El director médico del Hospital Clínic de Barcelona, Antoni Castells.
El
Hospital Clínic de Barcelona se ha involucrado en la pandemia como el que más,
desde el 25 de febrero de 2020 en que se diagnosticó el primer caso de Covid-19 en este centro hospitalario hasta la actualidad, donde
continúa avanzando el ensayo clínico de Fase III de la vacuna de Hipra contra el Covid-19. El director médico del Hospital Clínic de Barcelona,
Antoni Castells, relata en primera mano en el documento
'Lecciones del Covid', impulsado por
Redacción Médica, sus vivencias y aprendizajes en la gestión de la crisis sanitaria. Castells
apunta a las "competencias Estado-autonomía" como un punto a mejorar en la pandemia y destaca que uno de sus mayores aprendizajes es que "ahora somos capaces de tomar
decisiones más rápidas, efectivas y eficientes de lo que hemos hecho nunca".
¿Qué balance hace de la gestión de la pandemia tras dos años del primer caso del coronavirus Covid-19 detectado en España?
Ha sido una situación inesperada para todos. A nivel de país, los sistemas de vigilancia de infecciones estaban dimensionados para otro tipo de enfermedades, epidemias y pandemias, y evidentemente, han quedado desbordados. Creo que ha habido medidas políticas acertadas y otras que no tanto, una de ellas ha sido el tema de las competencias Estado-autonomía, que probablemente ha distorsionado la gestión de la pandemia porque de alguna manera se han tomado decisiones lejanas del lugar donde pasaban.
A nivel de hospital, creo que en el caso de Cataluña justamente nos hemos beneficiado de acercar la capacidad de decisión a los centros. Esto quiere decir que durante este tiempo los centros de Cataluña han tenido una capacidad de gestión que ha tenido se ha caracterizado por tener mucha autonomía y autogestión, claves en la primera ola.
¿Cuáles cree usted que han sido los puntos más fuertes de la sanidad española a la hora de hacer frente a la pandemia? ¿Y los débiles?
El más fuerte, sin duda sus profesionales. Cuando digo los profesionales no hablo de los profesionales médicos solo, sino de todos los profesionales de nuestro sistema sanitario hospitalario o de Atención Primaria. El compromiso, la responsabilidad, la entrega de los profesionales, a todos los niveles, asistenciales y no asistenciales, ha sido el punto fuerte de la gestión de la pandemia en este país.
Los déficits o puntos difíciles o negativos para mí son dos. El primero, que la pandemia llegó en un momento en que el sistema público de salud ya iba muy justo, por una infrafinanciación crónica de hace muchos años. Evidentemente, a pesar que hubiéramos estado el máximo de bien dotados, no hubiéramos podido dar una respuesta inmediata y perfecta a la pandemia, pero en cualquier caso, lo hubiéramos hecho mejor. Teníamos un sistema infrafinanciado y un déficit estructural importante. Lo otro, que ha sido más en la segunda parte de la pandemia, es que el Covid-19 ha continuado, hemos intentado recuperar la actividad no covid y esto ha encontrado a los profesionales muy cansados, sobre todo en Enfermería. La tasa de enfermeras en nuestro país en estos últimos años ha sido bajo y esto se ha puesto muy de manifiesto en la pandemia porque los profesionales han enfermado y han cogido el covid. Este segundo año ha sido muy difícil de gestionar a nivel de hospitales, porque es lo que yo conozco, pero también a nivel de Atención Primaria por falta de profesionales, sobre todo de Enfermería. El covid se ha sumado a un déficit ya estructural de Enfermería.
"Ahora somos capaces de tomar decisiones más rápidas, efectivas y eficientes que antes"
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¿Cree usted que la sexta ola será la última ‘gran ola’ de la pandemia?
Esto no lo sé, no tengo una bolsa de cristal. Los epidemiólogos que saben más tampoco se ponen de acuerdo. A mí me gustaría pensar que sí porque realmente la tasa de vacunación es más alta y la efectividad de la vacuna también. Esta sexta ola hemos visto un gran pico, una gran incidencia a nivel poblacional, pero el impacto a nivel de hospitalizaciones o a nivel de críticos ha sido proporcionalmente baja. Evidentemente que nos ha afectado porque, como la incidencia poblacional ha sido muy alta, aunque el porcentaje de enfermos ingresados u hospitalizados ha sido bajo, en número absoluto ha tenido su impacto. Yo no me atrevería a decirlo, pero ojalá fuera la última gran ola que nos toque vivir.
¿Es el momento de gripalizar el Covid-19? ¿Cómo debe ser el seguimiento de la enfermedad llegado ese punto?
Creo que en algunos aspectos sí que es el momento de gripalizar. Sobre el seguimiento de la enfermedad, tengo pocas dudas de que debamos realizar un acercamiento parecido al de la gripe. Es decir, tener los centros del sistema centinela que nos permitan tener, sino unos datos aproximados en cuanto al número de casos y el número ingresos hospitalarios como hemos tenido en las otras olas, hacer estimaciones poblacionales que es la manera en la que manejamos la gripe. Con la gripe nos sentimos cómodos con estas estimaciones.
¿Qué aprendizaje personal le deja a usted la pandemia del Covid-19?
Uno, que los profesionales, hablo de mi entorno aunque seguro que se puede extrapolar a otros, hemos estado mucho más unidos y mucho más solidarios que nunca. Hemos trabajado de una forma muy cooperativa y este es el balance más positivo que saco de todo lo vivido. La cooperación, la solidaridad, el compartir un proyecto de una manera muy intensa por toda la gente afectada. Desde un punto de vista operativo, y en este caso me pongo con el sombrero de gestor sanitario de director médico, el otro aprendizaje es que somos capaces de tomar decisiones rápidas, efectivas y eficientes mucho más de lo que hemos hecho nunca. Por tanto, me gustaría que esta capacidad de gestión y esta agilidad se quedase aquí para siempre.
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