Miguel Ángel de Mena Mogrobejo, enfermero en el Complejo Asistencial Universitario de León.
22 dic. 2020 18:10H
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Diego Buenosvinos Fernández / León
Profesionales del Servicio de Anestesia del Complejo Asistencial Universitario de León (CAULE) liderados por el enfermero Miguel Ángel de Mena Mogrobejo, han llevado a cabo una investigación en la que se trata de mejorar la respuesta al dolor de los pacientes sometidos a un tipo de anestesia intravenosa como antesala de una intervención quirúrgica o prueba diagnostica. Por este motivo, la anestesia será aún más ‘placentera’ gracias a una nueva técnica de inyección intravenosa tras pormenorizados estudios y que a través de este artículo se explica.
Miguel Ángel de Mena se ha referido a este trabajo señalando que “muchas de las personas que acuden al hospital para hacerse una prueba diagnóstica o realizarles una intervención quirúrgica, tienen miedo a los procesos que conllevan anestesia: unos a no despertar, otros a los efectos no deseados que suelen devenir, como los vómitos; pero lo que no esperan en ningún caso es tener dolor”.
La anestesia es un proceso en el que, entre otras cosas, se administran diferentes fármacos para que el paciente se duerma, se relaje y sobre todo no tenga dolor, por ese motivo. “¿Cómo puede ser que se utilicen medicamentos que lo produzcan por su determinada composición? Ciertamente es impensable, máxime cuando algunos de los anestesistas se dedican exclusivamente a disminuir o hacer desaparecer el dolor en la Unidades del Dolor”.
Pero, ¿qué medicamento es el que se administra? "Pues el famoso propofol, el cual tiene múltiples indicaciones y efectos positivos, pero posee el inconveniente de que a multitud de pacientes les puede provocar dolor local en la zona de inyección y a veces y por extensión en hombro o brazo”. El personal de anestesia que está acostumbrado a administrarlo, sabe que puede producir dolor y se lo comenta al paciente como si fuera algo normal -puede dolerle o producir escozor pero se le pasara rápido-. De Mena asegura que evidentemente “pasan esos efectos, cuando el paciente se duerme porque ya no es consciente, pero se evidencian por otros signos como mueca de dolor, retirada de la extremidad, taquicardia y otros signos que nos indican que le está doliendo”. Esta circunstancia hizo que "me preocupara ya que no veía normal que la inducción anestésica con propofol fuera una molestia importante para el paciente. Indagando cómo se podría solucionar, encontré multitud de estudios que habían intentado conseguir que el dolor desapareciera o disminuyera. Algunos de ellos se basaban en mezclas farmacológicas, otros en técnicas engorrosas que hacían aumentar el tiempo de la inducción anestésica y algunas hasta molestas para el paciente, como el torniquete o el llamado bloqueo de Bier. Ninguno de ellos con grandes resultados”.
Como decía, el propofol se ha mezclado con diferentes medicamentos como sulfato de magnesio, azul de etileno, remifentanilo y otros. Una de las mezclas que más utilizan algunos anestesistas (en el CAULE también) es con lidocaína al 2 por ciento, pero los resultados “no son muy positivos”.
Pensando cómo se podía solucionar este problema, De Mena explica que se le ocurrió que la solución podría ser una técnica que combinara dos fases: una farmacológica y otra mecánica. “Cuando comprobé que, en toda bibliografía consultada, tan solo había un estudio que utilizaba la misma composición que yo había pensado para la fase farmacológica, pero con diferente dosis y forma de administración, hizo crecer la motivación para seguir adelante con el estudio, pues podía ser algo novedoso y que evitara efectos desagradables para el paciente y el personal que le atiende”.
Al trabajo de investigación se unieron sus compañeras/ros anestesistas, las doctoras Ferrer, García Fernández, Goñi y el doctor Fiz, ya que son quienes pueden prescribir y administrar la medicación a estudio y el doctor Jorquera como coordinador de este. A partir de la formación de este Grupo de Investigación, se inició el primer estudio real sobre este trabajo. “Comenzamos comprobando la funcionalidad de la fase mecánica para más tarde ponerle un nombre que, como se sustentaba en la técnica ´push-stop-push´ continuamos con el mismo criterio, bautizándola como ‘push-aspire-push’ (PAP).
Dicho estudio se presentó al Comité de Ética de la Investigación con Medicamentos de las Áreas de Salud de León y El Bierzo para su aprobación y "así poder empezar a trabajar”. En el estudio participaron veinte pacientes que iban a ser sometidos a una anestesia general para una determinada intervención quirúrgica. “Esta técnica consiste en inyectar un volumen de medicamento, aspirar y volver a inyectar otro volumen, todo ello en un tiempo determinado, hasta inyectar el volumen deseado”.
El estudio se ha publicado en la Revista Rol Enferm 2020; 43(6): 458. En el formato papel o digital podéis encontrar el proceso y sus conclusiones
La hipótesis presentada por este grupo de investigación se basa en que, al administrar la medicación con esta técnica, conseguimos que el medicamento esté más tiempo en contacto con la pared vascular de la zona de punción, al crear ciertas turbulencias en el lecho vascular. “Esto ayudaría a que, si se administra un tipo de medicación con efecto anestésico, lograríamos anestesiar la vena de canalización del catéter, sobre todo en la zona proximal a la inyección”.
El resultado fue mejor de lo esperado, lo cual “nos llevó a realizar un nuevo trabajo más ambicioso (con 200 casos) aprobado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y que finalizó el pasado mes de septiembre con unos resultados muy esperanzadores y un porcentaje de efectividad muy alto. Esperamos con impaciencia su publicación para que los pacientes que vayan a ser sometidos a una anestesia en la que haya que administrarles propofol puedan favorecerse de esta técnica y que la anestesia les sea más agradable si cabe”, concluye De Mena.
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