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18 mar. 2020 11:19H
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MADRID, 18 (EUROPA PRESS)

Investigadores del Imperial College de Londres (Reino Unido) han analizado el probable impacto de múltiples medidas de salud pública en la ralentización y supresión de la propagación del coronavirus en el país británico, como el distanciamiento social o el cierre de centros escolares.

"Utilizamos las últimas estimaciones de gravedad para mostrar que las estrategias de política destinadas a mitigar la epidemia podrían reducir a la mitad las muertes y disminuir en dos tercios la demanda máxima de atención sanitaria, pero que esto no bastará para evitar que los sistemas de salud se vean desbordados. Por lo tanto, se necesitarán intervenciones más intensas y socialmente perturbadoras para suprimir la transmisión a niveles bajos. Es probable que esas medidas, sobre todo el distanciamiento social en gran escala, deban aplicarse durante muchos meses, tal vez hasta que se disponga de una vacuna", explica Neil Ferguson, principal autor de esta investigación.

Ante la actual ausencia de vacunas y tratamientos farmacológicos eficaces, hay varias medidas de salud pública que los países pueden adoptar para ayudar a frenar la propagación del virus. El equipo se centró en el impacto de cinco de esas medidas, solas y en combinación, como el aislamiento de los positivos en el hogar durante 7 días después de la aparición de los síntomas; la cuarentena domiciliaria durante 14 días tras los primeros síntomas; el distanciamiento social, que pretende reducir en tres cuartas partes los contactos generales que las personas hacen fuera del hogar, la escuela o el lugar de trabajo; el cierre de escuelas y universidades; o el distanciamiento social de los mayores de 70 años, que tienen un mayor riesgo de enfermedades graves.

Modelando los datos disponibles, el equipo encontró que dependiendo de la intensidad de las intervenciones, las combinaciones darían como resultado uno de dos escenarios. En el primero, muestran que estas medidas podrían frenar la propagación de la infección pero no interrumpirían completamente su propagación. Esto reduciría la demanda en el sistema de salud, mientras que protegería a los que están en mayor riesgo de padecer una enfermedad grave. Los investigadores prevén, bajo este contexto, que los casos alcancen su punto máximo en un período de tres a cuatro meses durante la primavera/verano.

En el segundo escenario, intervenciones más intensas podrían interrumpir la transmisión y reducir el número de casos a niveles bajos. Sin embargo, una vez que estas medidas se relajen, se prevé que el número de casos aumente. Esto da lugar a un menor número de casos, pero al riesgo de una epidemia posterior en los meses de invierno, a menos que las intervenciones puedan mantenerse.

En el informe se detalla que para el primer escenario (frenar la propagación), las medidas óptimas combinarían el aislamiento de los casos en el hogar, la cuarentena y el distanciamiento social de los mayores de 70 años. "Esto podría reducir la demanda máxima de atención médica en dos tercios y reducir las muertes a la mitad. Sin embargo, la epidemia resultante probablemente seguiría provocando unas 250.000 muertes en y, por lo tanto, abrumaría al sistema de salud (sobre todo a las unidades de cuidados intensivos)", aseguran.

En el segundo (supresión del brote), los investigadores muestran que es probable que esto requiera una combinación de distanciamiento social de toda la población, aislamiento de los casos en los hogares y cuarentena de los miembros de la familia en los hogares (y posible cierre de escuelas y universidades). Los investigadores explican que si se vigilan de cerca las tendencias de la enfermedad es posible que estas medidas se relajen temporalmente a medida que avancen las cosas, pero será necesario reintroducirlas rápidamente si/cuando aumente el número de casos. Añaden que la situación en China y Corea del Sur en las próximas semanas ayudará a informar más sobre esta estrategia.

"Nuestros resultados indican que ahora es necesario adoptar medidas de distanciamiento social a gran escala, que probablemente tengan un gran impacto en nuestra vida cotidiana, para reducir la propagación y evitar que nuestro sistema de salud se vea desbordado. Se requerirá una estrecha vigilancia en las próximas semanas y meses para asegurar que minimizamos el impacto de esta enfermedad en la salud", asegura una de las investigadoras, Azra Ghani.

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