últimos 30-40 años ha cambiado nuestra forma de vida y se ha producido un considerable retraso de la edad de la maternidad con respecto a la ideal para buscar un embarazo, que es en torno a los 20-29 años. La ausencia de pareja, los motivos laborales, las restricciones económicas o el simple paso del tiempo les “roba” a las mujeres, consciente o inconscientemente, sus oportunidades de ser madres.
Según avanza la década de los 30 años, y sobre todo a partir de los 35, se van reduciendo la cantidad de folículos y la calidad de los ovocitos intrafoliculares, de tal manera que, a partir de los 40, las tasas de éxito reproductivo son bajas tanto de forma espontánea como cuando se utilizan técnicas de reproducción asistida.
“En este sentido, la hormona anti-mülleriana (AMH) -explica Albi-, es un indicador del número de ovocitos disponibles a cada edad y ayuda a medir la reserva ovárica”. Va disminuyendo con el paso de los años y su descenso es el marcador más precoz de envejecimiento ovárico. Por ello, es responsabilidad de los profesionales sanitarios informar de manera clara a la sociedad del efecto perjudicial de la edad en la fertilidad femenina”, concluye.
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