Se calificará en base a un semáforo con letras.
¿Cómo es posible que
paquete de cereales, de galletas o la mermelada tengan una mejor puntuación nutricional que el a
ceite de oliva virgen extra (AOVE)? Esa es la pregunta que muchos usuarios de las redes sociales se están haciendo después de que el
Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social anunciara la implantación del
etiquetado nutricional frontal Nutriscope.
Una
crítica surgida después de conocer varias infografías de este
proyecto que se instaurará en forma de Real Decreto en menos de un año. La
calificación de Nutriscope va desde la letra
A (la mejor en verde) a la
E (la peor en rojo). Según esta calificación,
que se puede consultar en una web francesa, el
aceite de oliva virgen extra, referente en la gastronomía mediterránea y base en la alimentación española, aparece etiquetado con una
letra D a la altura de la sa
lsa de tomate tipo ketchup y por debajo de productos como las
bebidas carbonatadas o muchos tipos de bollería industrial.
Pero la discordia tiene una
explicación lógica (y no es que este código gráfico parecido a un semáforo tenga una guerra contra la comunidad autónoma de Andalucía). Resulta que las letras
marcan la calidad nutricional de alimentos y bebidas en función de su cantidad de azúcar, grasas saturadas, sal, calorías, fibra o proteínas… Por ello, al tener el aceite una gran cantidad de grasas (aunque sean buenas) la etiqueta la califica negativamente.
De esta forma,
hay elementos cuya presencia suma (frutas, verduras, frutos secos, fibra y proteínas) y otros que restan (grasas saturadas, azúcar, sodio o sal y calorías). Por ello, si los cereales (aunque repletos de azúcares y grasas) tienen frutas,
obtendrán una mejor puntuación que el aceite. Algo que se puede ejemplificar con el
ketchup que al tener tomate obtienen una mejor puntuación.
Los usuarios de las redes (muchos de ellos importantes nutricionistas y
farmacéuticos como Boticaria García) aseguran que
el etiquetado facilita la toma de decisiones, pero a la vez puede arrojar lecturas “raras”, como el susodicho aceite de oliva. Estos mismos expertos apuestan por que la toma de decisiones a razón del semáforo se tome “solo”
comparando entre productos de un mismo estilo. De esta forma, que las galletas se comparen entre sí con su semáforo pero que no se haga con el producto de la siguiente balda del supermercado.
El etiquetado del semáforo está "mal"
Las reacciones, chistosas cuanto menos, no se han hecho esperar y
algunos apuntan por aliñar las ensaladas con bebidas carbonatadas. Pero, fuera de la broma, la preocupación de muchos nutricionistas se ha incrementado. Creen que la posible y errónea lectura del etiquetado puede llevar al consumidor desinformado a dejar de lado productos con
“grasas buenas o azúcar derivado del propio producto” solo por tener una letra señalada en rojo.
Uno de ellos,
el nutricionista Carlos Rios ha asegurado
el etiquetado semáforo “está mal” porque habla de nutrientes y kcal, “pero no de comida real”. “La grasa saturada no es la misma en un huevo que en bollería industrial. El azúcar no es la misma en una fruta que una bebida carbonatada. Las calorías no son las mismas en patatas fritas de bolsa que en almendras”, ha finalizado.
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