Borja Ibáñez, cardiólogo del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, jefe del Departamento de Investigación Clínica de CNIC y jefe de grupo en el CIBERCV.
En España, cada año
más de 70.000 personas sufren un infarto de miocardio. Una dolencia que ahora podría comenzar a tratarse con un fármaco de apenas 2 euros. Este es el hallazgo que han realizado de forma conjunta investigadores del
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV).
Este estudio demuestra
la capacidad cardioprotectora del metopropol en la reducción de las secuelas causadas por el infarto de miocardio, una propiedad que no es compartida por otros fármacos de la familia de los beta-bloqueantes de administración intravenosa habituales en la práctica clínica, como son atenolol y propranolol.
Para el líder del trabajo, que se publica en la revista European Heart Journal, Borja Ibáñez, cardiólogo del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, jefe del Departamento de Investigación Clínica de CNIC y jefe de grupo en el CIBERCV, la investigación “demuestra propiedades cardioprotectoras únicas para metoprolol y
supone un cambio de paradigma en el campo de la cardiología y el tratamiento del infarto agudo de miocardio”.
Un cambio de paradigma
En 2013 el ensayo clínico METOCARD-CNIC, liderado y coordinado desde CNIC, demostró que
la administración muy precoz de metoprolol durante un infarto reducía el daño en el corazón y sus secuelas.
Cuatro años después, en 2017, el mismo grupo de investigadores descifró cómo y por qué esta estrategia farmacológica simple y barata es tan eficiente. En ese estudio, publicado en Nature Communications, se demostraba que el efecto cardioprotector observado provenía de
su capacidad de bloquear a los neutrófilos -células inflamatorias que se activan durante las infecciones para eliminar a los patógenos-, evitando que se infiltren en el corazón infartado.
Ahora, en 2020, este equipo demuestra que
las propiedades protectoras del metoprolol no son compartidas por todos los fármacos de la familia de los beta-bloqueantes, lo que se denomina efecto de clase.
La investigación, tal y como asegura el investigador predoctoral del CNIC y farmacéutico Agustín Clemente, primer firmante del artículo, presenta “resultados muy relevantes que revisan y refinan la farmacoterapia cardiovascular, y subrayan la necesidad de no sobreentender los fármacos de una misma clase como idénticos en términos de actividad e indicación clínica”.
Un estudio con gran relevancia clínica
Estos resultados son de una gran relevancia a nivel clínico pues, en la actualidad, las guías de práctica clínica recomiendan
la administración temprana de fármacos de la familia de los beta-bloqueantes en pacientes con signos de infarto, sin diferenciar entre ellos.
Los neutrófilos, además de tener una función protectora frente a las infecciones, pueden “hiperactivarse” en otras situaciones, como durante un infarto de miocardio, y
provocar un daño adicional muy importante al corazón. Un efecto irreversive que podría verse reducido por la acción del metoprolol, ya que es capaz de modular esta hiperactivación de los neutrófilos i
mpidiendo ese daño “inflamatorio” asociado al infarto, explica el Ibáñez.
La investigación concluye que el metoprolol debe ser un fármaco de elección en la práctica clínica frente a otros miembros de la misma familia. “Si se confirman estos datos en futuros ensayos clínicos,
supondrá un cambio en las guías de uso clínico frente a esta devastadora enfermedad, ya que metoprolol, y no otro, debería ser el beta-bloqueante de elección para pacientes que estén sufriendo un infarto”, concluye Ibáñez. El bajo coste de este fármaco, menos de 2 euros un tratamiento agudo, añade un valor adicional a este descubrimiento.
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