Equipo que ha practicado la intervención. |
La niña sufría atresia pulmonar, que consiste en una falta de perforación de la válvula de la arteria que va a los pulmones. Los cardiólogos le abrieron la válvula (valvuloplastia), pero eso no era suficiente para solucionar el problema. “Aunque hayamos abierto el camino, el ventrículo derecho del corazón, que lleva todos los meses de gestación sin funcionar, no marcha bien y entonces a estos niños hay que facilitarles una fuente de flujo extra de sangre al pulmón”, explica el doctor Lorenzo Jiménez, cardiólogo pediátrico del Hospital Infantil que trató a Victoria.
Esta falta de riego se soluciona tradicionalmente con cirugía abierta (implantar un tubo artificial que conduzca sangre al pulmón desde la arteria del brazo), pero en este caso no era viable dadas las escasa probabilidades de que la pequeña superase una operación quirúrgica a corazón abierto y dado que no existen tubos del tamaño preciso para prematuros de 1.500 gramos.
Los especialistas recurrieron entonces al ductus, una arteria que comunica la aorta con la arteria pulmonar mientras el feto está en el vientre de la madre. Esa arteria se cierra cuando el niño nace debido a que ya es innecesaria, pero en este caso el ductus era necesario para la vida de la niña. Los cardiólogos le implantaron un diminuto stent (endoprótesis vascular), que es un tubo de malla de metal que mantiene abierta la arteria, en este caso el ductus, impidiéndo la tendencia natural de cierre. De esta forma, se mantiene una vía abierta de flujo de sangre al pulmón.
Este tratamiento se ha realizado en Barcelona, Madrid y Sevilla pero en neonatos a término (40 semanas de gestación) y de más peso (de dos kilos, al menos). La novedad de este caso viene marcada por la prematuridad del bebé (31 semanas) y su escaso peso (1.500 gramos). A la niña se le implató el stent el 31 de octubre, se le pudo retirar la respiración asistida el 4 de noviembre y permanece ingresada en la Unidad de Neonatos.
La Cardiología Intervencionista es una rama de la Cardiología que permite realizar diagnósticos o tratamientos sin necesidad de abrir el corazón para acceder a la zona afectada. Los especialistas introducen un catéter por una arteria de la pierna o del brazo y, a través de ese conducto, acceden a la zona dañada para detectar el problema y aportar la solución que sea viable. En el Hospital Infantil de Zaragoza se atienden dos casos semanales en Hemodinámica (un 20 por ciento de ellos diagnósticos y el 80 por ciento restantes tratamientos). “Lo más frecuente es tener que cerrar ductus, justo lo contrario a lo que hemos hecho ahora, y dilatar válvulas que son estrechas”, explica Jiménez.