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9 feb. 2024 10:58H
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MADRID, 9 (EUROPA PRESS)

Durante la franja entre los 11 y los 13 años puede incrementar hasta un 26,5 por ciento la probabilidad de acabar sufriendo dependencia de móviles y redes sociales en fases posteriores, según un estudio presentado por el Grupo Previsión Sanitaria Nacional, realizado con el objetivo de prever futuros compartimientos desajustados en menores en relación con el uso de redes sociales.

Fruto del acceso universal a la tecnología y a la conectividad que ésta implica, en el marco de la jornada 'Conectados y ¿protegidos? Defiende a tus hijos de los riesgos de las redes', desde el Grupo Previsión Sanitaria Nacional han advertido de que los riesgos a los que se enfrentan los menores de edad "están hoy más presentes que nunca".

En este sentido, el estudio en el que se ha analizado el comportamiento de 2.400 alumnos de centros públicos, privados y concertados de Sevilla, ha revelado algunas de las principales variables que ayudan a anticipar comportamientos desajustados del adolescente en su propio entorno, en el familiar, en el escolar y en el social.

ESCASA AUTOESTIMA Y SOLEDAD EMOCIONAL

El inspector de Educación en Sevilla, Samuel Crespo, uno de los expertos que han participado en el encuentro, ha destacado que desde el propio entorno del adolescente en su fase temprana (10-12 años), informar de una escasa autoestima académica y familiar, una elevada soledad emocional, así como una elevada alexitimia (incapacidad para describir las emociones o los sentimientos propios), son algunos de los síntomas que pueden desencadenar en comportamientos desajustados posteriores.

En el entorno familiar, Crespo ha señalado una elevada comunicación ofensiva con sus progenitores y un estilo altamente coercitivo e impositivo en la fase temprana adolescente y anterior a esta.

Con relación al entorno escolar, una baja implicación o una percepción negativa por parte de sus docentes y/o compañeros también eleva esta probabilidad y, en cuanto a su propio entorno social, una baja reputación social percibida también puede anticipar comportamientos desajustados.

En sentido opuesto, desde el entorno educativo, las variables que más ayudan a alejar estas situaciones son la ayuda percibida del profesor junto con una buena sensación de pertenencia al aula o centro y, desde el ámbito familiar, mostrar un ejemplo de uso coherente por parte de los progenitores, practicar una comunicación positiva y abierta, un acompañamiento basado en una confianza y autonomía progresivas, así como ciertas pautas desde la adolescencia temprana.

IMPACTOS EN VIRTUD DE SUS VARIABLES

Otra de las conclusiones del estudio refleja las diferentes funciones o impactos que las redes sociales pueden ocasionar en los adolescentes en virtud de sus variables propias, familiares, escolares o sociales.

En función de estas circunstancias, las redes pueden actuar como un potenciador de hábitos ya consolidados, como mero reproductor, como un medio penalizador pero también como elemento alternativo para tratar de compensar cierta reputación social deficitaria en casos puntuales.

De esta manera, Crespo ha defendido que, en ciertos casos y bien empleadas, estas redes pueden mostrar también un impacto positivo para mejorar las habilidades en entornos físicos y el propio círculo social en el caso de adolescentes con un buen autoconcepto y autoestima familiar.

Por último, Samuel Crespo ha enfatizado en la idoneidad de una mayor concienciación y formación temprana a las familias en este sentido, así como la necesidad de una mayor formación docente en la implicación de las variables expuestas.

De igual modo, ha subrayado "la importancia de la coordinación de acciones desde diferentes ámbitos, como por ejemplo desde los medios de comunicación con más campañas de sensibilización sobre el correcto uso pantallas en el entorno familiar, así como desde el ámbito estatal con la gestión de un grupo de experto multidisciplinar para sintetizar investigaciones".

INCREMENTO DE BULLYING Y CIBERACOSO

Por su parte la fiscal de Menores en Sevilla, Teresa Vidal, se ha mostrado preocupada por el incremento de casos de bullying, ciberacoso, contra la libertad sexual... en menores. La fiscal ha hecho hincapié en la reacción de las familias cuando se da un caso de acoso, tanto de los padres de la víctima, que en muchos casos victimizan aún más, como de los del agresor.

Vidal ha reclamado un papel más relevante de los centros educativos, ya que considera que el primer paso cuando se da una situación de este tipo es canalizarlo a través del mismo como vía prioritaria para evitar daños mayores a través de una denuncia directa en el juzgado.

Asimismo, ha puesto el foco en la necesidad de reforzar el vínculo de los menores con su entorno familiar desde una perspectiva de confianza y referencia, no como amigos de sus hijos, y ha denunciado la proliferación de relaciones de pareja cada día más tóxicas entre menores, en las que el control absoluto del otro juega un papel fundamental.

El responsable del Área de Protección de datos de Sercon, la consultora de servicios profesionales del Grupo PSN, Salvador Serrano, ha recordado que, según datos del Estudio sobre el impacto de la tecnología en la adolescencia, elaborado por Unicef, los tiempos de visualización de pantallas de los adolescentes superan las 5 horas diarias en un 31,6 por ciento de los casos, un porcentaje que durante el fin de semana se eleva hasta el 49,6 por ciento.

Asimismo, también ha subrayado que la edad de acceso al teléfono móvil no alcanza siquiera los 11 años (mientras la normativa española marca los 14 años como edad mínima, llegando la europea a los 16); y más del 83 por ciento de estos menores tiene perfil en al menos tres redes sociales, mientras que el 61 por ciento cuenta con más de un perfil en una única red.

"Que los menores se aburran es la mejor señal para saber que estamos dando una buena educación a nuestros hijos porque el aburrimiento es la mejor palanca para la imaginación y la creatividad de los menores", ha concluido.

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