MADRID, 10 (EUROPA PRESS)
Las personas con mayor consumo de alimentos con omega 3, como los pescados grasos, presentan mayores concentraciones en sangre de ácido eicosapentaenoico (EPA) y menor riesgo de obesidad, según ha mostrado un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oviedo y el IPLA-CSIC, y que ha sido publicado en la revista 'Food Research International'.
De hecho, con este trabajo se propone por primera vez que los niveles de ácidos grasos en sangre y algunos microorganismos presentes en las heces, que reflejan los microorganismos presentes en el intestino, podrían actuar de forma sinérgica en la regulación del peso corporal y de forma diferente en hombres y mujeres.
El estudio, realizado mediante inteligencia artificial, podría ser una ventana para el diseño de nuevas estrategias personalizadas, enfocadas a mejorar la respuesta a tratamientos y el control de la obesidad, teniendo en cuenta las diferencias de sexo.
Y es que, ha puesto de manifiesto que, en relación con la obesidad, las grasas que se consumen con la dieta procedente del pescado pueden tener un efecto beneficioso de manera independiente de las calorías que aportan, para lo cual ha de estar supervisada médicamente y ajustada a las necesidades de cada persona, de acuerdo con su metabolismo y, como se ha señalado, acorde con su condición de hombre o de mujer.
Hasta ahora se sabía que los ácidos Omega 3 son cardiosaludables y que a nivel metabólico tienen otras implicaciones, pero se desconocía su papel en la regulación del peso corporal, de ahí que en personas con obesidad se restrinja su consumo, como el de cualquier otra grasa.
De igual forma, en el trabajo se ha evidenciado que los microrganismos seleccionados deberían ser diferentes en hombres y mujeres, lo que refuerza la tendencia actual de dirigirnos hacia la nutrición personalizada para optimizar las estrategias de prevención de esta patología.
El trabajo, que ha sido financiado por la Fundación Alimerka y las 'Ayudas GRUPIN 2014', forma parte, junto con otros dos, de una tesis doctoral de la experta del Área de Fisiología del Departamento de Biología Funcional de la Universidad de Oviedo, Tania Fernández Navarro, que se defenderá a lo largo de los próximos meses en la institución académica. La coordinación del estudio ha estado a cargo de la profesora de la Universidad de Oviedo, Sonia González Solares.