MADRID, 19 (EUROPA PRESS)
Sólo el 26 por ciento de los mayores de 75 años desea instalarse en una residencia de ancianos si se convierte en dependiente, mientras que el 48 por ciento manifiesta no querer dejar su hogar pese a todo, ha revelado una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
La encuesta, realizada a 1.139 españoles, versa sobre la vejez desde la óptica del adulto y contrastar las expectativas que tienen las personas de mediana edad, entre 45 y 64 años, con las realidades de los que se sitúan entre los 65 y los 84 años.
En este contexto, la encuesta de la OCU arroja que sólo el 2 por ciento de la población de cualquier edad contempla la posibilidad de ir a una residencia mientras se mantenga con buena salud. Entre los de mediana edad, el 42 por ciento de los encuestados acudiría a ella si se encontrara en una situación de dependencia.
Además, la mayoría de los encuestados prefiere contar con la familia para disfrutar de su compañía y realizar actividades sociales y a los profesionales para ayudar con la higiene personal y el trabajo del hogar.
No obstante, uno de cada cinco encuestados menores de 65 años cuenta con que tendrá el apoyo de un familiar, pero el 32 por ciento descarta esta posibilidad. Según la OCU, esta intuición coincide con la situación real de gran parte de los mayores de 65 años: tienen alguna dificultad para desenvolverse, pero carecen de ayuda familiar.
Entre los motivos que señalan estos mayores para justificar esa situación están el deseo propio por no querer molestar a sus allegados, la distancia con el domicilio de sus familiares o la falta de tiempo de los mismos. Además, los mayores puntúan la oferta profesional de cuidado de mayores como insuficiente, tanto los servicios a domicilio, que obtienen una puntuación de 5,3 sobre 10, como las residencias, con un 4,5.
PESIMISMO
Otra de las conclusiones de esta encuesta es que los españoles de mediana edad imaginan su vejez de una forma más negativa a como la ven quienes ya han llegado ella. Los encuestados entre 45 y 64 años puntúan de manera anticipada su futuro con una valoración de 66 sobre 100, una cifra bastante inferior al 81 que los de mayor edad otorgan a su calidad de vida global.
Otro de los datos más relevantes que se desprenden de este estudio es que las perspectivas económicas son un factor determinante para plantear la vejez de forma más o menos positiva entre las personas de mediana edad. Según la encuesta, cuanto más acomodada se prevé la situación financiera, mejor se imaginan los demás componentes de la calidad de vida, incluso aquellos que nada tienen que ver con el dinero, como el grado de movilidad.
En este sentido, el 64 por ciento de los encuestados menores de 65 años cree que el dinero no le alcanzará para cubrir sus necesidades futuras, por eso cerca de la mitad ahorra en una cuenta corriente y cuatro de cada diez tiene un plan de pensiones. Entre los mayores, sin embargo, el estado de salud y la vida social son los factores que más influyen en la percepción de la calidad de vida global: cuanto más escasas son la una, la otra o ambas, más baja es la nota que se asigna a la calidad de vida en su conjunto.
LOS CUIDADORES
El estudio de la OCU también se ha ocupado de los cuidadores. Tres de cada diez encuestados entre los 45 y los 84 años se encuentran involucrados en el cuidado de alguna persona dependiente. Además, un 26 por ciento se dedican a esta tarea todos los días del año y otro 25 por ciento al menos cuatro horas, seis o siete días a la semana.
Por otra parte, la entrega al cuidado de un dependiente supone en muchos casos una pérdida de calidad de algunos aspectos de la vida del cuidador, como el ocio y la vida social, la situación financiera o el estado de salud. De hecho, tres de cada diez cuidadores dicen que su papel tiene un gran impacto en su salud mental.