Foto de Elena Casado en su perfil de Twitter
Hace tan solo unos meses, España
aplaudía en los balcones el duro
trabajo de los sanitarios frente al
Covid-19. Ahora, la segunda ola de contagios y la sobrecarga del sistema sanitario han transformado los reconocimientos en rechazo por parte de algunos pacientes, provocando la reaparición de una de las mayores lacras de la Sanidad: las
agresiones a facultativos.
Y es que la
violencia contra los sanitarios no es un problema de ahora, sino que "lleva aumentando de forma sostenida durante la última década", fruto de la perdida de respeto hacia la figura del médico, tal y como explica la sanitaria Elena Casado a
Redacción Médica. La facultativa se ha convertido en una de las principales
portavoces contra las agresiones al colectivo en
redes sociales. A través de su perfil, ha denunciado en múltiples ocasiones los episodios de violencia sufridos por ella y sus compañeros.
Durante su experiencia como
médica anestesióloga, ha sufrido violencia verbal en consultas externas e incluso ha llegado a ser atacada físicamente por familiares de pacientes. La sanitaria también cuenta el caso de su compañera, a la que trataron de
asfixiar en el box de madrugada y el de un
médico de Atención Primaria, al que
apuntaron con una pistola.
Una
agresividad que se ha visto amplificada con la llegada de la
pandemia a España y especialmente con la
aparición de rebrotes, dado el "aumento de las listas de espera, la incapacidad de atención presencial y la complicación de la gestión administrativa". Estas condiciones, aclara la sanitaria,
no son culpa del médico, sino de la situación de emergencia sanitaria y la falta de "inversiones y refuerzos que se prometieron" al inicio de la pandemia.
"Se está
sobrecargando al trabajador como siempre, pidiendo que se mantenga una actividad superior a la habitual utilizando unas infraestructuras que ya estaban por debajo de lo necesario. Es sencillamente imposible. Esto genera
malestar y violencia, y es el médico y los demás sanitarios quien lo sufre", afirma.
Durante la primera ola de contagios, los sanitarios denunciaron
varios episodios de acoso y agresiones, en forma de notas en los portales o
pintadas en los coches. La violencia física disminuyó debido al confinamiento pero en su lugar aparecieron las amenazas en las redes sociales y los ataques indirectos. "Una vez que la gente ha perdido el miedo, han vuelto a vejarnos de forma habitual".
Hechos que, en su opinión, ponen de manifiesto la
desprotección que sufre hoy en día el colectivo sanitario, tanto en Atención Primaria donde no hay
vigilantes de seguridad, a pesar de las demandas realizadas durante años, como en los desplazamientos a domicilio,"donde el médico se encuentra totalmente a merced de una agresión". Incluso en los hospitales, que sí cuentan con personal de seguridad pero en un "número de claramente inferior al necesario", apunta.
"El trabajador público no es un sirviente del ciudadano"
Además de la falta de protección, otro de los problemas es que
el sanitario "no suele denunciar". Casado confiesa que, pese a haber sufrido acoso a través de las redes, nunca había creído necesario acudir a la justicia. "La única forma de
atajar estos problemas es denunciándolo, que es lo que deberíamos de hacer todos", reivindica.
Esta agresividad por parte del paciente, no solo en el campo de la medicina, tiene que ver con la idea de que
"el trabajador público es un sirviente del ciudadano, y que este tiene derecho sobre el mismo", asegura la profesional, que reprocha al Estado su falta de "acciones" para impedir este tipo de comportamientos.
Los niveles de violencia hacia el colectivo también podrían estar relacionados con factores de tipo económico tal y como señala Casado. "Está demostrado que en los países donde las
condiciones socioeconómicas han empeorado -que además se refleja en la caída de la inversión en Sanidad-hay un incremento de violencia hacia los medicos. Solo hay que ver las series de datos".
En este contexto, la facultativa también critica el
discurso de odio que han perpetuado algunas "figuras públicas", acusando al colectivo de
manipulación y farsa, y alentando a su vez, "movimientos muy violentos que están copando las redes sociales".
"Da francamente miedo donde pueda llegar en un contexto social como el que vivimos", advierte la profesional, a favor de tomar
represalias por vía judicial contra este tipo de comportamientos. En concreto, propone penas rápidas y consecuentes que actúen como elemento disuasorio para los agresores y que acaben con la
sensación de que se puede "agredir a un médico sin que pase nada".
Aumentar las plantillas de médicos también ayudaría a reducir las agresiones, en su opinión, ya que se agilizaría el trabajo, se dedicaría más tiempo al paciente y se reducirían las listas de espera, evitando así "la crispación de los usuarios".
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