MADRID, 7 (EUROPA PRESS)
La desnutrición en el ambiente hospitalario aumenta un 30 por ciento el riesgo de infecciones y un 50 por ciento el tiempo de hospitalización del paciente, según se ha puesto de manifiesto durante la XI edición del Congreso Nacional de Atención Sanitaria al Paciente Crónico, organizado por la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).
Además, el incremento del tiempo de hospitalización implica que los costes derivados de esta estancia alcancen hasta los 6.000 euros por paciente. Por otra parte, la desnutrición agrava la cicatrización de las heridas, contribuye a la pérdida de de masa muscular y aumenta el riesgo de dependencia tras el ingreso.
La prevalencia de la desnutrición alcanza un porcentaje situado entre el 0,5 por ciento y el 14 por ciento respecto al total de individuos que forman parte de los cupos atendidos por el médico de Atneción Primaria, según datos expuestos por la médica de familia Carmen Gómez, que ha destacado que la proporción de pacientes en riesgo de desnutrición es más "destacable", ya que va del 3 por ciento al 35 por ciento.
En cuanto a pacientes hospitalizados, el 24 por ciento de ellos está desnutrido, y este porcentaje aumenta hasta el 37 por ciento en los mayores de 70 años. En Medicina Interna, un 70 por ciento de los pacientes ingresados en este servicio presentan multimorbilidad y, de ellos, uno de cada dos está en riesgo de desnutrición, según el estudio 'Predyc@s'.
"La detección precoz de la desnutrición supone evitarle al paciente los problemas mencionados tanto durante la hospitalización como en el alta. Pero no solo afecta al paciente ingresado, también en los pacientes crónicos en quienes conviven varias patologías, en los que un seguimiento en longitudinalidad y en continuidad sobre el estado nutricional puede mejorar su pronóstico, evitar ingresos y en definitiva, su calidad de vida", ha especificado la vicepresidenta seegunda de SEMI, la doctora Juana Carretero.
DIAGNÓSTICO
A juicio de la doctora Carretero, la Administración y las sociedades científicas tienen que "trabajar para concienciar a todos los profesionales implicados en la atención a este tipo de pacientes de la necesidad de detectar precozmente la desnutrición. Hay que recoger su diagnóstico como un problema de salud en Atención Primaria y como un diagnóstico dentro del informe de alta del paciente", ha dicho.
Desde la Atención Primaria, el control sobre riesgo de desnutrición habitual se incluye en el seguimiento que se hace de las patologías crónicas y grandes síndromes geriátricos tanto desde la consulta del médico de familia, como desde Enfermería de Atención Primaria.
Este seguimiento se hace en base a la atención en continuidad y la toma de registros de talla y de peso, complementados con un registro nutricional y de los datos que arroja la realización de test sencillos, como el MNA o 'Mini Nutritional Assesment Test'. Estos datos se completan con parámetros recogidos en la analítica y con la valoración del grado de dependencia del paciente.
La figura del internista también es importante, especialmente por su activa participación en la atención global en el entorno hospitalario, tanto en servicios médicos y quirúrgicos como en las estrategias de continuidad y relación con Atención Primaria, se ha puesto de relevancia durante la cita.
No obstante, el protocolo para detectar la posible desnutrición en pacientes hospitalizados implica a varios niveles asistenciales. "Las autoridades deben velar porque en cada área existan protocolos de actuación tanto ante el riesgo de desnutrición como una vez ésta se haya detectado", ha apuntado la doctora Carretero.
Además, ha agregado que "los profesionales debemos habituarnos a utilizar test de valoración del riesgo nutricional adaptados a nuestro nivel asistencial, alertas nutricionales que se activen automáticamente una vez el paciente ingrese y cuestionarios de valoración de la ingesta o detección de la disfagia".
Por su parte, en Medicina Interna el abordaje de la desnutrición se basa en la historia clínica junto con el test MNA, el más validado para pacientes ambulatorios e instaurado en las Unidades de Insuficiencia Cardiaca de Medicina Interna.