Hasta la fecha requiere cirugía abierta



8 oct. 2014 13:28H
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Redacción. Barcelona
El Hospital Vall d'Hebron de Barcelona ha desarrollado una técnica endoscópica pionera para operar sin recurrir a la cirugía abierta a los fetos afectados de espina bífida –defecto del sistema nervioso central–, lo que permite reducir la prematuridad y las secuelas posteriores de la enfermedad en los bebés.

El gerente del Vall d'Hebron.

Lo han revelado este miércoles en rueda de prensa la coordinadora del servicio de Obstetricia y directora del Programa de Medicina Fetal del centro, Elena Carreras; la jefa del servicio de Medicina Física y Rehabilitación, Ampar Cuxart, y el director de Cirugía Fetal Endoscópica del Cincinnati Fetal Center, José Luis Peiró.

La intervención de los fetos afectados de espina bífida se realiza de forma habitual con cirugía abierta, pero la Vall d'Hebron ha logrado operar a las madres por vía endoscópica y sellar el defecto en la médula del feto con un parche especial denominado Patch and glue.

Peiró ha precisado que colocar el parche resulta “relativamente fácil y abre una gran puerta a la reversión de las secuelas”, que principalmente son el déficit motor y sensitivo, y la disfunción urinaria, fecal y sexual, fruto de la hidrocefalia y las malformaciones cerebrales que acostumbran a causar la espina bífida.

La nueva técnica permite intervenir a las embarazadas entre las 18 y las 20 semanas de gestación –mucho antes que hasta ahora–, y provoca que algunos bebés nazcan “con el defecto totalmente cerrado”, por lo que crecen sin apenas afectaciones motoras y con capacidad para contener los esfínteres.

Partos prematuros

“La cirugía abierta provoca que se irrite el músculo uterino y, como consecuencia, una elevada tasa de partos prematuros”, ha destacado Peiró, quien ha añadido que con la nueva técnica se evitan este tipo de complicaciones porque no se agrede de forma directa el útero, sino que se accede a la zona lumbar del bebé sin necesidad de abrirlo.

De hecho, los equipos de la Vall d'Hebron han logrado colocar el parche –de entre dos y tres centímetros– a los fetos mediante dos pequeños orificios en el útero: seis de los nueve niños que se han operado con esta técnica han nacido en el plazo esperado, mientras que con la cirugía abierta nacen entre las 32 y las 34 semanas, y todos han presentado mejoras cognitivas y de motricidad.

La principal condición para que las madres puedan acceder a una fetoscopia para evitar la cirugía abierta es que el feto “no presente ninguna otra malformación ni lesión”, es decir, que la espina bífida sea el único defecto y que no haya complicaciones asociadas, como por ejemplo cardiopatías, ha explicado Carreras.

También ha destacado que la intervención debe hacerse “como muy tarde” a las 25 semanas y seis días, aunque es entre las 18 y 20 semanas cuando se demuestran los mejores resultados, ha dicho Cuxart.

El problema es que las ecografías rutinarias se realizan a las 12 y a las 20 semanas, “por lo que quizás debería hacerse otra en medio para poder detectar el problema e intervenir cuanto antes”, ha dicho Carreras, aunque ha revelado que se ha demostrado que no sería rentable establecerlo como protocolo para toda la población.

No es la curación

Cuxart y Carreras han coincidido en advertir de que esta técnica “no supone la curación, sino que se trata de un método para reducir las secuelas”, aunque han destacado que el objetivo a largo plazo es revertir por completo los daños y regenerar la zona afectada durante las primeros días del feto.

“Para esto necesitamos dinero y por ello pedimos fondos”, ha dicho Carreras, que también ha destacado que el próximo paso será validar los resultados de las primeras fetoscopias con un estudio que se llevará a cabo en colaboración con el Cincinnati Children's Hospital.
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