MADRID, 22 (EUROPA PRESS)
El microbioma intestinal bacteriano está fuertemente asociado con la enfermedad de Parkinson (EP), pero ningún estudio había investigado previamente el papel de los hongos en el intestino. Un nuevo estudio, publicado en la revista 'Journal of Parkinson's Disease', ha revelado que los hongos intestinales no son un factor contribuyente, refutando así la necesidad de cualquier tratamiento potencial antifúngico del intestino en los pacientes con EP.
En su trabajo, este equipo de investigadores de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) examinó si los componentes fúngicos del microbioma intestinal están asociados con la EP. Los investigadores inscribieron a 95 pacientes con EP y 57 controles. Los participantes proporcionaron una sola muestra fecal y completaron una visita de estudio de dos horas durante la cual se evaluaron sus síntomas de EP.
El análisis determinó que el microbioma fúngico en la EP no difería esencialmente del de los controles emparejados, y no había asociaciones fuertes entre los hongos intestinales y los síntomas de la EP.
Los hongos eran muy escasos entre los microbiomas fecales de los participantes. Después de filtrar, 106 de los 152 participantes (64/95 de EP y 42/57 de control) permanecieron para el análisis composicional posterior; el resto prácticamente no tenía contenido genómico fúngico detectable. La mayoría de los géneros identificados eran de origen ambiental o dietético.
'Saccharomyces' fue, con mucho, el género fúngico más dominante detectado. Aunque estas investigaciones no revelaron ningún papel significativo de los hongos intestinales en la EP, curiosamente se observó una menor abundancia general de hongos (en relación con las bacterias) en el intestino de la EP, lo que podría reflejar un entorno menos hospitalario del intestino en la EP.
El Parkinson es un trastorno lentamente progresivo que afecta al movimiento, el control muscular y el equilibrio. Es el segundo trastorno neurodegenerativo relacionado con la edad más frecuente y afecta a cerca del 3 por ciento de la población a los 65 años y hasta al 5 por ciento de los individuos mayores de 85 años. En los últimos años, se ha prestado más atención al intestino como actor clave en el inicio y la progresión de la EP.