MADRID, 25 (EUROPA PRESS)
En la tercera edad se producen numerosos cambios físicos, psicológicos y sociales que repercuten en la alimentación, por ello, la doctora Belén Fontán, nutricionista del Hospital Ruber Juan Bravo (Madrid), ha explicado que el planteamiento nutricional durante esta etapa debe ser individualizado y personalizado en función de las características de cada invididuo.
Así, la experta ha destacado que cada persona tiene unas necesidades nutricionales y energéticas que depende de la actividad física que realice o el estado de salud entre otros factores. "El adecuado es el que permita al individuo realizar cierta actividad física y mantener el peso en los límites óptimos", ha explicado.
Durante la tercera edad, la doctora ha puesto de relieve que el requerimiento energético disminuye por la bajada del gasto energético basal y la masa muscular como consecuencia de un estilo de vida más sedentario. En este sentido, ha añadido que esta reducción afecta al aporte de proteínas, que en esta etapa oscila entre el 10 y el 15 por ciento. Asimismo, ha señalado que es recomendable distribuir la ingesta de proteínas animales, como pescado, carne o huevos, y vegetales, como legumbres, cereales o frutos secos.
En este punto, ha destacado que un déficit en su ingesta puede provocar pérdida de masa muscular, debilidad, inmovilidad, depresión, edemas, úlceras o una disminución de la función del sistema inmunitario, lo que va ligado a una mayor aparición de infecciones que pueden empeorar de manera significativa la calidad de vida del individuo. Sin embargo, la doctora Fontán ha recomendado no abusar de las proteínas, ya que pueden tener como consecuencia una sobrecarga renal.
Uno de los principales problemas que presentan las personas mayores es la alteración de la glucosa presente en la sangre, por lo que es "necesario" establecer un control de los hidratos de carbono como cereales, panes o arroz. En este contexto, su ingesta tiene que ser elevada para estabilizar estos niveles. A pesar de ello, la especialista ha aconsejado evitar hidratos de carbono simples como helados, chocolates o golosinas. Por otra parte, ha destacado la fibra dietética soluble y no soluble, como verduras, frutas o cereales integrales, como solución al estreñimiento.
En cuanto a las vitaminas, destacan los déficits de Vitamina D y B12 como consecuencia de la elevada cantidad de medicamentos ingeridos por este colectivo. Por su parte, la falta de minerales puede causar trastornos como anemia, por lo que la experta ha recomendado tomar hierro. Frente a ello, el aporte de los lípidos se sitúa en un 30 por ciento del valor calórico total, dando preferencia a las grasas monoinsaturadas (aceite de oliva virgen o aguacate) y poliinsaturadas (pescado azul). Asimismo, ha aconsejado tomar 8 vasos de agua al día para evitar la deshidratación.
Por último, la cantidad de calcio en la tercera edad también se ve reducida, lo que incrementa las posibles fracturas, por factores como la disminución de las secreciones gástricas, la menor actividad física y la menopausia.
"Todos los cambios que se presentan en la tercera edad van a condicionar el día a día del individuo. Es importante que a través de la alimentación podamos intervenir para aportar una dieta equilibrada y completa que permita mejorar la calidad de vida de la persona", ha concluido Fontán.